Bezalel, una figura de gran importancia en la construcción del Tabernáculo, emerge de las páginas del Antiguo Testamento como un artesano divinamente inspirado. Su historia se encuentra principalmente en el libro del Éxodo, donde se le presenta como un individuo dotado de manera única por Dios con las habilidades necesarias para liderar la construcción del espacio sagrado que serviría como la morada de Dios entre los israelitas.
La narrativa de Bezalel comienza en Éxodo 31:1-5, donde Dios habla a Moisés, diciendo: "Mira, he llamado por nombre a Bezalel, hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá. Y lo he llenado con el Espíritu de Dios, en sabiduría, en entendimiento, en conocimiento y en toda clase de obra, para diseñar obras artísticas, para trabajar en oro, en plata, en bronce, en cortar joyas para engastar, en tallar madera y para trabajar en toda clase de obra." Esta introducción es profunda, ya que destaca que las habilidades de Bezalel no son meramente talentos naturales, sino que están mejoradas y guiadas por el Espíritu de Dios. Este empoderamiento divino subraya la naturaleza sagrada del trabajo que debe emprender.
El papel de Bezalel en la construcción del Tabernáculo fue fundamental. Como el principal artesano, era responsable de supervisar la construcción del propio Tabernáculo, así como de elaborar sus intrincados muebles y objetos sagrados. El Tabernáculo debía ser un santuario móvil, un lugar donde Dios se encontraría con Su pueblo, y requería el más alto nivel de artesanía para reflejar la santidad y la grandeza de su propósito. El trabajo de Bezalel incluía el Arca de la Alianza, con su propiciatorio y querubines, la mesa para el pan de la proposición, el candelabro de oro, el altar del incienso, el altar del holocausto y la fuente, entre otros elementos (Éxodo 37-38).
La elección de Bezalel, de la tribu de Judá, también es significativa. Judá fue la tribu de la que más tarde vendría el rey David y, en última instancia, el propio Jesucristo. Esta conexión puede sugerir un presagio de la morada definitiva de Dios con la humanidad, a través de Cristo, quien a menudo se refiere como el verdadero Templo (Juan 2:19-21). La artesanía de Bezalel, por lo tanto, no solo se trata de construir un espacio físico, sino también de señalar simbólicamente el cumplimiento futuro de la presencia de Dios con Su pueblo.
Otro aspecto del papel de Bezalel fue su colaboración con Oholiab, de la tribu de Dan, quien fue designado como su asistente (Éxodo 31:6). Esta asociación enfatiza la naturaleza comunitaria del trabajo y la unidad requerida entre los israelitas para cumplir los mandatos de Dios. La participación de múltiples tribus en la construcción del Tabernáculo puede verse como una representación de la unidad y diversidad dentro del cuerpo de Cristo, donde diferentes dones y talentos se unen para la gloria de Dios (1 Corintios 12:4-7).
Las instrucciones detalladas dadas a Bezalel y a los otros artesanos no eran meramente sugerencias, sino planes divinamente ordenados que reflejaban las realidades celestiales (Hebreos 8:5). Esta meticulosa atención al detalle refleja la precisión y el orden inherentes a la creación de Dios y Su plan de redención. La obediencia de Bezalel a estas instrucciones es un testimonio de su fidelidad y reverencia por la santidad de Dios.
Además, la historia de Bezalel destaca la integración del arte y la fe. Su trabajo como artista no estaba separado de su espiritualidad; más bien, era una expresión de ella. La belleza y la artesanía del Tabernáculo eran actos de adoración, reflejando la gloria del Creador. Esta conexión entre el arte y la adoración continúa inspirando a los artistas cristianos hoy, recordándoles que su creatividad puede ser una forma de servicio a Dios.
El relato de Bezalel también sirve como un recordatorio de la importancia del llamado vocacional y el uso de los dones de uno para el servicio de Dios y la comunidad. En un sentido más amplio, la historia de Bezalel anima a los creyentes a reconocer y cultivar sus talentos dados por Dios, entendiendo que cada habilidad y capacidad tiene un lugar en la obra del reino de Dios. Ya sea en el arte, el liderazgo, la enseñanza o cualquier otro campo, los cristianos están llamados a usar sus dones para edificar el cuerpo de Cristo y contribuir a la misión de la Iglesia.
En resumen, Bezalel fue un maestro artesano, elegido y empoderado por Dios para liderar la construcción del Tabernáculo. Su papel fue crucial en la creación de un espacio donde la presencia de Dios pudiera habitar entre Su pueblo, y su historia está llena de ideas teológicas y espirituales. A través de su ejemplo, vemos la importancia de usar nuestros talentos al servicio de Dios, la integración del arte y la fe, y la unidad de dones diversos dentro de la comunidad de creyentes. El legado de Bezalel es un testimonio de la verdad perdurable de que todo trabajo hecho para la gloria de Dios es sagrado y significativo.