¿Qué dice Levítico 19:28 sobre los tatuajes?

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Levítico 19:28 es un versículo que a menudo se cita en discusiones sobre tatuajes dentro de las comunidades cristianas. El versículo dice: "No haréis cortes en vuestro cuerpo por los muertos ni os haréis tatuajes: Yo soy el Señor" (ESV). Para entender completamente este versículo, es importante considerar su contexto dentro del libro de Levítico y la narrativa bíblica más amplia.

Levítico es el tercer libro del Pentateuco, tradicionalmente atribuido a Moisés. Sirve como un manual para los israelitas, detallando leyes y rituales que les ayudarían a vivir vidas santas de acuerdo con la voluntad de Dios. El tema central de Levítico es la santidad, como se refleja en la frase recurrente, "Sed santos, porque yo soy santo" (Levítico 11:44-45). El libro se divide en secciones que cubren varios aspectos de la vida religiosa y moral, incluyendo sacrificios, deberes sacerdotales y comportamiento ético.

Levítico 19 es parte de lo que se conoce como el Código de Santidad, una colección de leyes que se encuentran en los capítulos 17-26 que enfatizan la importancia de que Israel sea distinto de otras naciones. Este capítulo contiene una variedad de instrucciones éticas y rituales destinadas a fomentar una comunidad que refleje la santidad de Dios. Dentro de este contexto, Levítico 19:28 aborda prácticas que eran comunes en las culturas paganas circundantes.

En las sociedades del antiguo Cercano Oriente, no era raro que las personas se involucraran en modificaciones corporales, incluyendo cortes y tatuajes, como parte de rituales de duelo o ceremonias religiosas. Estas prácticas a menudo se asociaban con la adoración de ídolos y la veneración de los muertos. Al prohibir estas acciones, Dios estaba apartando a los israelitas de sus vecinos y desalentando cualquier asociación con ritos paganos.

La prohibición de los tatuajes en Levítico 19:28, por lo tanto, debe entenderse a la luz de su contexto histórico y cultural. Era una orden específica destinada a prevenir que los israelitas adoptaran prácticas que eran contrarias a su identidad como el pueblo elegido de Dios. El principio subyacente es uno de separación y santidad, un tema que recorre todo el libro de Levítico.

Sin embargo, al interpretar y aplicar las leyes del Antiguo Testamento a la vida cristiana contemporánea, es crucial considerar las enseñanzas del Nuevo Testamento. Jesucristo cumplió la Ley Mosaica, y su vida y enseñanzas proporcionan un nuevo marco para entender y vivir la voluntad de Dios. El apóstol Pablo, por ejemplo, enfatiza que los cristianos ya no están bajo la ley sino bajo la gracia (Romanos 6:14). Esto no significa que los principios morales del Antiguo Testamento sean irrelevantes, sino que deben entenderse a través del lente de la obra redentora de Cristo.

En el Nuevo Testamento, no hay un mandamiento explícito respecto a los tatuajes. El enfoque se desplaza de los rituales externos a la transformación del corazón y la mente. Pablo escribe en Romanos 12:1-2: "Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta".

Desde una perspectiva cristiana no denominacional, la cuestión de si hacerse o no un tatuaje debe abordarse con una cuidadosa consideración de los motivos de uno y el impacto potencial en el testimonio de uno como seguidor de Cristo. Si bien el contexto cultural y religioso específico de Levítico 19:28 puede no aplicarse directamente a los cristianos modernos, el principio de honrar a Dios con nuestros cuerpos sigue siendo relevante.

En 1 Corintios 6:19-20, Pablo recuerda a los creyentes: "¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo". Este pasaje subraya la importancia de tratar nuestros cuerpos con respeto y usarlos de maneras que glorifiquen a Dios.

Los cristianos están llamados a ejercer sabiduría y discernimiento en todas las áreas de la vida, incluidas las decisiones sobre el arte corporal. Es esencial considerar si hacerse un tatuaje se alinea con las convicciones personales de uno y si edificará a otros y contribuirá al testimonio de uno como creyente. Para algunos, los tatuajes pueden servir como expresiones significativas de fe, mientras que para otros, pueden ser vistos como inconsistentes con su comprensión de los principios bíblicos.

Además de la reflexión personal, puede ser útil buscar consejo de cristianos maduros y líderes espirituales. Proverbios 11:14 dice: "Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo; mas en la multitud de consejeros hay seguridad". Participar en conversaciones abiertas y honestas con mentores de confianza puede proporcionar valiosas ideas y ayudar a asegurar que la decisión de uno se tome con una conciencia clara.

En última instancia, la decisión de hacerse un tatuaje es una cuestión de libertad cristiana. Como escribe Pablo en Romanos 14:22-23: "La fe que tú tienes, tenla para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba. Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado". Este principio también puede aplicarse a los tatuajes: si uno puede hacerse un tatuaje con buena fe y con una conciencia clara ante Dios, entonces es permisible. Sin embargo, si hay dudas o preocupaciones, es prudente abstenerse.

En conclusión, Levítico 19:28 debe entenderse dentro de su contexto histórico y cultural como parte del Código de Santidad destinado a apartar a los israelitas de las prácticas paganas. Si bien la prohibición específica de los tatuajes puede no aplicarse directamente a los cristianos modernos, el principio subyacente de vivir una vida que honre a Dios sigue siendo relevante. Las decisiones sobre tatuajes deben tomarse con una cuidadosa consideración, buscando glorificar a Dios y mantener una conciencia clara. Al hacerlo, los creyentes pueden navegar este tema con sabiduría y fidelidad a su llamado como seguidores de Cristo.

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