¿Quién escribió el Salmo 90?

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El Salmo 90 es una pieza única y profunda de las escrituras dentro del Salterio, destacándose no solo por su contenido sino también por su autoría atribuida. A diferencia de la mayoría de los Salmos, que tradicionalmente se atribuyen al Rey David, el Salmo 90 se atribuye a Moisés. Esta atribución es significativa y proporciona una perspectiva única sobre los temas y mensajes contenidos en el Salmo.

La superscripción del Salmo 90 dice: "Una oración de Moisés, el hombre de Dios". Esta superscripción es crucial porque vincula el Salmo a Moisés, quien es una figura central en la narrativa del Antiguo Testamento. Moisés es conocido como el gran líder que sacó a los israelitas de la esclavitud egipcia, el legislador que recibió los Diez Mandamientos de Dios y el profeta que habló directamente con Dios. Su vida y ministerio están registrados en los libros de Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Por lo tanto, un Salmo atribuido a Moisés lleva consigo el peso de sus profundas experiencias y su profunda relación con Dios.

El Salmo 90 a menudo se considera uno de los Salmos más antiguos, dada su conexión con Moisés. Refleja los temas de la fragilidad humana, la naturaleza eterna de Dios y la necesidad de compasión y sabiduría divinas. Estos temas son consistentes con la vida y las experiencias de Moisés, quien fue testigo de la naturaleza transitoria de la vida humana durante los cuarenta años de vagar en el desierto y quien comprendió profundamente la naturaleza eterna de Dios.

Los versículos iniciales del Salmo 90 establecen el tono para todo el Salmo al contrastar la naturaleza eterna de Dios con la existencia efímera de la humanidad:

"Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación. Antes de que nacieran los montes o que formases la tierra y el mundo, desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios." (Salmo 90:1-2, NVI)

Estos versículos reconocen a Dios como el refugio eterno y creador, un tema que resuena con las experiencias de Moisés. A lo largo de su vida, Moisés fue testigo de la presencia y fidelidad duraderas de Dios, desde la zarza ardiente hasta la apertura del Mar Rojo y la provisión de maná en el desierto.

El Salmo luego pasa a una reflexión sobre la brevedad y la fragilidad de la vida humana:

"Haces que los hombres vuelvan al polvo, diciendo: 'Vuelvan al polvo, mortales.' Mil años a tus ojos son como el día de ayer que pasó, como una vigilia en la noche." (Salmo 90:3-4, NVI)

Estos versículos enfatizan la naturaleza transitoria de la existencia humana en comparación con la naturaleza eterna de Dios. Moisés, quien vio pasar una generación entera en el desierto debido a su desobediencia, habría tenido una comprensión profunda de la brevedad de la vida. La imagen de volver al polvo evoca la narrativa de la creación en Génesis, donde la humanidad se forma del polvo de la tierra (Génesis 2:7) y regresa a él después de la muerte (Génesis 3:19).

El Salmo continúa con una reflexión sombría sobre las consecuencias del pecado y la realidad del juicio justo de Dios:

"Somos consumidos por tu ira y aterrorizados por tu indignación. Has puesto nuestras iniquidades delante de ti, nuestros pecados secretos a la luz de tu presencia. Todos nuestros días pasan bajo tu ira; terminamos nuestros años con un gemido." (Salmo 90:7-9, NVI)

Moisés, quien intercedió por los israelitas numerosas veces cuando enfrentaron el juicio de Dios por su desobediencia, habría estado muy consciente de la seriedad del pecado y la necesidad de arrepentimiento. El reconocimiento de la ira de Dios y las consecuencias del pecado en el Salmo sirve como un recordatorio sobrio de la importancia de vivir rectamente y buscar la misericordia de Dios.

A pesar del tono sombrío, el Salmo 90 también contiene una súplica por la compasión de Dios y un deseo de renovación y restauración:

"Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría. ¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo será? Ten compasión de tus siervos. Sácianos de tu amor inagotable por la mañana, para que cantemos de alegría y nos regocijemos todos nuestros días." (Salmo 90:12-14, NVI)

Estos versículos reflejan un anhelo de sabiduría divina y un reconocimiento de la necesidad del amor y la compasión inagotables de Dios. Moisés, quien recibió la sabiduría de las leyes de Dios y experimentó Su misericordia, habría comprendido profundamente la importancia de buscar la guía y el amor de Dios. La súplica de "contar bien nuestros días" destaca la necesidad de vivir con una conciencia de la brevedad de la vida y la importancia de hacer que cada día cuente en servicio a Dios.

El Salmo concluye con una oración por el favor de Dios y el establecimiento de la obra de Su pueblo:

"Que el favor del Señor nuestro Dios esté sobre nosotros; establece la obra de nuestras manos para nosotros— sí, establece la obra de nuestras manos." (Salmo 90:17, NVI)

Este versículo final encapsula el deseo de la bendición de Dios y la esperanza de que los esfuerzos de Su pueblo tengan un significado duradero. Moisés, quien lideró a los israelitas en sus años formativos como nación, habría comprendido la importancia de buscar el favor de Dios y el deseo de que la obra de las manos de uno perdure.

En resumen, el Salmo 90, atribuido a Moisés, ofrece una profunda reflexión sobre la naturaleza de Dios y la humanidad. Contrasta la naturaleza eterna de Dios con la existencia efímera de los humanos, reconoce la realidad del pecado y el juicio justo de Dios, y expresa una súplica sincera por sabiduría divina, compasión y favor. Los temas y mensajes del Salmo resuenan profundamente con la vida y las experiencias de Moisés, lo que lo convierte en una pieza única y significativa de las escrituras dentro del Salterio.

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