La profecía de Nahum, tal como se registra en el libro bíblico que lleva su nombre, es un ejemplo profundo de la intersección entre la revelación divina y los eventos históricos. El Libro de Nahum es principalmente un oráculo contra Nínive, la capital del imperio asirio, que fue una potencia mundial dominante desde el siglo X hasta el siglo VII a.C. Esta profecía no solo refleja el contexto histórico de su tiempo, sino que también demuestra cómo la voluntad soberana de Dios interactúa con el curso de la historia humana.
Para apreciar plenamente la profecía de Nahum, es esencial comprender el trasfondo histórico contra el cual fue proclamada. Nínive, ubicada en la orilla oriental del río Tigris, fue una de las ciudades más antiguas y grandes de la antigua Mesopotamia. Bajo el reinado del rey Senaquerib (705-681 a.C.), Nínive se convirtió en la capital del imperio asirio. La ciudad era famosa por su magnífica arquitectura, incluidos grandes palacios y la famosa biblioteca de Asurbanipal, que albergaba una vasta colección de documentos cuneiformes.
Asiria era conocida no solo por sus logros culturales, sino también por sus brutales campañas militares y el trato severo a los pueblos conquistados. Sus políticas expansionistas llevaron a un resentimiento y odio generalizados entre sus naciones sometidas, incluido el Reino de Israel, que Asiria destruyó en 722 a.C.
Nahum, cuyo nombre significa "consuelo", profetizó durante un período en el que Asiria comenzaba a mostrar signos de debilidad. Aunque no se conoce la fecha exacta de su profecía, generalmente se sitúa alrededor de finales del siglo VII a.C., entre la caída de Tebas en 663 a.C. (que Nahum menciona en 3:8-10) y la caída de Nínive en 612 a.C.
El libro se puede dividir en dos secciones principales: la primera (capítulos 1-2) anuncia el juicio de Dios contra Nínive, y la segunda (capítulo 3) describe vívidamente el asedio y la destrucción final de la ciudad. Nahum retrata a Dios como un juez justo que, aunque lento para la ira (1:3), de ninguna manera dará por inocente al culpable (1:3).
La profecía de Nahum encuentra su cumplimiento histórico en la caída de Nínive en 612 a.C. Este evento fue el resultado de una coalición de fuerzas, incluidos los babilonios, medos y escitas, que sitiaron y finalmente saquearon la ciudad. Las descripciones vívidas en Nahum 2:6-10, donde el profeta habla de las puertas del río siendo abiertas y el palacio disolviéndose, corresponden notablemente con relatos históricos que describen la inundación del río Tigris como un factor significativo en la brecha de las defensas de Nínive.
La destrucción de Nínive marcó el fin del imperio asirio, que había sido una fuerza dominante en el Cercano Oriente durante siglos. Este evento cambió el equilibrio de poder en la región, allanando el camino para el surgimiento del Imperio Neo-Babilónico bajo Nabucodonosor II.
Desde una perspectiva teológica, la profecía de Nahum subraya varios temas clave en la narrativa bíblica:
Soberanía de Dios: El mensaje de Nahum reafirma la soberanía de Dios sobre todas las naciones. La caída de Asiria se presenta no solo como un cambio geopolítico, sino como una intervención directa de Dios, quien juzga a las naciones según sus obras.
Justicia y Retribución: La caída de Nínive se describe como una retribución justa por sus pecados, particularmente su violencia y crueldad. Nahum 3:19 dice: “No hay alivio para tu herida; tu lesión es fatal”. Esto refleja el principio bíblico de que aquellos que viven por la espada, perecerán por la espada (Mateo 26:52).
Paciencia y Juicio Divino: La profecía destaca el equilibrio entre la paciencia de Dios y su juicio eventual. Aunque Dios había usado a Asiria como un instrumento de castigo contra Israel y otras naciones, su continua maldad e idolatría finalmente llevaron a su caída.
La profecía de Nahum, aunque arraigada en un contexto histórico específico, habla de la verdad eterna de la justicia y soberanía de Dios. Sirve como un recordatorio de que ningún imperio, por poderoso que sea, es inmune a la responsabilidad ante los estándares divinos. Para los lectores contemporáneos, el mensaje de Nahum fomenta la reflexión sobre las formas en que nosotros, individual y colectivamente, respondemos a la paciencia de Dios y atendemos sus llamados a la justicia y rectitud en nuestras propias vidas.
En conclusión, la profecía de Nahum contra Nínive es una integración convincente de la revelación profética y los eventos históricos. No solo predijo la caída de una gran ciudad, sino que también ofreció un comentario teológico sobre las razones detrás de su destrucción, enfatizando temas de justicia, retribución y soberanía divina que resuenan a través de los siglos.