Zorobabel, una figura significativa en el Antiguo Testamento, jugó un papel fundamental en el período postexílico de la historia judía. Su historia se encuentra principalmente en los libros de Hageo, Zacarías y Esdras, donde emerge como un líder durante un tiempo crítico de restauración y reconstrucción para el pueblo judío. Comprender el papel de Zorobabel requiere profundizar en los contextos históricos y teológicos de su vida y acciones.
Zorobabel era descendiente del rey David, lo que lo hacía parte del linaje real. Específicamente, era nieto de Jeconías (también conocido como Jeconías), uno de los últimos reyes de Judá antes del exilio babilónico. Su padre era Sealtiel, como se menciona en Hageo 1:1: "En el segundo año del rey Darío, en el primer día del sexto mes, vino la palabra del Señor por medio del profeta Hageo a Zorobabel hijo de Sealtiel, gobernador de Judá, y a Josué hijo de Josadac, el sumo sacerdote" (NVI). Este linaje es significativo porque vincula a Zorobabel con el pacto davídico, que prometía que los descendientes de David tendrían un reino eterno (2 Samuel 7:12-16).
Después del exilio babilónico, cuando el rey Ciro de Persia emitió un decreto permitiendo a los judíos regresar a Jerusalén y reconstruir el templo (Esdras 1:1-4), Zorobabel fue nombrado gobernador de Judá. Su liderazgo fue crucial en los esfuerzos por restaurar la comunidad judía y reconstruir el templo, que había sido destruido por los babilonios en 586 a.C.
El papel principal de Zorobabel fue supervisar la reconstrucción del templo, también conocido como el Segundo Templo. El libro de Hageo, junto con Zacarías, proporciona un relato detallado de los desafíos y estímulos enfrentados durante este período. Hageo 1:2-4 destaca la renuencia inicial del pueblo a priorizar la reconstrucción del templo: "Así dice el Señor Todopoderoso: 'Este pueblo dice: