El Salmo 37 es el Salmo que habla sobre encomendar tu camino al Señor. Este Salmo, atribuido a David, es una pieza profunda de literatura de sabiduría que anima a los creyentes a confiar en Dios y vivir rectamente a pesar del aparente éxito de los malvados. Ofrece un hermoso tapiz de promesas divinas y consejos prácticos, instando a los fieles a encomendar sus caminos al Señor.
El Salmo 37:5 dice: "Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará." Este versículo encapsula la esencia del mensaje del Salmo, que es uno de confianza, paciencia y dependencia última en la fidelidad y justicia de Dios.
La palabra hebrea traducida como "encomienda" en este versículo es "galal", que literalmente significa "rodar". La imagen aquí es vívida: es como si debiéramos rodar nuestras cargas, planes y preocupaciones sobre el Señor, confiándolos enteramente a su cuidado. Este acto de encomendar no es un evento único, sino un proceso continuo de rendir nuestra voluntad y deseos al plan soberano de Dios.
El Salmo 37 comienza con un contraste entre los justos y los malvados, instando a los creyentes a no inquietarse por los malhechores ni envidiar a los que hacen el mal. En cambio, llama a una vida de confianza y deleite en el Señor:
"No te impacientes a causa de los malignos, ni tengas envidia de los que hacen iniquidad; porque como hierba serán pronto cortados, y como la hierba verde se secarán. Confía en Jehová, y haz el bien; habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad. Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón." (Salmo 37:1-4, RVR1960)
Estos versículos iniciales establecen el tono para todo el Salmo, enfatizando que la prosperidad de los malvados es temporal y que los justos serán finalmente vindicados. El llamado a "confiar en Jehová y hacer el bien" es un tema recurrente, animando a los creyentes a centrarse en su relación con Dios y en vivir rectamente en lugar del éxito efímero de los malvados.
En el versículo 5, el salmista pasa de un consejo general a una exhortación específica: "Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará." La promesa que sigue es profunda: Dios actuará en favor de aquellos que encomiendan su camino a Él. Esta seguridad se repite en el versículo 6, que dice: "Exhibirá tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía." La imagen de la luz rompiendo la oscuridad simboliza la claridad y justicia que Dios traerá a las vidas de aquellos que confían en Él.
El concepto de encomendar el camino al Señor se elabora más en los versículos siguientes, que enfatizan la paciencia y la confianza en el tiempo de Dios:
"Guarda silencio ante Jehová, y espera en él con paciencia; no te alteres con motivo del que prospera en su camino, por el hombre que hace maldades. Deja la ira, y desecha el enojo; no te excites en manera alguna a hacer lo malo. Porque los malignos serán destruidos, pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra." (Salmo 37:7-9, RVR1960)
Aquí, el salmista aborda la tendencia humana natural a ponerse ansioso o enojado cuando vemos prosperar a los malvados. En cambio, se nos llama a guardar silencio y esperar pacientemente en el Señor, confiando en que su justicia prevalecerá a su debido tiempo. Esta paciencia no es una resignación pasiva, sino una confianza activa en la soberanía y bondad de Dios.
El Salmo continúa contrastando el destino de los malvados con las bendiciones de los justos. Los versículos 10-11 declaran:
"Pues de aquí a poco no existirá el malo; observarás su lugar, y no estará allí. Pero los mansos heredarán la tierra, y se recrearán con abundancia de paz."
Esta promesa hace eco de las Bienaventuranzas en el Nuevo Testamento, donde Jesús dice: "Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad" (Mateo 5:5, RVR1960). Los mansos, aquellos que humildemente encomiendan su camino al Señor y confían en su justicia, disfrutarán finalmente de paz y prosperidad.
El Salmo 37 también proporciona consejos prácticos para vivir una vida encomendada. Los versículos 23-24 dicen:
"Por Jehová son ordenados los pasos del hombre, y él aprueba su camino. Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, porque Jehová sostiene su mano."
Esta seguridad de que Dios sostendrá a aquellos que se deleitan en Él es una fuente de gran consuelo. Reconoce que aunque los justos puedan enfrentar dificultades y desafíos, no serán completamente derribados porque el Señor es su apoyo.
El salmista también habla de la perspectiva a largo plazo de la fidelidad de Dios. En los versículos 25-26, David reflexiona sobre su propia experiencia de vida:
"Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan. En todo tiempo tiene misericordia, y presta; y su descendencia es para bendición."
Este testimonio refuerza la idea de que aquellos que encomiendan su camino al Señor y viven rectamente experimentarán la provisión y bendición de Dios, no solo en sus propias vidas, sino también en las vidas de sus descendientes.
El Salmo concluye con una reafirmación de la justicia de Dios y el destino final de los malvados frente a los justos:
"La salvación de los justos es de Jehová, y él es su fortaleza en el tiempo de la angustia. Jehová los ayudará y los librará; los libertará de los impíos, y los salvará, por cuanto en él esperaron." (Salmo 37:39-40, RVR1960)
Esta declaración final encapsula el tema central del Salmo: el Señor es la fuente de salvación y fortaleza para los justos. Aquellos que encomiendan su camino a Él, confían en su justicia y se refugian en su protección serán liberados de los planes de los malvados.
En resumen, el Salmo 37 ofrece una guía rica y comprensiva para vivir una vida encomendada al Señor. Aborda los desafíos de presenciar el aparente éxito de los malvados y proporciona un marco para confiar en la justicia y provisión última de Dios. Al encomendar nuestro camino al Señor, confiar en su tiempo y vivir rectamente, nos alineamos con su plan divino y experimentamos la paz y prosperidad que provienen de una vida arraigada en la fe.