El capítulo de apertura de Génesis presenta una narrativa profunda que ha intrigado a teólogos, eruditos y creyentes durante siglos. El relato de la creación, tal como se describe en Génesis 1, no solo es fundamental para la cosmovisión judeocristiana, sino que también está lleno de implicaciones e ideas teológicas. Uno de los aspectos intrigantes de esta narrativa es la creación de la luz en el primer día, mientras que el sol, la luna y las estrellas no son creados hasta el cuarto día. Este orden de creación plantea preguntas sobre la naturaleza y el significado de la luz en el relato de Génesis, particularmente en su separación de los cuerpos celestes que normalmente asociamos con la luz.
Para entender el significado de que la luz sea creada antes que el sol, es importante considerar el contexto teológico y literario más amplio de Génesis. La narrativa de la creación no es meramente un relato cronológico de cómo llegó a ser el mundo; es una proclamación teológica sobre la naturaleza de Dios y su relación con la creación. La secuenciación deliberada de eventos en Génesis sirve para transmitir verdades más profundas sobre Dios y el universo que Él creó.
En Génesis 1:3-5, leemos: "Y dijo Dios: 'Sea la luz', y fue la luz. Dios vio que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas. Dios llamó a la luz 'día', y a las tinieblas llamó 'noche'. Y fue la tarde y fue la mañana: el primer día". La creación de la luz como el primer acto de Dios en la narrativa de la creación enfatiza el tema del orden emergiendo del caos. La tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas cubrían la faz del abismo. Al hablar la luz a la existencia, Dios comienza el proceso de traer orden, estructura y propósito al cosmos.
La luz, en la literatura bíblica, a menudo simboliza la presencia y la gloria de Dios. En el Salmo 104:2, se describe a Dios como cubriéndose "de luz como de vestidura". De manera similar, en el Nuevo Testamento, 1 Juan 1:5 declara: "Dios es luz; en él no hay tinieblas en absoluto". La creación de la luz antes que el sol puede verse como una declaración teológica sobre la soberanía de Dios y su trascendencia sobre la creación. Dios no depende del sol ni de ningún cuerpo celeste para proporcionar luz; más bien, Él es la fuente última de luz y vida. Esto subraya la idea de que Dios no está sujeto a las leyes físicas del universo que Él creó, sino que Él es el autor de esas leyes.
Además, la separación de la luz de las tinieblas en el primer día establece el escenario para los actos subsiguientes de la creación. Establece un ritmo y un patrón que se repite a lo largo de la semana de la creación: Dios habla, la creación responde, Dios evalúa y luego nombra. Este patrón destaca la autoridad y la intencionalidad de Dios en la creación. El acto de nombrar es significativo en el contexto del antiguo Cercano Oriente, ya que significa dominio y autoridad. Al nombrar la luz "día" y las tinieblas "noche", Dios afirma su dominio sobre el tiempo y el orden natural.
Teológicamente, la creación de la luz antes que el sol también sirve para distinguir entre el Creador y la creación. En muchas culturas antiguas, el sol era adorado como una deidad, una fuente de vida y sustento. Al crear la luz independientemente del sol, el relato de Génesis subvierte estas nociones paganas y afirma la creencia monoteísta de que solo Dios es el Creador y sustentador de todas las cosas. Esta distinción se refuerza en Deuteronomio 4:19, donde se advierte a los israelitas que no se dejen seducir para adorar cuerpos celestes, que son creados por Dios para el beneficio de la humanidad.
Además, la creación de la luz antes que el sol puede verse como un presagio de la esperanza escatológica encontrada en la fe cristiana. En el libro de Apocalipsis, encontramos una descripción de los nuevos cielos y la nueva tierra, donde no habrá necesidad de que el sol o la luna brillen, "porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lámpara" (Apocalipsis 21:23). Esta imagen hace eco del relato de Génesis, sugiriendo que el cumplimiento último de la creación se encuentra en la presencia de Dios, quien es la verdadera luz del mundo.
El significado de que la luz sea creada antes que el sol también invita a reflexionar sobre la naturaleza de la revelación divina. Así como la luz ilumina y revela lo que está oculto en la oscuridad, la revelación de Dios trae entendimiento y claridad a la humanidad. La Palabra de Dios, tanto en la creación como en las Escrituras, se describe como una luz para guiar y dirigir. El Salmo 119:105 declara: "Tu palabra es una lámpara a mis pies, una luz en mi camino". En este sentido, la creación de la luz simboliza el poder iluminador de la verdad de Dios, que disipa la oscuridad de la ignorancia y el pecado.
En la teología cristiana, Jesucristo es identificado como la verdadera luz que ha venido al mundo. En Juan 8:12, Jesús declara: "Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida". Esta identificación de Cristo con la luz refuerza el tema de que la verdadera iluminación y vida se encuentran en una relación con Dios a través de Jesucristo. La creación de la luz en Génesis, por lo tanto, puede verse como un precursor de la obra redentora de Cristo, quien trae luz y vida espiritual a un mundo oscurecido por el pecado.
En conclusión, la creación de la luz antes que el sol en Génesis está llena de significado teológico. Subraya la soberanía y trascendencia de Dios, establece el orden y la estructura de la creación, distingue al Creador de la creación y presagia el cumplimiento último de la creación en la presencia de Dios. También destaca el poder iluminador de la revelación divina y la obra redentora de Cristo como la verdadera luz del mundo. A través de esta narrativa profunda, los creyentes son invitados a reflexionar sobre la naturaleza de Dios, el propósito de la creación y la esperanza de la vida eterna en la luz de la gloria de Dios.