¿Cómo se relaciona el propiciatorio con Jesús en las enseñanzas bíblicas?

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El concepto del propiciatorio es un elemento profundo y profundamente significativo dentro del Antiguo Testamento, particularmente en el contexto del Pentateuco o Torá. Comprender su relación con Jesús en las enseñanzas bíblicas requiere un viaje a través del rico tapiz de las Escrituras, donde los hilos del simbolismo del Antiguo Testamento se entrelazan con el cumplimiento del Nuevo Testamento.

El propiciatorio, o "kapporet" en hebreo, era la cubierta de oro del Arca de la Alianza, que se encontraba en el Lugar Santísimo dentro del Tabernáculo y más tarde en el Templo. Este objeto sagrado se describe en detalle en Éxodo 25:17-22. Fue aquí, entre los dos querubines que adornaban el propiciatorio, donde moraba la presencia de Dios. También fue aquí donde el sumo sacerdote rociaba la sangre del sacrificio en el Día de la Expiación (Yom Kipur) para expiar los pecados de Israel (Levítico 16:14-15).

El propiciatorio representa la intersección de la justicia y la misericordia de Dios. Como el lugar donde se hacía la expiación, simboliza la disposición de Dios para perdonar y su deseo de reconciliación con su pueblo. Este es un tema crítico que resuena a lo largo de la narrativa bíblica y encuentra su máxima expresión en la persona y obra de Jesucristo.

En el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo hace una conexión directa entre el propiciatorio y Jesús en Romanos 3:25, donde usa la palabra griega "hilasterion", que a menudo se traduce como "propiciación" o "sacrificio expiatorio". Este término es el mismo que se usa en la Septuaginta (la traducción griega del Antiguo Testamento) para referirse al propiciatorio. Pablo escribe: "Dios presentó a Cristo como un sacrificio de expiación, mediante el derramamiento de su sangre, para ser recibido por fe". Aquí, Pablo está trazando un paralelo entre el propiciatorio y Jesús, sugiriendo que Jesús es ahora el lugar donde se hace la expiación, donde la misericordia de Dios se encuentra con la necesidad de perdón de la humanidad.

El propiciatorio fue un presagio de la obra sacrificial de Cristo. Así como el sumo sacerdote entraba en el Lugar Santísimo una vez al año para hacer expiación por los pecados del pueblo, Jesús, nuestro gran Sumo Sacerdote, entró una vez por todas en el santuario celestial, no con la sangre de machos cabríos y becerros, sino con su propia sangre, asegurando así la redención eterna (Hebreos 9:11-12). Este acto de expiación no es temporal ni se repite anualmente, sino que es de una vez por todas, cumpliendo perfectamente los requisitos de la justicia de Dios y demostrando su misericordia.

Además, el propiciatorio era el lugar donde Dios se encontraba con su pueblo. En Éxodo 25:22, Dios dice: "Allí me encontraré contigo; y desde arriba del propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, te hablaré de todo lo que te daré en mandamiento para los hijos de Israel". Este lugar de encuentro es un tipo del lugar de encuentro definitivo entre Dios y la humanidad en la persona de Jesucristo. A través de Jesús, Dios ha venido a habitar entre nosotros (Juan 1:14), proporcionando un camino para que entremos en su presencia con confianza (Hebreos 4:16).

El propiciatorio también significa la cobertura del pecado. La palabra hebrea "kapporet" proviene de la raíz "kaphar", que significa "cubrir". En el sistema sacrificial del Antiguo Testamento, la sangre rociada sobre el propiciatorio cubría simbólicamente los pecados del pueblo. En el Nuevo Testamento, la muerte sacrificial de Jesús no solo cubre nuestros pecados, sino que los elimina por completo, como se afirma en Hebreos 10:4, "Es imposible que la sangre de toros y machos cabríos quite los pecados". Jesús, el Cordero de Dios, quita el pecado del mundo (Juan 1:29).

Además, el propiciatorio y el Arca de la Alianza eran centrales para la adoración y la vida religiosa de Israel, así como Jesús es central para la fe y la adoración cristianas. El Arca era la manifestación física del pacto de Dios con Israel, y Jesús es la encarnación del nuevo pacto, establecido a través de su sangre (Lucas 22:20). Este nuevo pacto se basa en mejores promesas (Hebreos 8:6), ofreciendo no solo un respiro temporal del pecado, sino una relación permanente con Dios.

La imagen del propiciatorio nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de la misericordia y la justicia de Dios, ambas perfectamente cumplidas en Jesús. En el propiciatorio, vemos a un Dios que no ignora el pecado, sino que proporciona un medio de expiación. En Jesús, vemos la máxima expresión de esta misericordia divina, ya que Dios mismo proporciona el sacrificio necesario para reconciliar al mundo consigo mismo (2 Corintios 5:19).

En conclusión, el propiciatorio es un símbolo profundo del plan de redención de Dios. Señala hacia Jesús, quien es tanto el sacrificio como el lugar de expiación. En Jesús, encontramos el cumplimiento de la promesa del propiciatorio: un Dios que nos encuentra en nuestro pecado, nos cubre con su gracia y nos invita a su presencia. Esta comprensión del propiciatorio enriquece nuestra apreciación de la continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento y profundiza nuestra gratitud por la misericordia sin igual demostrada a través de Cristo.

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