El Shema es una de las oraciones más centrales y significativas en la práctica religiosa judía, y su importancia se extiende profundamente en el tejido de la identidad y espiritualidad judía. Se encuentra en Deuteronomio 6:4-9, el Shema dice:
"Escucha, Israel: El SEÑOR nuestro Dios, el SEÑOR es uno. Ama al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Estos mandamientos que te doy hoy deben estar en tu corazón. Impresionarlos en tus hijos. Habla de ellos cuando te sientes en casa y cuando camines por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Átalos como símbolos en tus manos y llévalos en tu frente. Escríbelos en los marcos de las puertas de tus casas y en tus puertas."
El Shema comienza con la declaración, "Escucha, Israel," que en hebreo es "Shema Yisrael," dando a la oración su nombre. Esta línea de apertura es un llamado a escuchar e internalizar la profunda verdad de la unidad y singularidad de Dios. La frase "El SEÑOR nuestro Dios, el SEÑOR es uno" encapsula la esencia monoteísta de la fe judía, afirmando que solo hay un Dios que es el soberano y creador último del universo.
El significado teológico del Shema no puede ser exagerado. Sirve como una piedra angular de la creencia judía, enfatizando la unicidad y singularidad de Dios. Esta declaración contrasta con las creencias politeístas prevalentes en el antiguo Cercano Oriente, donde se adoraban múltiples dioses. Al afirmar la unicidad de Dios, el Shema establece la base para una relación con una deidad única y todopoderosa que exige devoción y amor exclusivos.
Además, el Shema llama a un amor holístico por Dios, abarcando corazón, alma y fuerza. Esta tríada significa la totalidad de la devoción humana: emocional, espiritual y física. En esencia, es un llamado a amar a Dios con cada aspecto del ser. Este amor integral por Dios no es meramente un sentimiento interno, sino que debe expresarse a través de acciones y obediencia a los mandamientos de Dios.
El Shema se recita dos veces al día, durante las oraciones de la mañana (Shacharit) y de la noche (Ma'ariv), cumpliendo con la orden bíblica de hablar de estas palabras "cuando te acuestes y cuando te levantes" (Deuteronomio 6:7). Esta recitación dos veces al día subraya el recuerdo continuo y el reconocimiento de la presencia y los mandamientos de Dios en la vida de un judío.
Además de su recitación diaria, el Shema también es una parte central de otros rituales judíos. Se recita durante el servicio de Yom Kipur, el día más solemne del calendario judío, así como durante los momentos finales de la vida de una persona, sirviendo como una declaración de fe y compromiso con Dios hasta el final.
El Shema también juega un papel crítico en la educación y crianza de los niños judíos. El mandato de "impresionarlos en tus hijos" (Deuteronomio 6:7) destaca la importancia de transmitir el conocimiento y el amor de Dios a la próxima generación. Esta transmisión de fe no se limita a la educación formal, sino que se integra en la vida diaria y las conversaciones dentro de la familia. Al discutir los mandamientos de Dios "cuando te sientes en casa y cuando camines por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes," el Shema fomenta un estilo de vida donde la conciencia de la presencia de Dios permea cada momento.
El Shema incluye instrucciones para varias acciones simbólicas que sirven como recordatorios físicos de los mandamientos de Dios. El mandato de "atarlos como símbolos en tus manos y llevarlos en tu frente" (Deuteronomio 6:8) se cumple a través de la práctica de usar tefilín, pequeñas cajas de cuero negro que contienen pergaminos con versículos de la Torá, incluido el Shema, que se atan al brazo y la frente durante las oraciones matutinas de los días de semana. Esta práctica sirve como una expresión tangible de devoción y un recordatorio de mantener los mandamientos de Dios cerca de la mente y las acciones.
De manera similar, la instrucción de "escribirlos en los marcos de las puertas de tus casas y en tus puertas" (Deuteronomio 6:9) se observa a través de la fijación de mezuzot, pequeñas cajas que contienen pergaminos con el Shema, en los postes de las puertas de las casas judías. Este acto sirve como un recordatorio constante de la presencia y los mandamientos de Dios al entrar y salir de su hogar, reforzando la idea de que el hogar es un lugar de santidad y presencia divina.
Aunque el Shema es una oración distintivamente judía, sus temas y principios también han influido en el pensamiento cristiano. Jesús mismo hizo referencia al Shema cuando se le preguntó sobre el mayor mandamiento. En Marcos 12:29-30, Jesús comienza su respuesta citando el Shema, afirmando la importancia de amar a Dios con todo el corazón, alma, mente y fuerza. Esta continuidad subraya la naturaleza fundamental del llamado del Shema al amor y la devoción en ambas tradiciones, judía y cristiana.
En resumen, el Shema es una profunda declaración de fe, amor y compromiso con Dios que ocupa un lugar central en la práctica religiosa judía. Su significado teológico, observancia ritual, rol educativo y acciones simbólicas contribuyen a su importancia perdurable en la fe judía. Al afirmar la unicidad de Dios y llamar a un amor holístico por Dios, el Shema sirve como un recordatorio diario de los principios fundamentales del judaísmo y la presencia continua de Dios en la vida del pueblo judío.