2 min de lectura
NO te jactes del día de mañana; porque no sabes qué dará de sí el día.
2Alábete el extraño, y no tu boca; el ajeno, y no tus labios.
3Pesada es la piedra, y la arena pesa; mas la ira del necio es más pesada que ambas cosas.
4Cruel es la ira, é impetuoso el furor; mas ¿quién parará delante de la envidia?
5Mejor es reprensión manifiesta que amor oculto.
6Fieles son las heridas del que ama; pero importunos los besos del que aborrece.
7El alma harta huella el panal de miel; mas al alma hambrienta todo lo amargo es dulce.
8Cual ave que se va de su nido, tal es el hombre que se va de su lugar.
9El ungüento y el perfume alegran el corazón: y el amigo al hombre con el cordial consejo.
10No dejes á tu amigo, ni al amigo de tu padre; ni entres en casa de tu hermano el día de tu aflicción: mejor es el vecino cerca que el hermano lejano.
11Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón, y tendré qué responder al que me deshonrare.
12El avisado ve el mal, y escóndese; mas los simples pasan, y llevan el daño.
13Quítale su ropa al que fió al extraño; y al que fió á la extraña, tómale prenda.
14El que bendice á su amigo en alta voz, madrugando de mañana, por maldición se le contará.
15Gotera continua en tiempo de lluvia, y la mujer rencillosa, son semejantes:
16El que pretende contenerla, arresta el viento: ó el aceite en su mano derecha.
17Hierro con hierro se aguza; y el hombre aguza el rostro de su amigo.
18El que guarda la higuera, comerá su fruto; y el que guarda á su señor, será honrado.
19Como un agua se parece á otra, así el corazón del hombre al otro.
20El sepulcro y la perdición nunca se hartan: así los ojos del hombre nunca están satisfechos.
21El crisol prueba la plata, y la hornaza el oro: y al hombre la boca del que lo alaba.
22Aunque majes al necio en un mortero entre granos de trigo á pisón majados, no se quitará de él su necedad.
23Considera atentamente el aspecto de tus ovejas; pon tu corazón á tus rebaños:
24Porque las riquezas no son para siempre; ¿y será la corona para perpetuas generaciones?
25Saldrá la grama, aparecerá la hierba, y segaránse las hierbas de los montes.
26Los corderos para tus vestidos, y los cabritos para el precio del campo:
27Y abundancia de leche de las cabras para tu mantenimiento, y para mantenimiento de tu casa, y para sustento de tus criadas.