La pubertad es una fase significativa y a menudo desafiante en la vida de una persona, marcada por rápidos cambios físicos, emocionales y psicológicos. Es un momento en el que muchos jóvenes experimentan confusión, dudas sobre sí mismos y una gama de emociones poderosas. Dada la complejidad de estas experiencias, uno podría preguntarse si Dios realmente entiende las luchas asociadas con la pubertad y los cambios hormonales. Para responder a esta pregunta, debemos explorar la naturaleza de Dios tal como se revela en la Biblia, la encarnación de Jesucristo y la empatía y compasión que Dios extiende a la humanidad.
La Biblia nos dice que Dios es omnisciente, lo que significa que Él lo sabe todo. El Salmo 139:1-4 dice: "Señor, tú me examinas, tú me conoces. Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; desde lejos percibes mis pensamientos. Disciernes mi andar y mi reposo; todos mis caminos te son familiares. Aun antes de que la palabra esté en mi lengua, tú, Señor, ya la conoces completamente." Este pasaje ilustra que Dios tiene un entendimiento íntimo de cada aspecto de nuestras vidas, incluidos los cambios físicos y emocionales que experimentamos durante la pubertad.
Además, la encarnación de Jesucristo proporciona una profunda visión del entendimiento de Dios sobre las luchas humanas. La doctrina de la encarnación sostiene que Jesús, quien es completamente Dios, se hizo completamente humano (Juan 1:14). Esto significa que Jesús experimentó toda la gama de emociones humanas y cambios físicos. Hebreos 4:15 dice: "Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado." Este versículo enfatiza que Jesús enfrentó tentaciones y desafíos similares a los que nosotros encontramos, incluidas las luchas de la adolescencia.
Aunque la Biblia no proporciona un relato detallado de los años adolescentes de Jesús, sí ofrece vislumbres de su crecimiento y desarrollo. Lucas 2:52 nos dice: "Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres." Este versículo indica que Jesús pasó por las etapas naturales del desarrollo humano, lo que habría incluido la pubertad. Como resultado, habría experimentado los cambios hormonales y las fluctuaciones emocionales que acompañan este período de la vida. Por lo tanto, la experiencia de Jesús como ser humano nos asegura que Dios entiende las complejidades de la pubertad desde una perspectiva de primera mano.
Además de la experiencia personal de Jesús, la Biblia revela la naturaleza compasiva de Dios. El Salmo 103:13-14 dice: "Como un padre se compadece de sus hijos, así se compadece el Señor de los que le temen; porque él sabe de qué estamos hechos, se acuerda de que somos polvo." Este pasaje destaca el corazón empático y comprensivo de Dios hacia su creación. Dios no está distante ni desvinculado de nuestras luchas; más bien, está profundamente consciente de nuestras vulnerabilidades y nos cuida con un amor paternal.
Además, el Espíritu Santo, quien también es completamente Dios, juega un papel crucial en consolarnos y guiarnos a través de los desafíos de la vida. Jesús prometió a sus discípulos que el Espíritu Santo sería su Ayudador y Consolador (Juan 14:16-17). El Espíritu Santo habita en los creyentes, proporcionando fuerza, sabiduría y consuelo durante los tiempos difíciles. Romanos 8:26-27 nos asegura: "De la misma manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. No sabemos qué debemos pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los santos conforme a la voluntad de Dios." Este pasaje subraya la participación íntima del Espíritu Santo en nuestras vidas, incluidas nuestras luchas durante la pubertad.
Las luchas de la pubertad y los cambios hormonales no son ajenos a Dios. Él los entiende profundamente y ofrece su presencia, guía y consuelo a aquellos que lo buscan. Como pastor cristiano no denominacional, animo a los jóvenes a volverse a Dios en oración, buscando su sabiduría y fortaleza durante este tiempo tumultuoso. Santiago 1:5 promete: "Si alguno de ustedes falta sabiduría, pídasela a Dios, quien da generosamente a todos sin menospreciar a nadie, y le será dada." Dios está ansioso por proporcionar la sabiduría y el apoyo necesarios para navegar los desafíos de la adolescencia.
Además, la comunidad de la iglesia puede desempeñar un papel vital en apoyar a los jóvenes durante la pubertad. Los compañeros creyentes, mentores y pastores pueden ofrecer aliento, guía y un oído atento. Gálatas 6:2 nos exhorta: "Lleven los unos las cargas de los otros, y así cumplirán la ley de Cristo." La comunidad cristiana está llamada a apoyarse mutuamente, compartiendo las luchas de los demás y proporcionando una red de cuidado y comprensión.
La literatura cristiana también ofrece valiosas ideas sobre el entendimiento de Dios sobre las luchas humanas. C.S. Lewis, en su libro "El problema del dolor", aborda la naturaleza del sufrimiento y la empatía de Dios. Él escribe: "Dios nos susurra en nuestros placeres, habla en nuestra conciencia, pero grita en nuestros dolores: es su megáfono para despertar a un mundo sordo." Lewis nos recuerda que Dios usa nuestras luchas para acercarnos a Él, ofreciendo su presencia y consuelo en medio de nuestro dolor.
Además, los escritos de Henri Nouwen, un renombrado autor y teólogo cristiano, enfatizan la naturaleza compasiva de Dios. En su libro "El regreso del hijo pródigo", Nouwen reflexiona sobre la parábola del hijo pródigo, destacando el amor incondicional y la comprensión de Dios. Él escribe: "La gran conversión en nuestra vida es reconocer y creer en la voz que nos llama amados." Las ideas de Nouwen nos recuerdan que el amor y la empatía de Dios se extienden a cada aspecto de nuestras vidas, incluidas las dificultades de la pubertad.
En conclusión, Dios entiende íntimamente las luchas de la pubertad y los cambios hormonales. A través de su omnisciencia, la encarnación de Jesucristo y la presencia consoladora del Espíritu Santo, Dios ofrece su empatía, guía y apoyo a aquellos que navegan esta fase desafiante de la vida. Como creyentes, podemos encontrar consuelo al saber que Dios está con nosotros, proporcionando sabiduría y fortaleza a través de la oración, la comunidad de la iglesia y la literatura cristiana. Al volverse a Dios y buscar su presencia, podemos encontrar la seguridad y el consuelo necesarios para navegar las complejidades de la adolescencia.