El Salmo 34:8 es un versículo hermoso y profundo que nos invita a una comprensión más profunda de la naturaleza de Dios y Su bondad. El versículo dice: "Prueben y vean que el Señor es bueno; dichoso el que en él se refugia" (NVI). Este versículo no es solo una declaración, sino una invitación a experimentar la bondad de Dios de manera personal e íntima. Nos anima a ir más allá del reconocimiento intelectual hacia una experiencia sentida del carácter de Dios. Profundicemos en lo que este versículo transmite sobre la bondad de Dios y cómo se aplica a nuestras vidas.
Para empezar, la imagen de "probar y ver" es vívida y experiencial. Sugiere que la bondad de Dios no es algo que deba ser meramente discutido o teorizado; más bien, es algo que debe experimentarse de primera mano. Así como probar la comida implica un encuentro directo y personal que va más allá de simplemente oír hablar de ella, experimentar la bondad de Dios también requiere un encuentro personal. El salmista, David, nos anima a relacionarnos con Dios de una manera palpable y real. Este conocimiento experiencial de la bondad de Dios es transformador, impactando no solo nuestras mentes sino también nuestros corazones y vidas.
El contexto del Salmo 34 es significativo para entender este versículo. David escribió este salmo durante un tiempo de gran angustia personal. Estaba huyendo del rey Saúl y se encontraba en el territorio de los filisteos, fingiendo estar loco para escapar con vida (1 Samuel 21:10-15). A pesar de estas circunstancias desesperadas, el corazón de David estaba lleno de alabanza y confianza en Dios. Este trasfondo resalta que la bondad de Dios no depende de nuestras circunstancias. Incluso en tiempos de problemas, la naturaleza de Dios permanece constante. El llamado de David a "probar y ver" es un testimonio de su fe en que la bondad de Dios puede experimentarse incluso en medio de la adversidad.
Además, la bondad de Dios es un aspecto esencial de Su carácter. A lo largo de las Escrituras, la bondad de Dios es consistentemente afirmada. En Éxodo 33:19, Dios declara a Moisés: "Haré que toda mi bondad pase delante de ti". Esta bondad no es solo un atributo pasivo, sino una fuerza activa en el mundo, trabajando para el beneficio de Su creación. La bondad de Dios se manifiesta en Sus actos de creación, Su provisión, Su protección y Su plan redentor a través de Jesucristo. La Biblia está llena de ejemplos de la bondad de Dios en acción, desde Su liberación de los israelitas de Egipto hasta la máxima expresión de Su amor a través del sacrificio de Su Hijo.
En el Salmo 34:8, la promesa de bendición para "el que en él se refugia" subraya aún más la fiabilidad y la confianza en la bondad de Dios. Refugiarse en Dios implica una relación de confianza y dependencia. Sugiere que cuando nos alineamos con Dios, poniendo nuestra fe y esperanza en Él, encontramos seguridad y bendición. Este refugio no es un lugar físico, sino una postura espiritual. Es la seguridad de que Dios es nuestro protector y proveedor, y en Él encontramos verdadera seguridad.
La noción de refugio también habla del aspecto relacional de la bondad de Dios. La bondad de Dios no es distante ni abstracta; está íntimamente conectada con Su deseo de relación con nosotros. Nos invita a acercarnos, a refugiarnos y a experimentar Su amor y cuidado. Esta dimensión relacional se captura bellamente en las enseñanzas de Jesús, quien a menudo habló del cuidado de Dios por Sus hijos. En Mateo 7:11, Jesús dice: "Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le pidan!" Aquí, Jesús enfatiza la bondad de Dios como un Padre amoroso que se deleita en dar a Sus hijos.
Además, el llamado a "probar y ver" es una invitación para todas las personas, independientemente de su origen o circunstancias actuales. Es una invitación abierta a experimentar la bondad de Dios por uno mismo. Esta inclusividad es una característica distintiva del mensaje del Evangelio, que extiende el amor y la gracia de Dios a toda la humanidad. La invitación no se limita a aquellos que ya están dentro del redil, sino que se extiende a aquellos que pueden estar buscando, dudando o incluso luchando con su fe.
En términos prácticos, ¿cómo "probamos y vemos" que el Señor es bueno? Implica una disposición a relacionarse con Dios a través de la oración, la adoración y el estudio de Su Palabra. Requiere una apertura a la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas, transformando nuestros corazones y mentes. A medida que buscamos a Dios con sinceridad, comenzamos a experimentar Su presencia y Su bondad de maneras tangibles. Esta experiencia de la bondad de Dios a menudo conduce a un sentido más profundo de paz, alegría y satisfacción, incluso en medio de los desafíos de la vida.
La literatura cristiana a menudo ha reflexionado sobre la bondad de Dios. A.W. Tozer, en su libro "El conocimiento del Santo", escribe sobre la bondad de Dios como una parte intrínseca de Su naturaleza: "La bondad de Dios es infinitamente más maravillosa de lo que jamás podremos comprender". Tozer enfatiza que la bondad de Dios no es meramente un atributo, sino la esencia misma de quien Él es. Este entendimiento nos invita a confiar en la bondad de Dios, sabiendo que es inmutable y eterna.
En conclusión, el Salmo 34:8 es un recordatorio poderoso de la naturaleza experiencial de la bondad de Dios. Nos llama a ir más allá del mero asentimiento intelectual hacia un encuentro personal con Dios. A través de la imagen de probar y ver, se nos invita a experimentar la riqueza del carácter de Dios y la profundidad de Su amor. Al refugiarnos en Él, encontramos bendición y seguridad, sabiendo que Su bondad es un ancla firme en nuestras vidas. Este versículo nos anima a confiar en la bondad de Dios, no solo en tiempos de prosperidad, sino también en tiempos de prueba, sabiendo que Su amor y cuidado están siempre presentes y son siempre fieles.