¿Quiénes son los judíos en la Biblia?

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La cuestión de quiénes son los judíos en la Biblia es profunda, profundamente arraigada en la narrativa del Antiguo Testamento, particularmente en el libro de Génesis. Para entender los orígenes e identidad de los judíos, debemos adentrarnos en la historia de los patriarcas: Abraham, Isaac y Jacob, y la relación de pacto establecida entre Dios y estos antepasados del pueblo judío.

El término "judío" en sí mismo se deriva del nombre Judá, uno de los doce hijos de Jacob. Sin embargo, la identidad del pueblo judío comienza antes, con Abraham, quien es considerado el padre de la nación judía. En Génesis 12:1-3, Dios llama a Abram (más tarde renombrado Abraham) a dejar su país y promete convertirlo en una gran nación:

"El Señor le había dicho a Abram: 'Vete de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Haré de ti una gran nación, y te bendeciré; engrandeceré tu nombre, y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga, maldeciré; y por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra.'" (Génesis 12:1-3, NVI)

Este pasaje marca el comienzo del pueblo judío, ya que los descendientes de Abraham son aquellos a través de quienes se cumplirían las promesas de Dios. La obediencia de Abraham al llamado de Dios y su fe en las promesas de Dios son fundamentales para la identidad del pueblo judío.

El hijo de Abraham, Isaac, y su nieto Jacob (más tarde renombrado Israel) continúan esta línea. Los doce hijos de Jacob se convierten en los progenitores de las doce tribus de Israel. La narrativa de Génesis 29-30 detalla los nacimientos de estos hijos, quienes forman la base de la nación de Israel. Entre estos hijos está Judá, cuyos descendientes serían conocidos como judíos.

El nombre "Israel" en sí mismo proviene de Jacob, quien recibió este nombre después de luchar con Dios en Génesis 32:28:

"Entonces el hombre dijo: 'Tu nombre ya no será Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.'" (Génesis 32:28, NVI)

Así, las personas que descienden de Jacob son llamadas israelitas. El término "judío" se refiere específicamente a los descendientes de Judá, pero con el tiempo se ha utilizado más ampliamente para referirse a todos los israelitas, especialmente después del exilio babilónico cuando la identidad de las tribus se volvió menos distintiva.

La historia de los judíos en la Biblia no se trata solo de linaje; también se trata de la relación de pacto con Dios. Este pacto se reitera y expande en varios pasajes. Por ejemplo, en Génesis 17:7-8, Dios promete a Abraham:

"Estableceré mi pacto como un pacto eterno entre mí y tú y tus descendientes después de ti por las generaciones venideras, para ser tu Dios y el Dios de tus descendientes después de ti. Toda la tierra de Canaán, donde ahora resides como extranjero, la daré como posesión eterna a ti y a tus descendientes después de ti; y seré su Dios." (Génesis 17:7-8, NVI)

Este pacto es central para la identidad del pueblo judío. Significa una relación especial con Dios, marcada por promesas de tierra, nación y bendición. La señal de este pacto es la circuncisión, como se describe en Génesis 17:10-14, que se convierte en una marca distintiva del pueblo judío.

La narrativa de los judíos continúa a través de las historias de los patriarcas, el éxodo de Egipto y la entrega de la Ley en el Monte Sinaí. En Éxodo 19:5-6, Dios habla a los israelitas a través de Moisés:

"Ahora bien, si me obedecen plenamente y guardan mi pacto, entonces de entre todas las naciones serán mi tesoro especial. Aunque toda la tierra es mía, ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación santa." (Éxodo 19:5-6, NVI)

Este pasaje destaca el llamado del pueblo judío a ser una nación santa, apartada para los propósitos de Dios. La entrega de la Ley, o Torá, proporciona las pautas para cómo los judíos deben vivir en relación con Dios y entre sí. La Torá es central para la identidad y práctica judía, moldeando su vida comunitaria y religiosa.

A lo largo del Antiguo Testamento, los judíos son representados como el pueblo elegido de Dios, pero su historia también es una de lucha, fidelidad y fracaso. Los libros históricos, los profetas y los escritos del Antiguo Testamento relatan los desafíos que enfrentaron los judíos, sus períodos de fidelidad y apostasía, y los llamados proféticos a regresar a su relación de pacto con Dios.

El exilio y el posterior regreso a la tierra de Israel son eventos significativos en la historia judía. El exilio babilónico en el siglo VI a.C. fue un punto de inflexión, ya que muchos judíos fueron llevados cautivos y el templo en Jerusalén fue destruido. El regreso del exilio y la reconstrucción del templo, como se describe en los libros de Esdras y Nehemías, marcan un período de renovación y restablecimiento de la identidad judía.

En resumen, los judíos en la Biblia son los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob, particularmente a través del hijo de Jacob, Judá. Su identidad está formada por su relación de pacto con Dios, su linaje y su adherencia a la Torá. Esta identidad no es solo étnica, sino también religiosa y comunitaria, arraigada en las promesas y el llamado de Dios. La historia de los judíos es una de fe, lucha y la promesa perdurable de la fidelidad de Dios.

El Nuevo Testamento continúa esta narrativa, con la venida de Jesucristo, quien es él mismo un judío de la tribu de Judá. La vida, muerte y resurrección de Jesús cumplen muchas de las profecías y promesas del Antiguo Testamento, y sus seguidores, tanto judíos como gentiles, son injertados en la línea espiritual de Abraham, como explica Pablo en Romanos 11. Así, la identidad de los judíos en la Biblia es fundamental no solo para el Antiguo Testamento, sino también para la historia en desarrollo del plan redentor de Dios para toda la humanidad.

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