En el viaje de la vida, la búsqueda de propósito es un tema central en las narrativas de muchas personas. Desde las preguntas existenciales de "¿Por qué estoy aquí?" hasta las más enfocadas "¿Qué se supone que debo hacer con mi vida?", estas preguntas apuntan a un deseo profundo en el espíritu humano de encontrar significado y dirección. Como pastor cristiano no denominacional, propongo que la fe juega un papel indispensable en la definición del propósito de la vida. Esta discusión tiene como objetivo explorar las dimensiones de cómo la fe informa, guía y sostiene la comprensión de una persona sobre su propósito.
La fe cristiana comienza con la creencia fundamental de que toda la creación es la obra intencional de un Dios con propósito. Los pasajes iniciales de Génesis declaran: "En el principio, Dios creó los cielos y la tierra" (Génesis 1:1). Este acto de creación no se describe como arbitrario, sino que está imbuido de intencionalidad y cuidado. Cada aspecto de la creación es considerado y declarado "bueno" por Dios, culminando en la creación de la humanidad, que se describe como "muy buena" (Génesis 1:31).
El propósito de la humanidad se describe inicialmente en términos relacionales: relación con Dios, con los demás y con el mundo creado. Génesis 1:28 habla de esto, ya que Dios bendice a Adán y Eva, instándolos a "ser fructíferos y multiplicarse, llenar la tierra y someterla, y tener dominio sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra". Este dominio no es una licencia para el control explotador, sino un llamado a la administración y el cuidado, reflejando el propio gobierno y cuidado de Dios por la creación.
La fe es esencialmente confianza en Dios y adhesión a Sus enseñanzas y principios. Es a través de la fe que uno obtiene una visión de la naturaleza de Dios y Sus intenciones para la humanidad. Las Escrituras sirven como un medio principal a través del cual Dios ha elegido revelarse a Sí mismo y Sus propósitos para nosotros. Por ejemplo, en Jeremías 29:11, Dios declara: "Porque yo sé los planes que tengo para ustedes, declara el Señor, planes de bienestar y no de mal, para darles un futuro y una esperanza". Estos versículos subrayan la creencia de que Dios tiene planes específicos y benevolentes para cada individuo.
La fe, por lo tanto, se convierte en el lente a través del cual podemos ver nuestras vidas y discernir nuestro propósito. No se trata meramente de una creencia en abstracto, sino que implica una relación transformadora con Dios que continuamente moldea y dirige nuestras vidas. A medida que crecemos en nuestra fe, leyendo las Escrituras, participando en la oración y participando en la vida de la iglesia, obtenemos una comprensión más profunda de quiénes somos y qué estamos llamados a hacer.
El Nuevo Testamento desarrolla aún más el concepto de llamado o vocación individual. El Apóstol Pablo, en sus cartas a las primeras iglesias, a menudo habla de la variedad de dones y llamados dentro de la comunidad cristiana. Por ejemplo, en 1 Corintios 12:4-7, Pablo escribe: "Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el mismo Espíritu; y hay diversidad de ministerios, pero el mismo Señor; y hay diversidad de actividades, pero el mismo Dios es el que hace todas las cosas en todos. A cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para el bien común".
Este pasaje destaca que cada persona está dotada de dones únicos y un llamado único, todos los cuales están destinados a contribuir a la comunidad en general y al bien común. Nuestro propósito, por lo tanto, no es egocéntrico, sino orientado hacia el servicio y la edificación de los demás. La fe nos ayuda a reconocer y cultivar estos dones, animándonos a utilizarlos en servicio a Dios y a los demás.
La vida está llena de desafíos e incertidumbres, y nuestro sentido de propósito puede a veces tambalearse bajo tales presiones. La fe ofrece no solo una base y comprensión de nuestro propósito, sino también la fuerza para sostenerlo. La figura bíblica de José, vendido como esclavo y luego ascendiendo a gobernador de Egipto, ejemplifica esto. A pesar de pruebas severas, José permaneció fiel a Dios, y en Génesis 50:20, reflexiona sobre su viaje, diciendo a sus hermanos: "Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios lo encaminó para bien, para hacer lo que vemos hoy, que es dar vida a mucha gente".
La historia de José es un poderoso testimonio de la creencia de que Dios está obrando incluso en las circunstancias más difíciles, tejiendo nuestras experiencias en Sus propósitos mayores. La fe nos asegura que nunca estamos abandonados en nuestro propósito, sino que estamos continuamente guiados y apoyados por Dios.
Para aquellos que buscan entender su propósito a través de la fe, se pueden recomendar varios pasos prácticos:
En conclusión, la fe no es solo un telón de fondo para la vida cristiana; es el marco vital a través del cual descubrimos, entendemos y vivimos nuestro propósito. Nos conecta con lo eterno, con la comunidad y con nuestro propio ser interior. A través de la fe, encontramos no solo la pregunta de nuestro propósito, sino también su respuesta.