El Salmo 35 se atribuye al Rey David, una de las figuras más prominentes del Antiguo Testamento. La superscripción del propio salmo indica la autoría davídica, afirmando, "De David." Esta atribución es consistente con el contexto histórico y literario del salmo, así como con la colección más amplia de los Salmos, muchos de los cuales se atribuyen a David.
David, el segundo rey de Israel, es conocido no solo por su liderazgo y destreza militar, sino también por su profunda espiritualidad y talento poético. Se le acredita la composición de muchos de los salmos, que son ricos en expresión emocional y espiritual. El Salmo 35 no es una excepción. Es un clamor por la intervención divina y la justicia frente a la persecución y las falsas acusaciones.
El contexto del Salmo 35 sugiere que David lo escribió durante un tiempo de intensa lucha y conflicto personal. El salmo es esencialmente una oración por la liberación de sus enemigos, que son descritos como maliciosos y engañosos. La vida de David, tal como se registra en los libros de Samuel y Crónicas, estuvo plagada de tales encuentros. Enfrentó la oposición del Rey Saúl, quien lo veía como una amenaza para su trono, y más tarde de su propio hijo Absalón, quien lideró una rebelión contra él. Estas experiencias habrían proporcionado una motivación más que suficiente para que David escribiera un salmo como el Salmo 35.
El Salmo 35 se puede dividir en tres secciones principales, cada una reflejando un aspecto diferente de la súplica de David a Dios:
Versículos 1-10: David apela a Dios como su defensor y abogado. Pide a Dios que "contienda con los que contienden conmigo" y que "lucha contra los que luchan contra mí" (Salmo 35:1, ESV). David retrata a sus enemigos como agresores que buscan su daño sin causa. Invoca a Dios para que tome escudo y broquel y se levante en su ayuda, usando imágenes de guerra divina para enfatizar su necesidad de protección.
Versículos 11-18: En esta sección, David lamenta la traición y la ingratitud de sus enemigos. Describe cómo ellos pagan sus actos de bondad con maldad y cómo lo acusan falsamente. La angustia de David es palpable mientras relata cómo lloró por estas mismas personas cuando estaban en problemas, pero ellos se regocijan en su sufrimiento. Esta sección destaca la profundidad del sentido de injusticia y traición de David.
Versículos 19-28: La sección final es una súplica por vindicación y una declaración de confianza en la justicia de Dios. David pide a Dios que no permita que sus enemigos se regocijen sobre él o piensen que han triunfado. Ora por su caída y por su propia vindicación, expresando confianza en que Dios lo librará. El salmo concluye con un voto de alabar a Dios en la gran asamblea, demostrando la fe de David en que Dios actuará en su favor.
Los temas del Salmo 35 resuenan profundamente con la narrativa más amplia de la vida de David. A lo largo de su historia, vemos a un hombre que, a pesar de sus defectos y fracasos, se vuelve consistentemente a Dios en tiempos de problemas. La relación de David con Dios está marcada por un profundo sentido de dependencia y confianza. Este salmo, como muchos otros atribuidos a él, captura la emoción cruda y la profundidad espiritual de un hombre conforme al corazón de Dios (1 Samuel 13:14, Hechos 13:22).
Además de su contexto histórico, el Salmo 35 también tiene un significado teológico. Refleja el tema bíblico de la justicia divina y la creencia de que Dios es un juez justo que defiende a los inocentes y castiga a los malvados. Este tema se repite a lo largo de los Salmos y el canon bíblico en general. Por ejemplo, el Salmo 7:11 dice, "Dios es un juez justo, y un Dios que siente indignación todos los días" (ESV). De manera similar, Proverbios 21:15 declara, "Cuando se hace justicia, es un gozo para los justos, pero terror para los malhechores" (ESV).
El Nuevo Testamento también refleja estos temas. En el Sermón del Monte, Jesús enseña, "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados" (Mateo 5:6, ESV). Esta bienaventuranza refleja el mismo anhelo de justicia divina que David expresa en el Salmo 35. Además, el apóstol Pablo recuerda a los creyentes que la justicia última pertenece a Dios: "Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dejad lugar a la ira de Dios, porque está escrito: 'Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor'" (Romanos 12:19, ESV).
El Salmo 35 también sirve como un modelo para los creyentes sobre cómo orar durante tiempos de angustia y persecución. El ejemplo de David nos enseña a llevar nuestras luchas e injusticias ante Dios de manera honesta y ferviente. Nos anima a confiar en el carácter justo de Dios y en su capacidad para liberarnos y vindicarnos. La estructura del salmo—pasando de la súplica al lamento y luego a la alabanza—ofrece un patrón para nuestras propias oraciones, recordándonos que terminemos con una declaración de confianza en la fidelidad de Dios.
En conclusión, el Salmo 35 es una poderosa expresión de la súplica del Rey David por justicia divina frente a la persecución y las falsas acusaciones. Su atribución a David es consistente con sus experiencias de vida y la colección más amplia de los Salmos. Los temas de justicia divina y confianza en la justicia de Dios resuenan a lo largo del salmo y de toda la narrativa bíblica. Como creyentes, podemos inspirarnos en el ejemplo de David, llevando nuestras propias luchas ante Dios y confiando en su justicia y liberación últimas.