El capítulo 1 de Job establece el escenario para uno de los libros más profundos y complejos del Antiguo Testamento. Este capítulo nos presenta al personaje de Job, su vida, su fe y los eventos cósmicos que conducen a su intenso sufrimiento. A través de una narrativa que combina perspectivas terrenales y celestiales, comenzamos a entender los temas de fe, sufrimiento y soberanía divina que impregnan el libro.
El capítulo comienza con una descripción de Job, un hombre de la tierra de Uz. Job es retratado como "intachable y recto", una persona que "temía a Dios y se apartaba del mal" (Job 1:1, NVI). Esta caracterización es crucial porque establece la rectitud de Job y la integridad de su fe. Job no es simplemente un buen hombre; es ejemplar en su piedad y devoción a Dios. También se le describe como inmensamente rico, con vastos rebaños, manadas y una gran casa, lo que lo convierte en "el hombre más grande de todos los pueblos del oriente" (Job 1:3, NVI).
La vida familiar de Job también se describe como ideal. Tiene siete hijos y tres hijas, y la familia es muy unida, reuniéndose a menudo para banquetes en las casas de cada uno. Job, preocupado por su bienestar espiritual, ofrece regularmente holocaustos por cada uno de ellos, pensando: "Quizás mis hijos hayan pecado y maldecido a Dios en sus corazones" (Job 1:5, NVI). Esta práctica subraya el profundo sentido de responsabilidad de Job y su reverencia por Dios.
La narrativa luego cambia a una escena celestial, donde los "hijos de Dios" (ángeles) se presentan ante el Señor, y Satanás (literalmente "el acusador" o "el adversario") también viene entre ellos. El Señor inicia una conversación con Satanás, preguntando: "¿Te has fijado en mi siervo Job? No hay nadie en la tierra como él; es intachable y recto, un hombre que teme a Dios y se aparta del mal" (Job 1:8, NVI). Esta recomendación divina establece el escenario para el drama que sigue.
Satanás desafía la integridad de Job, sugiriendo que la piedad de Job está motivada por el interés propio. Argumenta que Job teme a Dios solo porque Dios lo ha bendecido abundantemente y lo ha protegido. Satanás afirma provocativamente: "Pero ahora extiende tu mano y toca todo lo que tiene, y seguramente te maldecirá en tu cara" (Job 1:11, NVI). Esta acusación cuestiona la naturaleza misma de la verdadera fe y rectitud, implicando que dependen de las bendiciones materiales y las circunstancias favorables.
En respuesta, el Señor permite que Satanás pruebe a Job, pero con una restricción: "Muy bien, entonces, todo lo que tiene está en tu poder, pero en el hombre mismo no pongas un dedo" (Job 1:12, NVI). Esta autorización divina establece los parámetros para las acciones de Satanás, enfatizando que Dios sigue siendo soberano y que el poder de Satanás es limitado y contingente a la autorización divina.
La narrativa luego regresa al ámbito terrenal, donde una serie de calamidades le suceden a Job en rápida sucesión. Cuatro mensajeros vienen a Job, cada uno trayendo noticias devastadoras:
Estos desastres se describen con un sentido de inmediatez y horror acumulativo, cada mensajero llegando "mientras él aún hablaba" (Job 1:16, 17, 18, NVI), subrayando la naturaleza repentina y abrumadora de las pérdidas de Job. En el lapso de unos pocos momentos, Job pierde su riqueza, sus sirvientes y sus hijos.
La respuesta de Job a estas tragedias es notable y conmovedora. Rasga su manto, se afeita la cabeza y cae al suelo en adoración, diciendo: "Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo partiré. El Señor dio y el Señor quitó; bendito sea el nombre del Señor" (Job 1:21, NVI). Esta respuesta destaca la profunda fe de Job y su sumisión a la soberanía de Dios, incluso ante un sufrimiento inexplicable. Reconoce que todo lo que tenía era un regalo de Dios y que Dios tiene el derecho de quitárselo. La adoración de Job en medio de su dolor es un poderoso testimonio de su fe inquebrantable.
El capítulo concluye con una afirmación significativa: "En todo esto, Job no pecó acusando a Dios de hacer algo malo" (Job 1:22, NVI). Esta declaración refuerza la idea de que la fe de Job es genuina y no depende de sus circunstancias. A pesar de las severas pruebas y pérdidas que soporta, Job no acusa a Dios de injusticia o malevolencia. En cambio, continúa reverenciando y confiando en el carácter y la soberanía de Dios.
El capítulo 1 de Job sirve así como una profunda introducción a los temas del libro. Presenta a Job como un modelo de fe y rectitud, cuya integridad es puesta a prueba por un sufrimiento severo. El diálogo celestial entre Dios y Satanás plantea importantes preguntas teológicas sobre la naturaleza de la fe, las razones del sufrimiento y el carácter de Dios. La narrativa terrenal de las pérdidas de Job y su respuesta establece el escenario para los diálogos y discursos subsiguientes que exploran estas preguntas con mayor profundidad.
El capítulo también invita a los lectores a reflexionar sobre su propia comprensión de la fe y el sufrimiento. Desafía la noción de que la rectitud garantiza una vida libre de sufrimiento y que el sufrimiento es siempre resultado del pecado personal. En cambio, presenta una visión más matizada de la relación entre la fe, el sufrimiento y la soberanía divina. El ejemplo de Job anima a los creyentes a confiar en la bondad y soberanía de Dios, incluso cuando se enfrentan a un sufrimiento inexplicable y aparentemente injusto.
En la literatura cristiana, Job es citado a menudo como un modelo de paciencia y resistencia. Santiago 5:11, por ejemplo, se refiere a "la perseverancia de Job" como un ejemplo a seguir para los creyentes. Los padres de la iglesia primitiva, como Agustín y Gregorio el Grande, también escribieron extensamente sobre Job, interpretando su sufrimiento como una prueba de fe y un medio de crecimiento espiritual.
En conclusión, el capítulo 1 de Job es una narrativa magistral que introduce al personaje central, establece el conflicto cósmico y terrenal, y plantea profundas preguntas teológicas. Invita a los lectores a reflexionar sobre la naturaleza de la verdadera fe, las razones del sufrimiento y el carácter de Dios. A través del ejemplo de Job, anima a los creyentes a mantener su fe y confianza en Dios, incluso ante pruebas y pérdidas abrumadoras.