¿Cuál es el mensaje principal del Salmo 90?

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El Salmo 90 es una pieza profunda y reflexiva de las Escrituras que profundiza en la naturaleza de la existencia humana en relación con la naturaleza eterna de Dios. Atribuido a Moisés, este salmo es único en el Salterio por su autoría y su tono profundamente contemplativo. Se presenta como una meditación sobre la brevedad de la vida humana, la eternidad de Dios y la sabiduría que proviene de comprender estas verdades.

El salmo comienza con una afirmación de la naturaleza eterna de Dios y su papel como el lugar de morada para todas las generaciones:

"Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación. Antes que nacieran los montes y que formaste la tierra y el mundo, desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios." (Salmo 90:1-2, NVI)

Esta apertura establece el escenario para el mensaje central del salmo: el contraste entre la naturaleza eterna de Dios y la transitoriedad humana. El salmista reconoce que Dios existe más allá del tiempo, habiendo creado el mundo y existiendo desde la eternidad hasta la eternidad. Este reconocimiento de la naturaleza eterna de Dios sirve como telón de fondo contra el cual se contrasta de manera aguda la brevedad y fragilidad de la vida humana.

La siguiente sección (versículos 3-6) enfatiza la mortalidad humana. El salmista reflexiona sobre cómo Dios devuelve a las personas al polvo, una referencia a Génesis 3:19, donde Dios le dice a Adán que volverá a la tierra de la que fue tomado. Esta imagen de volver al polvo subraya la naturaleza efímera de la vida humana. El salmista continúa:

"Mil años ante tus ojos son como el día de ayer, que ya pasó, o como una vigilia de la noche." (Salmo 90:4, NVI)

Aquí, el salmista usa un lenguaje poético para resaltar la gran diferencia entre la percepción del tiempo de Dios y la experiencia humana. Lo que parece una larga duración para los humanos es solo un momento para Dios. Esta perspectiva está destinada a humillar al lector, recordándonos nuestro tiempo limitado en la tierra.

Los versículos 7-11 profundizan en las razones de la fragilidad humana, atribuyéndola al juicio justo de Dios contra el pecado. El salmista lamenta que la vida humana sea consumida por la ira y el enojo de Dios, que es una respuesta a la iniquidad humana:

"Somos consumidos por tu ira y aterrados por tu indignación. Has puesto nuestras iniquidades delante de ti, nuestros pecados secretos a la luz de tu presencia." (Salmo 90:7-8, NVI)

Este reconocimiento del pecado y el juicio divino sirve como un recordatorio sobrio de la condición humana. Subraya la necesidad de humildad y arrepentimiento, reconociendo que nuestras vidas están bajo el juicio soberano de Dios.

El salmo luego se mueve a una reflexión conmovedora sobre la brevedad de la vida:

"Todos nuestros días pasan bajo tu ira; terminamos nuestros años con un gemido. Los días de nuestra vida llegan a setenta años, o a ochenta, si tenemos fuerzas; pero el mejor de ellos no es más que trabajo y tristeza, porque pronto pasan, y volamos." (Salmo 90:9-10, NVI)

Este pasaje es uno de los más conocidos del salmo, a menudo citado para enfatizar la brevedad de la vida humana. El salmista señala que incluso una vida larga está llena de trabajo y tristeza y que pasa rápidamente. Esta reflexión lleva a una súplica por sabiduría:

"Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría." (Salmo 90:12, NVI)

Este versículo es central en el mensaje del salmo. El salmista le pide a Dios que nos ayude a comprender la brevedad de la vida para que podamos vivir sabiamente. Esta sabiduría no es meramente intelectual, sino una comprensión profunda y espiritual que lleva a una vida vivida de acuerdo con la voluntad de Dios.

La sección final del salmo (versículos 13-17) es una oración por la compasión y el favor de Dios. El salmista le pide a Dios que se arrepienta y tenga misericordia de sus siervos:

"¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos. Sácianos por la mañana con tu amor inagotable, para que cantemos de alegría y nos regocijemos todos nuestros días." (Salmo 90:13-14, NVI)

Esta súplica por la compasión de Dios es un reconocimiento de la dependencia humana de la gracia divina. El salmista busca el amor inagotable de Dios como la fuente de verdadera alegría y satisfacción. La oración continúa con una solicitud para que la obra de Dios se muestre a sus siervos y para que su favor repose sobre ellos:

"Que el favor del Señor nuestro Dios esté sobre nosotros; establece la obra de nuestras manos para nosotros— sí, establece la obra de nuestras manos." (Salmo 90:17, NVI)

Este versículo de cierre enfatiza el deseo de la bendición de Dios en los esfuerzos humanos. Reconoce que sin el favor de Dios, los esfuerzos humanos son en última instancia inútiles. El salmista busca la bendición de Dios para dar un significado duradero a nuestro trabajo y nuestras vidas.

En resumen, el mensaje principal del Salmo 90 es una meditación sobre la naturaleza eterna de Dios en contraste con la naturaleza efímera de la vida humana. Llama a la humildad, el arrepentimiento y una profunda conciencia de nuestra dependencia de la gracia y la sabiduría de Dios. El salmo nos anima a vivir sabiamente, reconociendo la brevedad de la vida y buscando el favor y la compasión de Dios. Es un recordatorio profundo de nuestra mortalidad y la necesidad de vivir de una manera que honre al Dios eterno, que es nuestro refugio a lo largo de todas las generaciones.

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