En Génesis 6:6, nos encontramos con una declaración profunda y algo desconcertante: "El Señor lamentó haber hecho al ser humano en la tierra, y le dolió en su corazón." Este versículo plantea importantes preguntas teológicas sobre la naturaleza de Dios, Su omnisciencia y Su relación con la humanidad. Para entender por qué Dios expresó arrepentimiento, debemos profundizar en el contexto de este pasaje, la naturaleza del arrepentimiento divino y la narrativa más amplia del plan redentor de Dios.
En primer lugar, es esencial entender el contexto en el que aparece este versículo. Génesis 6 describe un mundo que se ha vuelto completamente corrupto y violento. Los versículos 5-7 proporcionan una imagen sombría: "El Señor vio cuán grande se había vuelto la maldad de la raza humana en la tierra, y que toda inclinación de los pensamientos del corazón humano era solo maldad todo el tiempo. El Señor lamentó haber hecho al ser humano en la tierra, y le dolió en su corazón. Así que el Señor dijo: 'Borraré de la faz de la tierra a la raza humana que he creado, y con ellos a los animales, las aves y las criaturas que se mueven por el suelo, porque lamento haberlos hecho.'"
El lenguaje de arrepentimiento aquí es antropopático, lo que significa que atribuye emociones humanas a Dios para ayudarnos a entender Sus acciones y carácter. Esto no implica que Dios sea caprichoso o que cometa errores como los humanos. Más bien, comunica la profundidad del dolor de Dios por el estado de la humanidad. La palabra hebrea traducida como "lamentó" es "נָחַם" (nacham), que también puede significar "estar afligido" o "sentir dolor." Por lo tanto, el arrepentimiento de Dios no es una admisión de error, sino una expresión de profundo dolor por la decadencia moral y la maldad generalizada que había invadido Su creación.
Para comprender por qué Dios sentiría tal arrepentimiento, debemos considerar la naturaleza del pecado y su impacto en la creación. Cuando Dios creó a la humanidad, la declaró "muy buena" (Génesis 1:31). Los humanos fueron hechos a imagen de Dios, dotados con la capacidad de relación, creatividad y elección moral. Sin embargo, con la caída de Adán y Eva en Génesis 3, el pecado entró en el mundo, trayendo consigo la muerte, el sufrimiento y el alejamiento de Dios. Para Génesis 6, este pecado se había multiplicado e intensificado hasta el punto en que "toda inclinación de los pensamientos del corazón humano era solo maldad todo el tiempo." El mundo se había convertido en un lugar de violencia y corrupción, muy alejado de la creación armoniosa que Dios había planeado.
El arrepentimiento de Dios, por lo tanto, refleja Su respuesta justa a la maldad generalizada que había corrompido Su buena creación. Es un testimonio de Su santidad y justicia. Dios no es indiferente al pecado; le duele profundamente. Este dolor no es un signo de debilidad, sino de Su profundo amor y perfección moral. Como declara más tarde el profeta Habacuc, "Tus ojos son demasiado puros para mirar el mal; no puedes tolerar la maldad" (Habacuc 1:13).
Además, la expresión de arrepentimiento de Dios en Génesis 6:6 debe entenderse dentro de la narrativa más amplia de las Escrituras. La Biblia revela a un Dios que es tanto justo como misericordioso, que juzga el pecado pero también proporciona un medio de redención. En el caso de Génesis 6, la respuesta de Dios a la maldad de la humanidad es provocar el diluvio, un juicio cataclísmico que purga la tierra de su corrupción. Sin embargo, incluso en este acto de juicio, hay misericordia. Dios salva a Noé y su familia, estableciendo un pacto con ellos y prometiendo no destruir la tierra con un diluvio nuevamente (Génesis 9:11).
Este patrón de juicio y misericordia es un tema recurrente a lo largo de la Biblia. En el Nuevo Testamento, vemos la expresión última de la respuesta de Dios al pecado en la persona de Jesucristo. En Cristo, Dios toma sobre Sí mismo la pena por el pecado humano, ofreciendo perdón y reconciliación a todos los que creen. La cruz es tanto una demostración de la justicia de Dios—el pecado es juzgado—como de Su misericordia—los pecadores son salvados. Como escribe el Apóstol Pablo, "Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros" (Romanos 5:8).
Así, el arrepentimiento de Dios en Génesis 6:6 puede verse como parte de Su plan redentor más amplio. Subraya la seriedad del pecado y la profundidad del dolor de Dios por la ruptura de Su creación. Pero también apunta hacia la esperanza de la redención, una esperanza que encuentra su cumplimiento en Jesucristo.
Además de la narrativa bíblica, la literatura cristiana a menudo ha lidiado con el concepto de arrepentimiento divino. Por ejemplo, C.S. Lewis, en su libro "El problema del dolor," discute la idea del dolor de Dios por el pecado humano. Lewis argumenta que el amor de Dios no es un amor que consiente, sino un amor que perfecciona. El dolor de Dios por el pecado es un reflejo de Su deseo de que la humanidad sea restaurada a su bondad original. De manera similar, el teólogo A.W. Tozer, en "El conocimiento del Santo," enfatiza que las emociones de Dios no son como las emociones humanas, sujetas a cambios y caprichos. En cambio, son consistentes con Su naturaleza santa e inmutable.
En conclusión, el arrepentimiento de Dios en Génesis 6:6 es una profunda expresión de Su dolor por la maldad generalizada que había corrompido Su buena creación. Refleja Su santidad, justicia y profundo amor por la humanidad. Aunque puede ser difícil para nosotros comprender completamente la naturaleza del arrepentimiento divino, sirve como un poderoso recordatorio de la seriedad del pecado y la profundidad del amor redentor de Dios. En la narrativa más amplia de las Escrituras, este momento de dolor divino apunta hacia la esperanza de la redención, que se cumple en última instancia en Jesucristo. A través de Cristo, vemos la plena extensión de la respuesta de Dios al pecado—una respuesta que abarca tanto el juicio como la misericordia, el dolor y la gracia.