La historia de la muerte de Jezabel es un episodio dramático y vívido registrado en el Antiguo Testamento, específicamente en el libro de 2 Reyes, capítulo 9. Jezabel, la esposa del rey Acab de Israel, es una de las figuras más notorias en la narrativa bíblica debido a su papel en la promoción del culto a Baal y en llevar a Israel a la idolatría y la corrupción moral. Su muerte marca la culminación de un juicio divino pronunciado sobre ella por sus numerosas transgresiones.
La desaparición de Jezabel está intrínsecamente ligada al ascenso de Jehú, un comandante del ejército de Israel, quien fue ungido por un profeta enviado por Eliseo para convertirse en el próximo rey de Israel. El mensaje del profeta a Jehú incluía una orden específica de destruir la casa de Acab y ejecutar juicio sobre Jezabel. Este evento se detalla en 2 Reyes 9:1-10. La misión de Jehú no fue meramente un golpe político, sino un acto de retribución divinamente sancionado contra la casa de Acab y Jezabel.
A medida que Jehú se acercaba a Jezreel, donde residía Jezabel, la tensión aumentaba. Jezabel, consciente de la llegada de Jehú, se adornó con maquillaje y arregló su cabello, posicionándose en una ventana. Sus acciones pueden interpretarse como un intento de mantener su dignidad real y posiblemente de seducir o intimidar a Jehú. Cuando Jehú entró en la ciudad, Jezabel lo saludó con una burla, haciendo referencia a Zimri, un usurpador anterior que había matado a un rey (2 Reyes 9:31).
La respuesta de Jehú fue rápida y decisiva. Ordenó a los eunucos que atendían a Jezabel que la arrojaran por la ventana. Demostrando su lealtad a Jehú, ellos cumplieron, y Jezabel fue arrojada. El texto bíblico describe su muerte en términos crudos y espantosos: "Entonces la arrojaron, y parte de su sangre salpicó la pared y los caballos, y la pisotearon" (2 Reyes 9:33, ESV).
Jehú luego entró en el palacio, comió una comida, y después ordenó que el cuerpo de Jezabel fuera enterrado, reconociendo su estatus real como hija de un rey. Sin embargo, cuando fueron a enterrarla, solo encontraron su cráneo, pies y las palmas de sus manos. El resto de su cuerpo había sido consumido por perros, cumpliendo la profecía dada por Elías: "En el territorio de Jezreel los perros comerán la carne de Jezabel, y el cadáver de Jezabel será como estiércol sobre la faz del campo en el territorio de Jezreel, para que nadie pueda decir: 'Esta es Jezabel'" (2 Reyes 9:36-37, ESV).
La muerte de Jezabel está cargada de significado simbólico y teológico. Sirve como un recordatorio potente de las consecuencias de la idolatría y la maldad, así como de la certeza de la justicia divina. La vida y muerte de Jezabel ilustran el principio bíblico de que Dios no será burlado y que aquellos que llevan a otros al pecado enfrentarán un juicio severo.
La narrativa de la muerte de Jezabel también subraya el papel de la profecía en el Antiguo Testamento. La profecía de Elías contra Jezabel (1 Reyes 21:23) se cumple precisamente, demostrando la fiabilidad y autoridad de la palabra de Dios. Este cumplimiento de la profecía refuerza el tema de que los propósitos de Dios prevalecerán a pesar de la oposición humana.
Además, el final de Jezabel refleja el tema bíblico más amplio de la caída de los malvados. A lo largo de las Escrituras, hay un mensaje consistente de que aquellos que se oponen a Dios y oprimen a Su pueblo serán finalmente derrocados. El salmista declara: "Porque los brazos de los malvados serán quebrados, pero el SEÑOR sostiene a los justos" (Salmo 37:17, ESV). La muerte violenta e ignominiosa de Jezabel es una vívida ilustración de esta verdad.
Desde una perspectiva teológica, la historia de Jezabel también sirve como una advertencia sobre los peligros del compromiso moral y espiritual. Su influencia sobre Acab y su promoción del culto a Baal llevaron a un declive espiritual significativo en Israel. Sus acciones provocaron no solo su propia caída, sino también graves consecuencias para toda la nación. Esta narrativa anima a los creyentes a permanecer firmes en su fe y a resistir la atracción de falsos dioses y prácticas corruptas.
En la literatura cristiana, Jezabel a menudo se cita como un símbolo de apostasía e influencia maligna. Por ejemplo, en el libro de Apocalipsis, Jesús se refiere a una mujer llamada Jezabel que lleva a los creyentes a la inmoralidad y la idolatría, advirtiendo a la iglesia en Tiatira que se arrepienta (Apocalipsis 2:20-23). Esta referencia destaca el legado perdurable del ejemplo negativo de Jezabel y sirve como una advertencia a la iglesia para que se proteja contra influencias similares.
En conclusión, la muerte de Jezabel es un relato poderoso y sobrio del juicio divino contra la idolatría y la maldad. Resalta la certeza de la justicia de Dios, el cumplimiento de la profecía y la caída final de aquellos que se oponen a la voluntad de Dios. Su historia llama a los creyentes a la fidelidad a Dios, a la vigilancia contra el compromiso moral y a confiar en la certeza del juicio justo de Dios.