La narrativa del Jardín del Edén, que se encuentra en el libro del Génesis, es una de las historias más profundas y simbólicas de la Biblia. Cuenta sobre el primer hogar de la humanidad, la caída trágica y la subsiguiente expulsión del paraíso. Uno de los detalles intrigantes de esta historia es que Dios colocó querubines para guardar el Jardín del Edén después de que Adán y Eva fueron expulsados. Entender por qué Dios hizo esto requiere una inmersión profunda en los elementos teológicos, simbólicos y narrativos del texto.
En Génesis 3:22-24, leemos:
"Y dijo Jehová Dios: 'He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal. Ahora, pues, que no alargue su mano y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre.' Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida."
Para entender por qué Dios colocó querubines para guardar el Jardín del Edén, primero debemos considerar el contexto y la importancia del propio Jardín y del Árbol de la Vida dentro de él.
El Jardín del Edén simboliza un estado de perfecta armonía entre Dios, la humanidad y la creación. Era un lugar donde Adán y Eva vivían en íntima comunión con Dios, libres de pecado y sus consecuencias. El Jardín no era meramente una ubicación física, sino que representaba un estado ideal de existencia, un paraíso donde la presencia de Dios se manifestaba y Su voluntad se cumplía perfectamente.
Central en el Jardín estaba el Árbol de la Vida, un símbolo de vida eterna y sustento divino. Comer de este árbol otorgaría vida eterna, un don que estaba disponible para Adán y Eva mientras permanecieran obedientes a Dios. Sin embargo, después de su desobediencia y la caída, el acceso a este árbol ya no era apropiado.
La caída de la humanidad, como se describe en Génesis 3, trajo el pecado y sus repercusiones al mundo. La desobediencia de Adán y Eva llevó a un cambio fundamental en su naturaleza y en su relación con Dios. Se dieron cuenta de su desnudez, simbolizando una pérdida de inocencia y el comienzo de la vergüenza y la culpa. Además, su desobediencia resultó en una separación de Dios, que es la esencia de la muerte espiritual.
Dado este contexto, la colocación de querubines para guardar el Jardín del Edén sirve a varios propósitos:
Prevenir el Acceso al Árbol de la Vida: Después de la caída, la humanidad estaba en un estado de pecado y separación de Dios. En este estado caído, el acceso al Árbol de la Vida, que otorgaba vida eterna, habría significado vivir para siempre en un estado de pecado y separación de Dios. Esto habría sido un destino peor que la muerte, ya que habría perpetuado la relación rota con Dios indefinidamente. Al guardar el Árbol de la Vida, Dios, en Su misericordia, estaba evitando que la humanidad sellara su destino en un estado eterno de pecaminosidad.
Simbolizar la Separación de Dios: Los querubines y la espada encendida simbolizan la nueva realidad de separación entre Dios y la humanidad. La íntima comunión que Adán y Eva una vez disfrutaron en el Jardín ahora estaba rota. Los querubines sirven como una representación visual y narrativa de esta separación, recordando a la humanidad las consecuencias del pecado y la pérdida del acceso directo a la presencia de Dios.
Prefigurar la Redención: Mientras los querubines guardan el camino al Árbol de la Vida, su presencia también prefigura la eventual redención y restauración de la humanidad. A lo largo de la Biblia, los querubines a menudo se asocian con la presencia de Dios. Por ejemplo, en la construcción del Arca de la Alianza, los querubines se colocan en el propiciatorio, simbolizando el trono de Dios y Su presencia entre Su pueblo (Éxodo 25:18-22). La presencia de querubines en el Edén insinúa la futura posibilidad de reconciliación y acceso restaurado a Dios a través de la intervención divina.
La colocación de querubines para guardar el Jardín del Edén tiene profundas implicaciones teológicas:
La Santidad y Justicia de Dios: El acto subraya la santidad de Dios y la seriedad del pecado. La santidad de Dios no puede coexistir con el pecado, y Su justicia demanda que el pecado sea abordado. Los querubines sirven como un recordatorio de la naturaleza justa de Dios y las consecuencias de la desobediencia.
La Misericordia y Gracia de Dios: Paradójicamente, el acto de guardar el Árbol de la Vida también es un acto de misericordia. Al evitar que la humanidad acceda al Árbol de la Vida en su estado caído, Dios está proporcionando una oportunidad para la redención y restauración. Señala el plan de salvación definitivo de Dios a través de Jesucristo, quien restauraría la relación rota y otorgaría vida eterna a aquellos que creen en Él.
Responsabilidad Humana y Libre Albedrío: La narrativa enfatiza la importancia de la responsabilidad humana y el ejercicio del libre albedrío. La elección de Adán y Eva de desobedecer a Dios tuvo consecuencias significativas, ilustrando la gravedad de las decisiones humanas y su impacto en nuestra relación con Dios.
El tema de guardar espacios sagrados y la presencia de querubines se repite a lo largo de la Biblia. En la construcción del Tabernáculo y más tarde del Templo, los querubines se representan como guardianes del Lugar Santísimo, el santuario más interno donde habitaba la presencia de Dios (Éxodo 26:1; 1 Reyes 6:23-28). Esta continuidad refuerza la idea de que el acceso a la presencia de Dios es tanto un privilegio como una responsabilidad, requiriendo santidad y reverencia.
En el Nuevo Testamento, el tema del acceso a Dios se transforma a través de la persona y obra de Jesucristo. En Juan 14:6, Jesús declara: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí." A través de Su muerte sacrificial y resurrección, Jesús abre el camino para que la humanidad se reconcilie con Dios y recupere el acceso a la vida eterna. El velo en el Templo, que separaba el Lugar Santísimo del resto del santuario, se rasgó en dos en el momento de la muerte de Jesús (Mateo 27:51), simbolizando la eliminación de la barrera entre Dios y la humanidad.
La colocación de querubines para guardar el Jardín del Edén es un acto multifacético que refleja la santidad, justicia, misericordia y las profundas consecuencias de las elecciones humanas de Dios. Sirve como un recordatorio del paraíso perdido y la separación causada por el pecado, mientras que también apunta hacia la esperanza de redención y restauración a través de Jesucristo. Los querubines se erigen como guardianes y símbolos, encarnando la compleja interacción de juicio y gracia que caracteriza la relación de Dios con la humanidad a lo largo de la narrativa bíblica.