¿Cómo describe el Salmo 35 la justicia de Dios?

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El Salmo 35 es una pieza poderosa y evocadora de las Escrituras, atribuida al Rey David, que ilustra profundamente la justicia de Dios en el contexto de la lucha personal, la justicia divina y la relación del creyente con Dios. El salmo es una súplica apasionada por la liberación de los enemigos, un llamado a la intervención divina y una afirmación del juicio justo de Dios.

El Salmo 35 se puede dividir en tres secciones principales: versículos 1-10, 11-18 y 19-28. Cada sección contribuye de manera única al tema general de la justicia de Dios, y juntas crean una imagen completa de la justicia y fidelidad divinas.

En la primera sección, versículos 1-10, David clama a Dios por ayuda contra sus adversarios. Utiliza imágenes vívidas de batalla, pidiendo a Dios que "contienda, oh Señor, con los que contienden conmigo; pelea contra los que pelean contra mí!" (Salmo 35:1, ESV). El lenguaje aquí es marcial, representando a Dios como un guerrero divino que toma escudo y broquel para proteger a Su siervo. Esta imagen subraya la justicia de Dios como defensor de los inocentes y oprimidos. La súplica de David no es solo por vindicación personal, sino por la manifestación de la justicia de Dios. Confía en que Dios, en Su justicia, actuará contra aquellos que lo persiguen injustamente.

La confianza de David en la justicia de Dios se destaca aún más en los versículos 7-8, donde describe la intención maliciosa de sus enemigos: "Porque sin causa escondieron su red para mí; sin causa cavaron una fosa para mi vida. ¡Que la destrucción venga sobre él cuando no lo sepa! Y que la red que escondió lo atrape; que caiga en ella, para su destrucción!" (Salmo 35:7-8, ESV). Aquí, David apela al juicio justo de Dios para que los planes de los malvados se vuelvan contra ellos mismos. Esto refleja una profunda creencia en el orden moral sostenido por Dios, donde las malas acciones finalmente llevan a la caída del malhechor.

La segunda sección, versículos 11-18, cambia el enfoque a la traición personal y las falsas acusaciones que enfrenta David. Lamenta cómo aquellos a quienes una vez trató con bondad se han vuelto contra él: "Pero en mi tropiezo se regocijaron y se reunieron; se reunieron contra mí; miserables que no conocía me desgarraron sin cesar; como burladores profanos en una fiesta, rechinan sus dientes contra mí" (Salmo 35:15-16, ESV). A pesar del dolor de la traición, David no busca venganza personal, sino que llama a la intervención justa de Dios. Esta sección enfatiza la justicia de Dios como refugio y defensor de aquellos que sufren injustamente.

La súplica de David en el versículo 17, "¿Hasta cuándo, oh Señor, mirarás? Rescátame de su destrucción, mi preciosa vida de los leones!" (Salmo 35:17, ESV), es una expresión conmovedora de su confianza en el tiempo y la justicia de Dios. Cree que Dios ve su sufrimiento y actuará con justicia, incluso si la liberación no es inmediata. Esta paciencia y fe en el juicio justo de Dios es un tema recurrente en los Salmos y es un testimonio de la fe duradera del creyente.

La sección final, versículos 19-28, es un llamado a la vindicación y una declaración de alabanza por la justicia de Dios. David contrasta el engaño y la malicia de sus enemigos con la justicia de Dios, quien "se deleita en el bienestar de su siervo" (Salmo 35:27, ESV). Ora por aquellos que se regocijan en su vindicación y les pide que digan continuamente, "¡Grande es el Señor, que se deleita en el bienestar de su siervo!" (Salmo 35:27, ESV). Esta sección culmina con una promesa de alabanza pública: "Entonces mi lengua hablará de tu justicia y de tu alabanza todo el día" (Salmo 35:28, ESV).

El compromiso de David de proclamar la justicia de Dios subraya el aspecto público y comunitario de la justicia divina. No es solo un asunto privado, sino un testimonio al mundo de la fidelidad y justicia de Dios. De esta manera, el Salmo 35 sirve tanto como un lamento personal como una declaración comunitaria del carácter justo de Dios.

A lo largo del Salmo 35, la justicia de Dios se representa como multifacética. Es protectora, ya que Dios defiende a los inocentes y oprimidos. Es justa, ya que Dios vuelve los planes de los malvados contra ellos mismos. Es paciente, ya que Dios ve y actúa en Su tiempo perfecto. Y es digna de alabanza, ya que los actos justos de Dios deben ser proclamados y celebrados por la comunidad de creyentes.

Los temas de protección y justicia divina en el Salmo 35 resuenan con otras partes del Antiguo Testamento. Por ejemplo, en Deuteronomio 32:4, Dios es descrito como "La Roca, su obra es perfecta, porque todos sus caminos son justicia. Un Dios de fidelidad y sin iniquidad, justo y recto es él" (ESV). Este versículo hace eco de la justicia de Dios como se describe en el Salmo 35, afirmando que los caminos de Dios son justos y perfectos.

Además, el Nuevo Testamento también refleja estos temas, particularmente en las enseñanzas de Jesús. En las Bienaventuranzas, Jesús dice, "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados" (Mateo 5:6, ESV). Esta bienaventuranza se alinea con el anhelo de David por la intervención justa de Dios y su confianza en que Dios finalmente satisfará el clamor por justicia.

En la literatura cristiana, la justicia de Dios como se retrata en el Salmo 35 ha sido una fuente de consuelo e inspiración para muchos. Por ejemplo, en su "Comentario sobre los Salmos", Juan Calvino escribe, "David, siendo oprimido injustamente por sus enemigos, se refugia en Dios, el Juez justo, y le encomienda su causa. No duda de que Dios tomará su parte y lo librará de la violencia de los malvados." La interpretación de Calvino enfatiza la confianza y seguridad que los creyentes pueden tener en el juicio justo de Dios.

En conclusión, el Salmo 35 proporciona una representación profunda y multifacética de la justicia de Dios. A través de imágenes vívidas, súplicas sentidas y declaraciones de alabanza, David ilustra a un Dios que es justo, protector, paciente y digno de alabanza. Este salmo anima a los creyentes a confiar en el carácter justo de Dios, a buscar Su intervención en tiempos de angustia y a proclamar Su justicia y fidelidad al mundo. Al reflexionar sobre el Salmo 35, se nos recuerda la verdad perdurable de que la justicia de Dios es una fuente de esperanza, consuelo y fortaleza para todos los que invocan Su nombre.

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