Nahum, un profeta del Antiguo Testamento, es una figura algo enigmática, conocida principalmente a través del breve libro profético que lleva su nombre. El Libro de Nahum, ubicado entre los Profetas Menores, es un relato poderoso, poético y vívido que se centra principalmente en el juicio inminente contra Nínive, la capital del Imperio Asirio. La importancia histórica y teológica de la profecía de Nahum ofrece una profunda visión de la justicia y soberanía de Dios.
La profecía de Nahum se sitúa en el contexto del dominio del Imperio Asirio en el Cercano Oriente durante el siglo VII a.C. Asiria era conocida por su poderío militar, crueldad y reinado opresivo sobre los pueblos conquistados, incluidos Israel y Judá. La conquista asiria del Reino del Norte de Israel en 722 a.C. y el posterior asedio de Jerusalén en 701 a.C. bajo el rey Senaquerib dejaron una cicatriz duradera en la memoria colectiva del pueblo hebreo. El ministerio de Nahum probablemente tuvo lugar durante el reinado del rey Manasés o posiblemente Josías, alrededor de 663 a 612 a.C., con la caída de Nínive ocurriendo en 612 a.C.
Se sabe poco sobre Nahum personalmente. Se le identifica solo como "Nahum el elcosita" (Nahum 1:1), lo que sugiere que provenía de un lugar llamado Elcos, aunque su ubicación exacta sigue siendo incierta. Algunos estudiosos proponen ubicaciones en Judá o incluso Galilea, pero estas siguen siendo especulativas. A pesar de la falta de detalles personales, el mensaje de Nahum es claro y contundente, reflejando su profunda convicción y comprensión de la soberanía y justicia de Dios.
La profecía de Nahum es un oráculo divino contra Nínive, que se erige como símbolo del orgullo humano, la crueldad y el desafío contra Dios. El libro está estructurado en tres capítulos, cada uno contribuyendo al tema general del juicio divino y la liberación.
El libro comienza con una declaración en forma de himno sobre los atributos de Dios, enfatizando su poder, justicia y bondad. Nahum 1:2-3 proclama: "El Señor es un Dios celoso y vengador; el Señor se venga y está lleno de ira. El Señor se venga de sus enemigos y descarga su ira contra sus adversarios. El Señor es lento para la ira pero grande en poder; el Señor no dejará sin castigo al culpable". Estos versículos establecen la base teológica del mensaje de Nahum: la justicia de Dios prevalecerá finalmente sobre la maldad.
Este capítulo también asegura a Judá la protección y el cuidado de Dios. Nahum 1:7 afirma: "El Señor es bueno, un refugio en tiempos de angustia. Cuida de los que confían en él". La yuxtaposición de la ira de Dios contra sus enemigos y su bondad hacia su pueblo resalta los aspectos duales de la justicia y misericordia divinas.
El capítulo dos describe vívidamente el asedio y la posterior caída de Nínive. Nahum utiliza imágenes gráficas y poéticas para retratar el caos y la destrucción que caerán sobre la ciudad. La profecía está llena de acción y movimiento, como se ve en Nahum 2:4, "Los carros de guerra se precipitan por las calles, corren de un lado a otro por las plazas. Parecen antorchas encendidas; se mueven como relámpagos".
Las imágenes sirven para subrayar la inevitabilidad y totalidad de la caída de Nínive. La ciudad, una vez poderosa, conocida por sus formidables defensas y riqueza, es representada como vulnerable y condenada. Esta sección de la profecía de Nahum no es solo una predicción de derrota militar, sino una declaración profunda sobre la naturaleza transitoria del poder humano y la autoridad última de Dios.
En el capítulo final, Nahum expone las razones de la destrucción de Nínive. La ciudad es condenada por su violencia, engaño e idolatría. Nahum 3:1 declara: "¡Ay de la ciudad sanguinaria, llena de mentiras, llena de botín, nunca sin víctimas!" La corrupción moral y espiritual de Nínive queda al descubierto, y el juicio se presenta como merecido e irrevocable.
Nahum también se burla de la dependencia asiria de su fuerza y alianzas, destacando su humillación inminente. Nahum 3:19 concluye el libro con un reconocimiento contundente del destino de Nínive: "Nada puede curarte; tu herida es fatal. Todos los que oyen la noticia de tu caída aplauden, porque ¿quién no ha sentido tu crueldad sin fin?"
La profecía de Nahum, aunque centrada en Nínive, tiene implicaciones teológicas más amplias. Sirve como recordatorio de la soberanía y justicia de Dios en el mundo. La caída de Nínive no es solo un evento histórico, sino un acto divino que demuestra el control de Dios sobre las naciones y su compromiso con la justicia.
El libro de Nahum también ofrece consuelo a los oprimidos, afirmando que Dios ve las injusticias en el mundo y actuará en su tiempo. Para el pueblo de Judá, la profecía de Nahum habría sido una fuente de esperanza, afirmando que su sufrimiento bajo la opresión asiria no pasaba desapercibido para Dios.
Aunque la profecía de Nahum está arraigada en un contexto histórico específico, su mensaje sigue siendo relevante para los lectores contemporáneos. Nos desafía a reflexionar sobre la naturaleza de la justicia y la seguridad del triunfo eventual de Dios sobre el mal. En un mundo donde la injusticia y la opresión persisten, las palabras de Nahum nos recuerdan la esperanza que se encuentra en el juicio justo de Dios.
Además, el énfasis de Nahum en el carácter de Dios—su poder, justicia y bondad—invita a los creyentes a confiar en el plan último de Dios, incluso cuando las circunstancias parecen abrumadoras. La vívida representación de Nahum sobre la caída de Nínive sirve como una advertencia sobre los peligros del orgullo, la crueldad y el desafío contra Dios.
Nahum, aunque un profeta menor en términos de la extensión de su libro, entrega un mensaje importante sobre la justicia y soberanía de Dios. Su profecía contra Nínive es un poderoso recordatorio de la naturaleza transitoria del poder humano y la realidad perdurable de la justicia divina. A través de Nahum, se nos invita a ver más allá de las circunstancias inmediatas y a depositar nuestra confianza en el Dios que es tanto justo como misericordioso, que actúa en la historia y finalmente llevará a cabo sus propósitos justos.