Nehemías 8:10 es un versículo profundo y alentador que ofrece profundas ideas sobre la vida espiritual y comunitaria de los israelitas durante un tiempo de significativa restauración y renovación. El versículo dice:
"Luego les dijo: 'Id, comed grosura y bebed vino dulce, y enviad porciones a los que no tienen nada preparado, porque este día es santo para nuestro Señor. No os entristezcáis, porque el gozo del Señor es vuestra fuerza.'" (Nehemías 8:10, ESV)
Para comprender plenamente el significado de este versículo, es esencial considerar el contexto en el que fue pronunciado. Nehemías, un copero del rey persa Artajerjes, había liderado a un grupo de exiliados de regreso a Jerusalén para reconstruir los muros de la ciudad. Esta reconstrucción física era simbólica de una renovación espiritual más profunda entre el pueblo de Israel. Después de que los muros fueron completados, Esdras el escriba reunió a todo el pueblo y leyó del Libro de la Ley. Esta lectura pública marcó un momento crucial en el restablecimiento de la comunidad del pacto.
El pueblo respondió a la lectura de la Ley con llanto y lamento al volverse agudamente consciente de sus pecados y de las formas en que habían fallado en cumplir los mandamientos de Dios. Es en este contexto de arrepentimiento y tristeza comunitaria que se sitúa Nehemías 8:10. Nehemías, Esdras y los levitas animaron al pueblo a no afligirse, sino a encontrar su fuerza en el gozo del Señor.
La frase "el gozo del Señor" es central para entender este versículo. Implica más que un sentimiento pasajero de felicidad. En el contexto hebreo, el gozo ("chedvah") significa un sentido profundo y duradero de bienestar que proviene de conocer y ser conocido por Dios. Este gozo está arraigado en el carácter y las promesas de Dios en lugar de en circunstancias externas. El gozo del pueblo debía encontrarse en su relación restaurada con Dios, quien los había traído de regreso a su tierra y estaba renovando sus corazones a través de Su palabra.
Nehemías declara que "este día es santo para nuestro Señor." El día al que se refiere aquí es probablemente la Fiesta de las Trompetas, un día de asamblea solemne y celebración como se prescribe en Levítico 23:24-25. La santidad en este contexto significa estar apartado para Dios, un tiempo dedicado a enfocarse en Su bondad, misericordia y fidelidad. Era un tiempo para que la comunidad se reuniera en adoración y acción de gracias, reconociendo el papel de Dios en sus vidas e historia.
La instrucción de Nehemías de "comed grosura y bebed vino dulce" subraya la importancia de la celebración comunitaria. Comer y beber a menudo se asocian con la comunión del pacto en la Biblia. Por ejemplo, en Deuteronomio 14:26, se instruye a los israelitas a usar su diezmo para comprar comida y bebida para una fiesta en la presencia del Señor. Este acto de comer y beber no se trata solo de nutrición física, sino de regocijarse en la provisión y gracia de Dios.
Además, Nehemías enfatiza la importancia de compartir: "enviad porciones a los que no tienen nada preparado." Esta directiva subraya la naturaleza comunitaria de la celebración. No era suficiente que los individuos se regocijaran en aislamiento; toda la comunidad debía participar, incluidos aquellos que eran menos afortunados. Este acto de compartir refleja el principio bíblico de amar al prójimo y asegurar que todos puedan participar de las bendiciones de Dios.
La exhortación "no os entristezcáis" puede parecer contradictoria dada la reacción inicial del pueblo de llorar al escuchar la Ley. Sin embargo, Nehemías, Esdras y los levitas estaban guiando al pueblo a pasar de un lugar de tristeza a un lugar de gozo. Si bien el arrepentimiento es un aspecto crucial del viaje espiritual, debe llevar a un sentido renovado de la gracia y misericordia de Dios. La tristeza por el pecado debe dar paso al gozo del perdón y la restauración.
La parte final del versículo, "porque el gozo del Señor es vuestra fuerza," encapsula el poder transformador del gozo divino. La palabra hebrea para fuerza ("ma'oz") también puede traducirse como "fortaleza" o "baluarte." Esto sugiere que el gozo del Señor proporciona un refugio protector, una fuente de resiliencia y estabilidad frente a los desafíos. Cuando el pueblo de Israel encontraba su gozo en Dios, se fortalecían contra la desesperación, el miedo y el desánimo.
Los principios incrustados en Nehemías 8:10 son atemporales y pueden aplicarse a nuestras vidas hoy. Como cristianos, estamos llamados a encontrar nuestro gozo en el Señor, reconociendo que no depende de nuestras circunstancias, sino de nuestra relación con Dios. Este gozo es un fruto del Espíritu (Gálatas 5:22) y está profundamente arraigado en el conocimiento del amor, la gracia y la fidelidad de Dios.
En tiempos de adoración comunitaria, se nos recuerda la importancia de celebrar la bondad de Dios juntos, compartiendo nuestras bendiciones con los demás y asegurándonos de que nadie quede fuera. Así como se animó a los israelitas a pasar de la tristeza al gozo, nosotros también estamos llamados a abrazar el gozo del Señor como nuestra fuerza, especialmente en tiempos de arrepentimiento y renovación.
La literatura cristiana a menudo hace eco de este tema. Por ejemplo, C.S. Lewis, en su libro "El Peso de la Gloria," habla del gozo profundo y duradero que proviene de conocer a Dios, describiéndolo como una especie de felicidad divina que supera todos los placeres terrenales. De manera similar, Dietrich Bonhoeffer, en "Vida en Comunidad," enfatiza la importancia del gozo y la comunión comunitaria en la comunidad cristiana.
En conclusión, Nehemías 8:10 es un versículo rico y multifacético que habla al corazón de nuestra relación con Dios y con los demás. Nos llama a celebrar la bondad de Dios, compartir nuestras bendiciones y encontrar nuestra fuerza en el gozo que proviene de conocerlo. Este gozo no es solo una emoción, sino una fuerza profunda y sostenedora que nos capacita para vivir fiel y abundantemente en la presencia de nuestro Señor.