¿Dónde en el Antiguo Testamento se describe al Mesías como divino?

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El concepto del Mesías como una figura divina es un tema profundo que recorre el Antiguo Testamento, particularmente dentro de los escritos de los Profetas Mayores. Aunque la revelación completa de la naturaleza divina del Mesías se articula más explícitamente en el Nuevo Testamento, hay varios pasajes clave en el Antiguo Testamento que insinúan o describen directamente al Mesías como poseedor de atributos divinos. Estos pasajes han sido fundamentales para la teología cristiana y han sido interpretados como un anuncio de la venida de Jesucristo, a quien los cristianos creen que es el Mesías divino.

Uno de los pasajes más significativos se encuentra en el libro de Isaías. Isaías 9:6-7 es una profecía fundamental que muchos cristianos interpretan como una referencia directa a la naturaleza divina del Mesías:

"Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto." (Isaías 9:6-7, RVR1960)

En este pasaje, al niño que nacerá se le dan títulos que son extraordinarios y que superan con creces los típicamente atribuidos a un gobernante humano. El título "Dios Fuerte" (El Gibbor en hebreo) es particularmente llamativo, ya que atribuye directamente la divinidad al Mesías. El término "Padre Eterno" también sugiere una naturaleza eterna, que es otro atributo de la divinidad. Estos títulos colectivamente apuntan a una figura que es más que un líder humano, sino que encarna características divinas.

Otro pasaje crítico es Isaías 7:14, que habla de un nacimiento virginal:

"Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel." (Isaías 7:14, RVR1960)

El nombre "Emanuel" significa "Dios con nosotros", lo que implica la presencia de Dios de una manera única y personal. Esta profecía es vista por los cristianos como un presagio de la encarnación de Jesucristo, donde Dios tomó carne humana y habitó entre la humanidad.

Pasando al libro de Jeremías, encontramos otra referencia que puede interpretarse como señalando la naturaleza divina del Mesías. En Jeremías 23:5-6, el profeta habla de un Retoño justo de la línea de David:

"He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David Renuevo justo, y reinará como rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra." (Jeremías 23:5-6, RVR1960)

El título "Jehová, justicia nuestra" (YHWH Tsidkenu) asocia directamente al Mesías con el nombre divino YHWH, que es el nombre sagrado y personal de Dios revelado a Moisés. Esta conexión subraya la creencia de que el Mesías venidero encarnaría la justicia divina y sería un agente de la salvación de Dios.

Ezequiel también contribuye a la comprensión de la naturaleza divina del Mesías, particularmente a través de su visión del futuro templo y el Príncipe que gobernará en él. Aunque las profecías de Ezequiel son a menudo más simbólicas y complejas, incluyen elementos que apuntan a una figura que encarna la autoridad y el reinado divinos.

En el libro de Daniel, encontramos otra referencia profunda a la naturaleza divina del Mesías en Daniel 7:13-14:

"Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido." (Daniel 7:13-14, RVR1960)

El término "hijo de hombre" aquí es significativo. Aunque puede simplemente significar un ser humano, en este contexto es un título que Jesús usó frecuentemente para sí mismo en los Evangelios. El "hijo de hombre" en la visión de Daniel es representado como teniendo una relación única con el Anciano de días (Dios el Padre) y se le da dominio y autoridad eternos. El hecho de que todas las naciones lo adoren indica un estatus divino, ya que la adoración está reservada solo para Dios.

Los Salmos, aunque no están clasificados como parte de los Profetas Mayores, también contienen profecías mesiánicas que hablan de la naturaleza divina del Mesías. El Salmo 2, por ejemplo, retrata al Mesías como el Rey ungido de Dios que heredará las naciones y será llamado Hijo de Dios:

"Yo publicaré el decreto: Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra." (Salmo 2:7-8, RVR1960)

Este pasaje a menudo se vincula con la filiación divina del Mesías, un tema que luego se repite en el Nuevo Testamento.

Otro Salmo, el Salmo 110, es frecuentemente citado en el Nuevo Testamento como refiriéndose al Mesías:

"Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. Jehová enviará desde Sion la vara de tu poder; domina en medio de tus enemigos." (Salmo 110:1-2, RVR1960)

El mismo Jesús se refiere a este Salmo en Mateo 22:44, aplicándolo a sí mismo y destacando la autoridad divina y el reinado del Mesías.

En resumen, aunque el Antiguo Testamento no siempre declara explícitamente que el Mesías es divino de la manera en que lo hace el Nuevo Testamento, contiene numerosas insinuaciones y declaraciones directas que apuntan a la naturaleza divina del Mesías. Pasajes en Isaías, Jeremías, Daniel y los Salmos colectivamente construyen una imagen de un Mesías que no solo es un descendiente humano de David, sino que también posee atributos y autoridad divinos. Estas profecías sentaron las bases para la revelación del Nuevo Testamento de Jesucristo como el Hijo divino de Dios, cumpliendo las promesas y expectativas establecidas en el Antiguo Testamento.

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