El Salmo 36:5-6 es un pasaje hermoso y profundo que encapsula la naturaleza ilimitada e insondable del amor, la fidelidad, la justicia y la rectitud de Dios. Estos versículos dicen:
"Tu amor, Señor, llega hasta los cielos, tu fidelidad hasta el firmamento. Tu justicia es como las montañas más altas, tu justicia como el gran abismo. Tú, Señor, preservas tanto a las personas como a los animales." (Salmo 36:5-6, NVI)
Para entender el mensaje de estos versículos, es esencial profundizar en las imágenes y el lenguaje utilizado por el salmista, tradicionalmente atribuido a David. Cada línea de este pasaje revela un atributo diferente de Dios, utilizando metáforas que enfatizan su vastedad e incomprensibilidad.
El primer atributo mencionado es el amor de Dios, descrito como que llega hasta los cielos. Esta metáfora sugiere la naturaleza infinita y abarcadora del amor divino. Los cielos, en la cosmología del antiguo Cercano Oriente, representaban el reino más alto y distante conocido por la humanidad. Al afirmar que el amor de Dios llega hasta los cielos, el salmista enfatiza que está más allá de la medida y comprensión humana. Este amor no está limitado ni es condicional, sino que se extiende a toda la creación, reflejando la enseñanza del Nuevo Testamento en Juan 3:16, "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna."
A continuación, el salmista habla de la fidelidad de Dios, comparándola con el firmamento. El firmamento, o los cielos, se ven como vastos e interminables. Esta imagen transmite la naturaleza inquebrantable y constante de Dios. En un mundo donde las promesas humanas a menudo no se cumplen, la fidelidad de Dios se destaca en marcado contraste. Sus promesas son seguras y su palabra es inquebrantable. Lamentaciones 3:22-23 refleja este sentimiento: "Por el gran amor del Señor no somos consumidos, porque nunca fallan sus compasiones. Cada mañana se renuevan; ¡grande es tu fidelidad!"
La justicia de Dios se compara con las montañas más altas. Las montañas, en la literatura bíblica, a menudo simbolizan fuerza, estabilidad y permanencia. Al comparar la justicia de Dios con las montañas más altas, el salmista destaca su naturaleza inquebrantable y duradera. La justicia de Dios no está sujeta a cambios ni decadencia; se mantiene firme e inamovible. Esta justicia es un estándar por el cual se miden todas las acciones, y está perfectamente encarnada en el carácter y las acciones de Dios. Isaías 51:6 refuerza esta idea: "Levanten los ojos a los cielos, miren la tierra abajo; los cielos se desvanecerán como humo, la tierra se desgastará como una prenda y sus habitantes morirán como moscas. Pero mi salvación durará para siempre, mi justicia nunca fallará."
El salmista luego se refiere a la justicia de Dios, comparándola con el gran abismo. El gran abismo, o las profundidades del océano, representa algo misterioso, vasto y profundo. Así como las profundidades del océano son en gran parte inexploradas y están más allá de la comprensión humana, también lo es la justicia de Dios. Su justicia es perfecta y abarcadora, alcanzando los aspectos ocultos e invisibles de la vida. Es una justicia que no solo es justa, sino también misericordiosa, como se ve en el equilibrio de justicia y misericordia a lo largo de las Escrituras. Miqueas 6:8 resume este equilibrio: "Él te ha mostrado, oh mortal, lo que es bueno. ¿Y qué pide el Señor de ti? Que actúes con justicia, que ames la misericordia y que camines humildemente con tu Dios."
Finalmente, el salmista reconoce el papel de Dios como sustentador y preservador de toda la vida. Esta línea subraya la idea de que el cuidado y la provisión de Dios se extienden a toda su creación, no solo a la humanidad. Refleja el tema bíblico de la soberanía y providencia de Dios, como se ve en pasajes como Mateo 6:26, donde Jesús enseña sobre el cuidado de Dios por las aves del cielo, y el Salmo 104, que describe poéticamente la provisión de Dios para todas las criaturas. Esta preservación es una expresión del amor, la fidelidad, la justicia y la rectitud de Dios en acción.
El mensaje del Salmo 36:5-6 está lleno de implicaciones teológicas. Llama a los creyentes a reflexionar sobre la naturaleza de Dios y sus atributos, fomentando un sentido más profundo de asombro y reverencia. Comprender el amor, la fidelidad, la justicia y la rectitud de Dios lleva a una mayor apreciación de su carácter y sus acciones en el mundo. También desafía a los creyentes a emular estos atributos en sus propias vidas, esforzándose por reflejar el amor y la fidelidad de Dios en sus relaciones, mantener la justicia en sus acciones y buscar la justicia en sus comunidades.
Además, estos versículos brindan consuelo y seguridad. En un mundo marcado por la incertidumbre y el cambio, la naturaleza inmutable de los atributos de Dios ofrece una base sólida para la fe. Los creyentes pueden confiar en el amor de Dios que nunca falla, su fidelidad que perdura, su justicia que se mantiene firme y su justicia que prevalece. Esta confianza no se basa en la comprensión humana, sino en el carácter revelado de Dios en las Escrituras.
Reflexionar sobre el Salmo 36:5-6 puede llevar a varias aplicaciones prácticas en la vida de un creyente. En primer lugar, fomenta una postura de adoración y gratitud. Reconocer la vastedad del amor y la fidelidad de Dios debe llevar a una alabanza y acción de gracias sinceras. Meditar regularmente sobre estos atributos puede profundizar la relación con Dios y mejorar la devoción personal.
En segundo lugar, estos versículos inspiran una vida ética. Comprender la justicia y la rectitud de Dios debe motivar a los creyentes a perseguir estas cualidades en sus propias vidas. Esto significa defender lo que es correcto, buscar justicia para los oprimidos y vivir con integridad. También implica mostrar amor y fidelidad en las relaciones, ser confiable y digno de confianza, y extender la gracia a los demás.
Por último, el Salmo 36:5-6 ofrece esperanza y aliento. En tiempos de dificultad e incertidumbre, recordar la naturaleza inmutable de Dios puede proporcionar fuerza y consuelo. Los creyentes pueden aferrarse a la promesa de que Dios está con ellos, preservándolos y sosteniéndolos en todas las circunstancias.
El Salmo 36:5-6 es un recordatorio poderoso de la grandeza del amor, la fidelidad, la justicia y la rectitud de Dios. A través de imágenes vívidas, el salmista transmite la naturaleza ilimitada e incomprensible de estos atributos divinos. Este pasaje invita a los creyentes a reflexionar sobre el carácter de Dios, fomentando un sentido más profundo de asombro, confianza y devoción. También desafía a los creyentes a vivir estos atributos en sus propias vidas, persiguiendo el amor, la fidelidad, la justicia y la rectitud en todo lo que hacen. En un mundo de incertidumbre, la naturaleza inmutable de Dios proporciona una base sólida para la fe y una fuente de esperanza duradera.