El mensaje que Dios le dio a Samuel con respecto a la familia de Elí es una de las narrativas más conmovedoras y sobrias del Antiguo Testamento, que se encuentra en 1 Samuel 3. Este mensaje subraya la seriedad con la que Dios considera la santidad, la obediencia y las responsabilidades del liderazgo espiritual.
En 1 Samuel 3, encontramos al joven Samuel ministrando ante el Señor bajo la dirección de Elí. El capítulo comienza con una observación de que "la palabra del Señor era rara en aquellos días; no había visión frecuente" (1 Samuel 3:1, ESV). Esta escasez de revelación divina prepara el escenario para la gravedad del mensaje que está a punto de ser entregado.
Una noche, mientras Samuel se acostaba en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios, el Señor llamó a Samuel. Inicialmente, Samuel no reconoció la voz del Señor y corrió hacia Elí, pensando que era él quien lo llamaba. Después de que esto sucediera tres veces, Elí se dio cuenta de que el Señor estaba llamando al niño. Instruyó a Samuel que volviera y, si lo llamaban de nuevo, dijera: "Habla, Señor, porque tu siervo escucha" (1 Samuel 3:9, ESV).
Cuando el Señor llamó a Samuel nuevamente, Samuel respondió como Elí le había instruido. El mensaje que recibió de Dios fue un juicio severo contra Elí y su casa:
"Entonces el Señor dijo a Samuel: 'He aquí, estoy a punto de hacer una cosa en Israel que hará que los dos oídos de todos los que lo oigan se estremezcan. En ese día cumpliré contra Elí todo lo que he hablado acerca de su casa, desde el principio hasta el fin. Y le declaro que estoy a punto de castigar su casa para siempre, por la iniquidad que él conocía, porque sus hijos blasfemaban contra Dios, y él no los refrenó. Por lo tanto, juro a la casa de Elí que la iniquidad de la casa de Elí no será expiada con sacrificio ni ofrenda para siempre.'" (1 Samuel 3:11-14, ESV)
Este mensaje de Dios a Samuel contiene varios elementos clave que vale la pena explorar en detalle:
Dios comienza diciendo que lo que está a punto de hacer hará que los oídos de todos los que lo oigan se estremezcan. Esta frase significa que los eventos venideros serán impactantes y memorables. Establece un tono de seriedad y presagio, indicando que el juicio será severo e inolvidable.
Dios menciona que cumplirá todo lo que ha hablado acerca de la casa de Elí. Esto se refiere a la profecía anterior entregada por un hombre de Dios no identificado en 1 Samuel 2:27-36. En esa profecía, Dios ya había pronunciado juicio sobre la casa de Elí, declarando que sus descendientes morirían en la flor de la vida y que su línea sacerdotal sería cortada.
La razón específica de este juicio es doble: la blasfemia de los hijos de Elí, Ofni y Finees, y la falta de Elí para refrenarlos. Ofni y Finees, que eran sacerdotes, habían estado cometiendo pecados graves, incluyendo tomar las mejores porciones de los sacrificios para sí mismos y cometer inmoralidad sexual con las mujeres que servían en la entrada del tabernáculo (1 Samuel 2:12-17, 22). A pesar de ser consciente de sus acciones, Elí no tomó medidas efectivas para detenerlos. Sus reprensiones fueron demasiado indulgentes y no llevaron a ningún cambio significativo.
Quizás la parte más escalofriante del mensaje de Dios es la declaración de que la iniquidad de la casa de Elí no será expiada con sacrificio ni ofrenda para siempre. Esto indica que el juicio es final e irreversible. En el contexto del sistema sacrificial del Antiguo Testamento, donde la expiación del pecado era un tema central, esta declaración subraya la severidad absoluta del juicio. Significa que la casa de Elí ha llegado a un punto sin retorno debido a su pecado persistente y no arrepentido.
La entrega de este mensaje a Samuel también marca un momento significativo en su vida y ministerio. Hasta este punto, Samuel había estado sirviendo en el templo bajo la guía de Elí. Esta revelación directa de Dios significa la transición de Samuel de un siervo del templo a un profeta del Señor. Establece su papel como una figura clave en la historia de Israel, quien más tarde ungiría a los dos primeros reyes de Israel, Saúl y David.
Por la mañana, Samuel tenía comprensiblemente miedo de contarle a Elí la visión. Sin embargo, Elí insistió, y Samuel transmitió todo el mensaje sin omitir nada. La respuesta de Elí es de aceptación resignada: "Es el Señor. Que haga lo que le parezca bien" (1 Samuel 3:18, ESV). La respuesta de Elí refleja un reconocimiento de la soberanía y justicia de Dios, incluso ante la pérdida y tragedia personal.
El mensaje a Samuel con respecto a la familia de Elí tiene implicaciones teológicas más amplias que resuenan a lo largo de las escrituras. Destaca la santidad de Dios y su intolerancia al pecado, especialmente entre aquellos que sirven en el liderazgo espiritual. La narrativa sirve como un recordatorio sobrio de que los líderes espirituales son responsables de altos estándares de conducta y responsabilidad. Sus acciones, o inacciones, pueden tener consecuencias de gran alcance no solo para ellos mismos, sino también para sus familias y comunidades.
Además, esta historia subraya la importancia de la obediencia y el temor del Señor. La falta de Elí para disciplinar adecuadamente a sus hijos demuestra las consecuencias de descuidar las responsabilidades espirituales. También sirve como una advertencia de que la paciencia de Dios tiene límites, y el pecado persistente y no arrepentido llevará finalmente al juicio.
En el Nuevo Testamento, se reitera el principio de responsabilidad para los líderes espirituales. Santiago 3:1 dice: "Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación" (ESV). Esto hace eco del tema del Antiguo Testamento de que aquellos que están encargados de la supervisión espiritual deben vivir vidas que reflejen la santidad y justicia de Dios.
El mensaje que Dios le dio a Samuel con respecto a la familia de Elí es una narrativa profunda y sobria que subraya la seriedad del pecado, especialmente entre aquellos en el liderazgo espiritual. Sirve como un recordatorio atemporal de la importancia de la santidad, la obediencia y la responsabilidad ante Dios. La entrega fiel de Samuel de este difícil mensaje marca el comienzo de su ministerio profético y establece el escenario para el papel significativo que desempeñaría en la historia de Israel. A través de esta narrativa, se nos recuerda la santidad de Dios, la gravedad del pecado y la necesidad de una obediencia fiel a los mandamientos de Dios.