¿Cuántos años tenía Josías cuando se convirtió en rey?

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Cuando Josías ascendió al trono de Judá, tenía solo ocho años. Este evento notable está registrado en el Antiguo Testamento, específicamente en 2 Reyes 22:1 y 2 Crónicas 34:1. La Biblia nos dice: "Josías tenía ocho años cuando se convirtió en rey, y reinó en Jerusalén treinta y un años" (2 Reyes 22:1, NVI). Su joven edad en el momento de su coronación no es simplemente un hecho trivial; establece el escenario para comprender el profundo impacto que tendría en el panorama espiritual y político de Judá.

El reinado de Josías comenzó bajo la sombra de su padre, Amón, y su abuelo, Manasés. Ambos predecesores eran notorios por sus prácticas idólatras y su alejamiento de los caminos de Yahvé. Manasés, en particular, es recordado a menudo por sus pecados extensos y atroces, que incluían el establecimiento de altares a Baal, la adoración de cuerpos celestiales e incluso el sacrificio de su propio hijo (2 Reyes 21:1-9). Amón continuó en estos caminos, aunque por un período más corto, ya que su reinado terminó abruptamente por asesinato (2 Reyes 21:19-23). Este oscuro trasfondo hace que la ascensión y las reformas subsecuentes de Josías sean aún más notables.

A pesar de su tierna edad, el reinado de Josías se caracterizó por un sincero compromiso con los caminos del Señor. Las Escrituras destacan que "hizo lo recto ante los ojos del Señor y siguió completamente los caminos de su padre David, sin desviarse ni a la derecha ni a la izquierda" (2 Reyes 22:2, NVI). Esta firmeza es particularmente impresionante dado el clima sociopolítico y religioso de Judá en ese momento. Los primeros años del joven rey probablemente fueron influenciados por su madre, Jedidá, y otros consejeros que eran fieles a Yahvé.

Uno de los eventos más significativos en el reinado de Josías ocurrió en el decimoctavo año de su gobierno, cuando tenía veintiséis años. Durante este tiempo, inició una gran renovación del Templo en Jerusalén. Fue durante estas reparaciones que Hilcías, el sumo sacerdote, descubrió el Libro de la Ley, que había sido descuidado y olvidado durante los reinados de los reyes anteriores (2 Reyes 22:8). Al escuchar las palabras de la Ley, Josías se conmovió profundamente y rasgó sus vestiduras en señal de duelo y arrepentimiento (2 Reyes 22:11). Reconoció la gravedad de la desobediencia de Judá y el juicio inminente que la Ley predecía.

La respuesta de Josías al descubrimiento del Libro de la Ley fue rápida y completa. Reunió a todo el pueblo de Judá y les leyó las palabras del pacto. Luego renovó el pacto ante el Señor, comprometiéndose él mismo y al pueblo a seguir a Yahvé y guardar Sus mandamientos con todo su corazón y alma (2 Reyes 23:1-3). Esta declaración pública no fue meramente simbólica; fue seguida por acciones concretas para erradicar la idolatría y restaurar el culto adecuado.

Las reformas de Josías fueron extensas. Ordenó la eliminación y destrucción de los lugares altos, los altares de Baal, los postes de Asera y otros objetos idólatras que se habían proliferado por todo Judá (2 Reyes 23:4-20). También reinstituyó la celebración de la Pascua, que había sido descuidada durante muchos años. La Biblia señala que "ni en los días de los jueces que gobernaron Israel ni en los días de los reyes de Israel y los reyes de Judá se había observado tal Pascua" (2 Reyes 23:22, NVI). Esta revitalización de la Pascua fue un paso significativo para reorientar a la nación hacia la adoración de Yahvé.

La dedicación de Josías a la reforma y su adhesión a la Ley de Moisés le valieron una recomendación única en las Escrituras. La Biblia dice: "Ni antes ni después de Josías hubo un rey como él que se volviera al Señor como lo hizo él, con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas, de acuerdo con toda la Ley de Moisés" (2 Reyes 23:25, NVI). Este alto elogio subraya la profundidad de su compromiso y el impacto de su liderazgo.

Sin embargo, a pesar de las reformas celosas de Josías, el juicio pronunciado sobre Judá debido a los pecados de Manasés y la persistente infidelidad de la nación no pudo ser evitado. El Señor declaró que aún traería desastre sobre Judá, aunque Josías mismo sería librado de presenciarlo (2 Reyes 22:16-20). Esta profecía se cumplió después de la muerte de Josías, ya que los reyes subsecuentes llevaron a Judá de vuelta a la idolatría, lo que finalmente llevó al exilio babilónico.

La muerte de Josías ocurrió en el 609 a.C. cuando tenía solo treinta y nueve años. Fue asesinado en batalla en Meguido mientras intentaba interceptar al faraón Necao de Egipto, quien se dirigía a asistir a los asirios contra los babilonios (2 Reyes 23:29-30). La muerte prematura de Josías fue un golpe significativo para Judá, y su fallecimiento fue profundamente lamentado por el pueblo.

La historia de Josías sirve como un poderoso recordatorio de la importancia de la fidelidad y la obediencia a Dios. Su vida y reinado demuestran que incluso frente a la corrupción y apostasía generalizadas, el compromiso de un solo individuo con la rectitud puede provocar un cambio significativo. El ejemplo de Josías inspira a los creyentes a buscar la santidad y a buscar al Señor con todo su corazón, alma y fuerza.

Además, el descubrimiento del Libro de la Ley por parte de Josías y sus reformas subsecuentes destacan el poder transformador de la Palabra de Dios. Cuando las Escrituras son sacadas a la luz y se les da su lugar legítimo en la vida de una comunidad, tienen el poder de convencer, inspirar y guiar a las personas de vuelta a la verdad. Esto subraya la importancia del compromiso regular con la Biblia y la necesidad de que los líderes espirituales guíen a sus comunidades en la comprensión y aplicación de sus enseñanzas.

En conclusión, la ascensión de Josías al trono a la tierna edad de ocho años y su notable reinado sirven como testimonio del impacto que un líder fiel y obediente puede tener en una nación. Su historia es un faro de esperanza y un llamado a la rectitud para todos los que buscan seguir los caminos del Señor.

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