El capítulo 9 del Éxodo continúa la narrativa dramática de las plagas que Dios envía sobre Egipto para obligar al faraón a liberar a los israelitas de la esclavitud. Este capítulo relata específicamente la quinta, sexta y séptima plagas: la muerte del ganado, las úlceras y el granizo. Cada plaga sirve como testimonio del poder de Dios y un desafío directo a la terquedad del faraón.
El capítulo comienza con la quinta plaga: la muerte del ganado. El Señor instruye a Moisés a ir al faraón y entregar un mensaje: “Deja ir a mi pueblo, para que me sirva” (Éxodo 9:1, NVI). Si el faraón se niega, Dios traerá una plaga severa sobre el ganado de Egipto. Esta plaga es selectiva, ya que perdona al ganado de los israelitas mientras devasta a los animales de los egipcios. Al día siguiente, como se prometió, el ganado de los egipcios muere en masa, pero ni un solo animal perteneciente a los israelitas es dañado. A pesar de esta clara demostración del poder divino y la diferenciación, el faraón sigue obstinado y se niega a dejar ir a los israelitas.
Después de esto, se introduce la sexta plaga: las úlceras. El Señor instruye a Moisés y Aarón a tomar puñados de hollín de un horno y lanzarlo al aire en presencia del faraón. El hollín se convierte en polvo fino sobre la tierra de Egipto, causando que úlceras purulentas broten en personas y animales por toda la tierra (Éxodo 9:8-9, NVI). Esta plaga aflige a todos, incluidos los magos de Egipto, que no pueden mantenerse en pie ante Moisés debido a las úlceras. Esta plaga muestra el control de Dios sobre la salud y la aflicción, demostrando aún más Su supremacía sobre los dioses de Egipto. Sin embargo, a pesar del sufrimiento de su pueblo y sus consejeros, el corazón del faraón sigue endurecido y no libera a los israelitas.
Luego se anuncia la séptima plaga, el granizo. El Señor instruye a Moisés a confrontar al faraón temprano en la mañana y advertirle de una devastadora tormenta de granizo que golpeará Egipto si no cede. El mensaje de Dios a través de Moisés es claro: “Enviaré todas mis plagas contra ti, tus oficiales y tu pueblo, para que sepas que no hay nadie como yo en toda la tierra” (Éxodo 9:14, NVI). Esta plaga es un ataque directo a la creencia egipcia en la capacidad de sus dioses para protegerlos de calamidades naturales. El poder de Dios sobre los elementos demuestra Su soberanía y autoridad suprema.
Moisés advierte al faraón y a los egipcios que lleven a su ganado y sirvientes al interior para evitar el granizo mortal. Algunos hacen caso a la advertencia y refugian a sus animales y sirvientes, mientras que otros la ignoran. Cuando Moisés extiende su vara hacia el cielo, el Señor envía truenos, granizo y relámpagos que golpean el suelo, causando una devastación generalizada. La tormenta de granizo es como ninguna que Egipto haya visto antes, destruyendo cultivos, árboles y todo ser vivo que queda al aire libre. La tierra de Gosén, donde viven los israelitas, una vez más es perdonada, subrayando la protección de Dios sobre Su pueblo.
El faraón, ahora enfrentado a la abrumadora destrucción, convoca a Moisés y Aarón y admite su pecado, diciendo: “Esta vez he pecado. El Señor tiene razón, y yo y mi pueblo estamos equivocados” (Éxodo 9:27, NVI). Suplica a Moisés que ore al Señor para que termine la plaga, prometiendo dejar ir a los israelitas. Moisés acepta orar pero advierte al faraón que no lo engañe nuevamente. Después de que Moisés ora, el granizo cesa y los cielos se despejan. Sin embargo, una vez que el peligro inmediato ha pasado, el corazón del faraón se endurece una vez más y reniega de su promesa, negándose a dejar ir a los israelitas.
El capítulo 9 del Éxodo es una narrativa poderosa de la búsqueda implacable de Dios por la justicia y la liberación de Su pueblo. El capítulo destaca varios temas teológicos clave:
Soberanía de Dios: Cada plaga demuestra el control de Dios sobre varios aspectos de la creación, desde el ganado y la salud hasta el clima. Esto subraya Su supremacía sobre los dioses de Egipto y Su autoridad sobre toda la creación.
Justicia Divina: Las plagas son una respuesta a la opresión y el sufrimiento de los israelitas. Las acciones de Dios están dirigidas a liberar a Su pueblo y castigar a los egipcios por su crueldad.
Terquedad Humana y Paciencia Divina: Las repetidas negativas del faraón a obedecer los mandatos de Dios a pesar de las claras señales y maravillas destacan la terquedad humana y la dureza de corazón. Al mismo tiempo, la persistencia de Dios en enviar a Moisés y las plagas refleja Su paciencia y determinación para lograr Sus propósitos.
Protección y Favor para el Pueblo de Dios: La distinción entre los egipcios y los israelitas en las plagas, particularmente en el perdón del ganado y la tierra israelita, enfatiza la protección especial y el favor de Dios para Su pueblo elegido.
Arrepentimiento y Recaída: El arrepentimiento temporal del faraón cuando se enfrenta a la severidad de las plagas, seguido de su recaída en la terquedad una vez que la amenaza inmediata se elimina, sirve como una advertencia sobre la naturaleza del verdadero arrepentimiento y el peligro de las promesas insinceras.
En resumen, el capítulo 9 del Éxodo es un relato vívido y dramático del poder y la justicia de Dios en acción. Sirve como un recordatorio de Su soberanía, las consecuencias de la dureza de corazón y Su compromiso inquebrantable con la liberación y protección de Su pueblo. El capítulo invita a los lectores a reflexionar sobre sus propias respuestas a los mandatos de Dios y la importancia del arrepentimiento y la obediencia genuinos.