El libro de Sofonías, uno de los doce Profetas Menores en el Antiguo Testamento, es una profecía profunda e intensa que transmite un mensaje de juicio inminente y restauración final. Sofonías, cuyo nombre significa "Yahvé ha escondido" o "Yahvé ha atesorado", profetizó durante el reinado del rey Josías de Judá (640-609 a.C.). Su mensaje es tanto una advertencia como una promesa, dirigida principalmente al pueblo de Judá pero también extendiéndose a las naciones circundantes. Comprender a los destinatarios de los pronunciamientos de condena de Sofonías requiere un examen detallado del texto, que está lleno de imágenes y significados teológicos.
Sofonías comienza su profecía con una declaración general de juicio sobre toda la tierra, pero rápidamente enfoca su atención en Judá y Jerusalén. Los versículos iniciales de Sofonías 1:2-3 dicen:
"Barreré por completo todo de la faz de la tierra", declara el Señor. "Barreré tanto a los hombres como a los animales; barreré a las aves del cielo y a los peces del mar, y a los ídolos que hacen tropezar a los malvados."
Este juicio universal prepara el escenario para una condena más específica de Judá. Sofonías 1:4-6 continúa:
"Extenderé mi mano contra Judá y contra todos los que viven en Jerusalén. Destruiré todo vestigio de adoración a Baal en este lugar, incluso los nombres de los sacerdotes idólatras, aquellos que se postran en los techos para adorar al ejército celestial, aquellos que se postran y juran por el Señor y que también juran por Moloc, aquellos que se apartan de seguir al Señor y ni buscan al Señor ni lo consultan."
Sofonías condena al pueblo de Judá por su idolatría, sincretismo y complacencia espiritual. La adoración de Baal y otras deidades junto a Yahvé era un pecado grave, reflejando una lealtad dividida que Dios no podía tolerar. Las palabras del profeta reflejan el énfasis deuteronómico en la adoración exclusiva de Yahvé (Deuteronomio 6:4-5).
Los pronunciamientos de condena de Sofonías no se limitan a la población general; él apunta específicamente a los líderes y los ricos de Judá. En Sofonías 1:8-9, declara:
"En el día del sacrificio del Señor, castigaré a los oficiales y a los hijos del rey y a todos los que visten ropas extranjeras. En ese día castigaré a todos los que evitan pisar el umbral, que llenan el templo de sus dioses con violencia y engaño."
Los "oficiales y los hijos del rey" representan a la élite política y social que ha llevado al pueblo por mal camino. Su adopción de costumbres extranjeras ("vestir ropas extranjeras") simboliza su abandono de la fidelidad al pacto. La práctica de llenar "el templo de sus dioses con violencia y engaño" indica una corrupción de la adoración y la justicia, lo que provoca aún más la ira divina.
Sofonías también pronuncia condena sobre los comerciantes y los complacientes. En Sofonías 1:11-13, proclama:
"Lloren, ustedes que viven en el distrito del mercado; todos sus comerciantes serán eliminados, todos los que comercian con plata serán destruidos. En ese momento buscaré a Jerusalén con lámparas y castigaré a los complacientes, que son como vino dejado en sus heces, que piensan, 'El Señor no hará nada, ni bueno ni malo.' Su riqueza será saqueada, sus casas demolidas. Aunque construyan casas, no vivirán en ellas; aunque planten viñedos, no beberán el vino."
Los comerciantes, que representan el poder económico de la sociedad, son condenados por su avaricia y deshonestidad. Los complacientes, que creen que Dios es inactivo e indiferente, son reprendidos por su apatía espiritual. Esta complacencia es una forma de ateísmo práctico, negando la soberanía y justicia de Dios.
El mensaje de condena de Sofonías se extiende más allá de Judá a las naciones circundantes. En Sofonías 2:4-15, pronuncia juicio sobre Filistea, Moab, Amón, Cus y Asiria. Cada una de estas naciones es condenada por su orgullo, idolatría y hostilidad hacia el pueblo de Dios.
En Sofonías 2:4-7, el profeta declara:
"Gaza será abandonada y Ascalón quedará en ruinas. Al mediodía Asdod será vaciada y Ecrón desarraigada. ¡Ay de ustedes que viven junto al mar, ustedes, pueblo de los cereteos! La palabra del Señor está contra ustedes, Canaán, tierra de los filisteos. Él dice, 'Los destruiré, y no quedará ninguno.'"
Los filisteos, enemigos de larga data de Israel, son condenados por su agresión e idolatría. Sus ciudades serán desoladas como señal de juicio divino.
En Sofonías 2:8-11, el profeta dirige su atención a Moab y Amón:
"He oído los insultos de Moab y las burlas de los amonitas, que insultaron a mi pueblo y amenazaron su tierra. Por lo tanto, tan cierto como que yo vivo, declara el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel, Moab se convertirá en Sodoma, los amonitas en Gomorra, un lugar de maleza y pozos de sal, un desierto para siempre."
Moab y Amón son condenados por su arrogancia y hostilidad hacia Israel. Su destino será como el de Sodoma y Gomorra, simbolizando la destrucción total.
En Sofonías 2:12, el profeta menciona brevemente a Cus:
"Ustedes también, cusitas, serán muertos por mi espada."
Aunque la referencia es breve, significa el alcance universal del juicio de Dios.
Finalmente, en Sofonías 2:13-15, el profeta pronuncia condena sobre Asiria:
"Extenderá su mano contra el norte y destruirá Asiria, dejando a Nínive completamente desolada y seca como el desierto. Rebaños y manadas se acostarán allí, criaturas de todo tipo. El búho del desierto y el búho chillón se posarán en sus columnas. Sus ululatos resonarán a través de las ventanas, los escombros llenarán las puertas, las vigas de cedro quedarán expuestas. Esta es la ciudad de la fiesta que vivía en seguridad. Ella se decía a sí misma, '¡Yo soy la única! Y no hay nadie más aparte de mí.' ¡Qué ruina se ha convertido, un refugio para bestias salvajes! Todos los que pasan por ella se burlan y sacuden sus puños."
Asiria, el imperio dominante de la época, es condenada por su orgullo y crueldad. La desolación de Nínive, su capital, simboliza la caída de la arrogancia humana y el triunfo de la justicia divina.
Aunque los pronunciamientos de condena de Sofonías son severos, no son la última palabra. La profecía concluye con un mensaje de esperanza y restauración. En Sofonías 3:9-20, el profeta vislumbra un tiempo en que Dios purificará los labios de los pueblos, reunirá a los dispersos y restaurará la fortuna de su pueblo. Sofonías 3:17 captura bellamente esta promesa:
"El Señor tu Dios está en medio de ti, el Guerrero Poderoso que salva. Él se deleitará en ti con alegría; en su amor ya no te reprenderá, sino que se regocijará sobre ti con cánticos."
Esta promesa de restauración es un testimonio del amor y la fidelidad perdurables de Dios, ofreciendo esperanza a aquellos que vuelven a Él en arrepentimiento y fe.
Los pronunciamientos de condena de Sofonías son comprensivos, apuntando a Judá, sus líderes, los ricos, los complacientes y las naciones circundantes. Su mensaje subraya la seriedad del pecado, la certeza del juicio divino y la necesidad del arrepentimiento. Sin embargo, en medio de los pronunciamientos de condena, hay una profunda promesa de restauración, reflejando el corazón de un Dios que se deleita en la misericordia y desea reunir a su pueblo de nuevo consigo mismo. La profecía de Sofonías, por lo tanto, no es solo un mensaje de condena, sino también un llamado a la esperanza y la renovación en la relación de pacto con Dios.