El Salmo 37, atribuido a David, es una pieza profunda de literatura de sabiduría que aborda la pregunta perenne de por qué los malvados a menudo parecen prosperar mientras los justos sufren. Este salmo ofrece una reflexión conmovedora sobre el aparente éxito de los malvados y el destino final de los justos, proporcionando ideas y aliento atemporales para los creyentes.
El salmo comienza con una directiva clara: "No te inquietes a causa de los malvados ni tengas envidia de los que hacen lo malo" (Salmo 37:1, NVI). Esta apertura establece el tono para todo el salmo, instando a los creyentes a mantener su enfoque en Dios en lugar de consumirse por la aparente prosperidad de los malvados. El salmista asegura al lector que el éxito de los malvados es temporal: "porque como la hierba pronto se secarán, como las plantas verdes pronto morirán" (Salmo 37:2, NVI). Esta imagen subraya la naturaleza efímera de la prosperidad de los malvados, sugiriendo que carece de la sustancia duradera que proviene de vivir una vida arraigada en la justicia.
David luego cambia su enfoque hacia los justos, ofreciendo una serie de exhortaciones que destacan los comportamientos y actitudes que deben caracterizar sus vidas. Escribe: "Confía en el Señor y haz el bien; habita en la tierra y disfruta de pastos seguros. Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón" (Salmo 37:3-4, NVI). Aquí, el salmista enfatiza la importancia de confiar en la provisión de Dios y encontrar gozo en una relación con Él. Esta confianza no es pasiva, sino que va acompañada de bondad activa, sugiriendo que vivir con justicia implica tanto fe como acción.
El salmo continúa con un llamado a comprometer el camino de uno al Señor: "Encomienda al Señor tu camino; confía en él, y él lo hará: Hará que tu recompensa justa brille como el alba, tu vindicación como el sol del mediodía" (Salmo 37:5-6, NVI). Esta promesa asegura a los justos que su fidelidad será reconocida y recompensada por Dios a su debido tiempo. La imagen del alba y el sol del mediodía transmite una sensación de claridad y visibilidad, implicando que la justicia de los fieles eventualmente será evidente para todos.
Uno de los temas centrales del Salmo 37 es el contraste entre el éxito temporal de los malvados y la seguridad duradera de los justos. David escribe: "Más vale lo poco del justo que la riqueza de muchos malvados; porque el poder de los malvados será quebrantado, pero el Señor sostiene a los justos" (Salmo 37:16-17, NVI). Este pasaje destaca el valor inherente de la justicia, incluso si va acompañada de carencia material, sobre la riqueza mal habida de los malvados. El salmista asegura al lector que el apoyo de Dios a los justos es inquebrantable, mientras que el poder de los malvados finalmente colapsará.
El Salmo 37 también aborda el destino futuro tanto de los malvados como de los justos. David escribe: "Los malvados piden prestado y no pagan, pero los justos dan generosamente; los que el Señor bendice heredarán la tierra, pero los que él maldice serán destruidos" (Salmo 37:21-22, NVI). Esta dicotomía subraya la justicia última de Dios, quien recompensa la generosidad y fidelidad de los justos mientras provoca la caída de los malvados. La promesa de heredar la tierra es particularmente significativa, ya que evoca las promesas del pacto hechas a Abraham y sus descendientes, sugiriendo que los justos disfrutarán de las bendiciones de Dios tanto en esta vida como en la vida venidera.
Al abordar el aparente éxito de los malvados, David también aconseja paciencia y confianza en el tiempo de Dios. Escribe: "Guarda silencio ante el Señor y espera en él con paciencia; no te inquietes cuando otros tengan éxito en sus caminos, cuando lleven a cabo sus planes malvados" (Salmo 37:7, NVI). Este llamado a la paciencia es un recordatorio de que la justicia de Dios puede no ser siempre inmediata, pero es segura. Se anima a los justos a permanecer firmes y no desanimarse por las victorias temporales de los malvados.
El salmista elabora más sobre el destino de los malvados, afirmando: "Porque los malvados serán destruidos, pero los que esperan en el Señor heredarán la tierra. Un poco más, y los malvados ya no existirán; aunque los busques, no los encontrarás" (Salmo 37:9-10, NVI). Esta seguridad de la erradicación final de los malvados sirve para consolar a los justos, afirmando que su esperanza y confianza en Dios no son en vano.
David también enfatiza la importancia de vivir una vida de integridad y justicia, independientemente de las acciones de los malvados. Escribe: "La boca del justo profiere sabiduría, y su lengua habla lo que es justo. La ley de su Dios está en su corazón; sus pies no resbalan" (Salmo 37:30-31, NVI). Este pasaje destaca el carácter interior de los justos, quienes son guiados por la ley de Dios y hablan con sabiduría y justicia. Su estabilidad y fortaleza moral contrastan marcadamente con la inestabilidad y corrupción moral de los malvados.
El salmo concluye con una poderosa afirmación de la protección y liberación de Dios para los justos: "La salvación de los justos viene del Señor; él es su fortaleza en tiempos de angustia. El Señor los ayuda y los libra; los libra de los malvados y los salva, porque en él se refugian" (Salmo 37:39-40, NVI). Esta promesa final encapsula el mensaje central del salmo, asegurando a los justos que su seguridad y salvación últimas están en Dios solamente.
En resumen, el Salmo 37 enseña que el aparente éxito de los malvados es temporal y, en última instancia, fútil, mientras que el destino de los justos es seguro y bendecido por Dios. El salmo anima a los creyentes a confiar en la justicia de Dios, vivir vidas de integridad y fidelidad, y permanecer pacientes ante la prosperidad temporal de los malvados. Al centrarse en su relación con Dios y comprometer sus caminos a Él, los justos pueden encontrar paz y seguridad, sabiendo que su recompensa final está garantizada por el amor y la fidelidad inquebrantables del Señor.