La historia de Dina en Génesis 34 es una narrativa crucial y compleja que se desarrolla dentro del contexto más amplio de la historia patriarcal de Israel. Es una historia que encapsula temas de honor, justicia y la interacción entre la lealtad familiar y la ética de la retribución. El relato de Dina, la hija de Jacob y Lea, es tanto trágico como instructivo, y ofrece un rico tapiz de consideraciones teológicas y morales.
En Génesis 34, Dina, la hija de Lea y Jacob, sale a visitar a las mujeres de la tierra de Siquem. Durante su visita, Siquem, el hijo de Hamor el heveo, la ve, la toma y la viola. Este acto de violencia desencadena una serie de eventos que tendrán consecuencias significativas tanto para la familia de Jacob como para los habitantes de Siquem.
El texto dice: "Ahora Dina, la hija que Lea había dado a luz a Jacob, salió a visitar a las mujeres de la tierra. Cuando Siquem, hijo de Hamor el heveo, el gobernante de esa área, la vio, la tomó y la violó" (Génesis 34:1-2, NVI). El uso de la palabra "tomó" en el contexto hebreo indica una acción forzosa, subrayando la gravedad de la violación contra Dina.
A pesar de su acto inicial de violencia, Siquem se enamora profundamente de Dina y le habla tiernamente. Luego se acerca a su padre, Hamor, y le pide que arregle un matrimonio entre él y Dina. Hamor posteriormente visita a Jacob para proponer que sus familias se casen entre sí y vivan en paz y prosperidad mutua.
Los hijos de Jacob se enfurecen cuando escuchan sobre la deshonra de su hermana. Consideran el acto de Siquem una afrenta no solo a Dina sino a toda su familia. En su respuesta, vemos un profundo sentido de honor familiar y la importancia de la pureza dentro de la comunidad del pacto. Expresan su indignación: "Se llenaron de dolor y furia, porque Siquem había hecho una cosa escandalosa en Israel al acostarse con la hija de Jacob, una cosa que no debería hacerse" (Génesis 34:7, NVI).
Hamor intenta negociar con Jacob y sus hijos, ofreciendo generosas dotes y la perspectiva de integración económica y social. Sin embargo, los hijos de Jacob acuerdan engañosamente el matrimonio con una condición: que todos los hombres de Siquem sean circuncidados. Dicen: "No podemos dar a nuestra hermana a un hombre que no esté circuncidado, porque eso sería una desgracia para nosotros. Entraremos en un acuerdo con ustedes con una sola condición: que se vuelvan como nosotros circuncidando a todos sus hombres. Entonces les daremos nuestras hijas y tomaremos sus hijas para nosotros. Nos estableceremos entre ustedes y nos convertiremos en un solo pueblo con ustedes" (Génesis 34:14-16, NVI).
Hamor y Siquem aceptan esta condición y convencen a los hombres de su ciudad para que se sometan a la circuncisión, presentándolo como una alianza beneficiosa. Sin embargo, los hijos de Jacob no tienen intención de honrar el acuerdo. En cambio, explotan la vulnerabilidad de los siquemitas. Tres días después de la circuncisión, mientras los hombres de Siquem aún están en dolor y no pueden defenderse, Simeón y Leví, los hermanos de Dina, toman sus espadas y atacan la ciudad, matando a todos los hombres, incluidos Hamor y Siquem. Luego rescatan a Dina de la casa de Siquem.
La narrativa continúa: "Los hijos de Jacob llegaron sobre los cadáveres y saquearon la ciudad donde su hermana había sido deshonrada. Se apoderaron de sus rebaños y manadas y asnos y todo lo demás de ellos en la ciudad y en los campos. Se llevaron todas sus riquezas y todas sus mujeres y niños, tomando como botín todo lo que había en las casas" (Génesis 34:27-29, NVI).
Jacob está profundamente preocupado por las acciones de sus hijos. Teme la represalia de las tribus cananeas y ferezeas circundantes, lo que podría poner en peligro a toda su casa. Reprende a Simeón y Leví: "Me han traído problemas al hacerme odioso a los cananeos y ferezeos, la gente que vive en esta tierra. Somos pocos en número, y si se unen contra mí y me atacan, yo y mi casa seremos destruidos" (Génesis 34:30, NVI).
Simeón y Leví, sin embargo, justifican sus acciones apelando al honor de su hermana: "¿Debería él haber tratado a nuestra hermana como una prostituta?" (Génesis 34:31, NVI). Esta pregunta retórica subraya su creencia de que su retribución violenta era una defensa necesaria del honor y la justicia familiar.
La historia de Dina plantea varias preguntas y temas profundos para la reflexión. Primero, destaca la vulnerabilidad y victimización de las mujeres en las sociedades patriarcales antiguas. La voz de Dina está notablemente ausente de la narrativa, y su destino está en gran medida determinado por las acciones y decisiones de los hombres a su alrededor. Esto invita a la contemplación sobre la dignidad y el valor de los individuos, especialmente las mujeres, en la narrativa bíblica y en la aplicación contemporánea.
En segundo lugar, la narrativa aborda la ética de la retribución y la justicia. Si bien las acciones de Simeón y Leví están impulsadas por un sentido de indignación justa, su engaño y la masacre subsiguiente plantean preocupaciones morales y éticas. Su respuesta, aunque aborda el mal inmediato hecho a Dina, resulta en una violencia y sufrimiento más amplios, afectando vidas inocentes.
En tercer lugar, la historia subraya las complejidades de la lealtad familiar y las tensiones entre las acciones individuales y las consecuencias colectivas. El miedo de Jacob a la represalia y su preocupación por la supervivencia de su casa reflejan la naturaleza precaria de su estancia en Canaán y las implicaciones más amplias de las acciones de sus hijos.
En el contexto teológico más amplio, la historia de Dina sirve como un precursor de las leyes y enseñanzas éticas más completas que más tarde se codificarán en la Ley Mosaica. La narrativa anticipa la necesidad de un enfoque más estructurado y justo para tratar los problemas de la violencia sexual, la retribución y las relaciones intercomunitarias, que se abordarán en las leyes dadas a Israel en el Sinaí.
Además, la historia de Dina puede verse como parte del tema más amplio de la providencia de Dios y el desarrollo de su plan redentor. A pesar de los fracasos morales y las complejidades de las acciones humanas, los propósitos de Dios continúan avanzando. La narrativa de Génesis, con sus muchos relatos de la fragilidad humana y la fidelidad divina, en última instancia, apunta a la necesidad de un Salvador que traerá verdadera justicia, sanación y reconciliación.
En conclusión, la historia de Dina en Génesis 34 es una narrativa multifacética que invita a una profunda reflexión sobre cuestiones de justicia, honor y la condición humana. Desafía a los lectores a considerar las implicaciones éticas de sus acciones y las formas en que defienden la dignidad y el valor de todos los individuos. Como parte del canon bíblico más amplio, apunta a la necesidad de justicia divina y la esperanza de redención a través de Jesucristo.