La cuestión de cómo los relatos bíblicos sobre la muerte y resurrección de Jesús se alinean con la frase "tres días y tres noches" es un tema fascinante y complejo que ha intrigado a teólogos y estudiosos durante siglos. Esta frase se deriva principalmente de las propias palabras de Jesús en Mateo 12:40, donde Él afirma: "Porque como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del gran pez, así el Hijo del Hombre estará tres días y tres noches en el corazón de la tierra". Comprender esta declaración implica profundizar en la forma judía de contar el tiempo, los relatos evangélicos y el significado teológico del evento de la resurrección.
En primer lugar, es importante entender el concepto judío del tiempo durante el período en que se escribió el Nuevo Testamento. En la cultura judía, un día se contaba de puesta de sol a puesta de sol, no de medianoche a medianoche como es común en la cultura occidental moderna. Esto significa que cualquier parte de un día podría considerarse como un día completo. Por lo tanto, "tres días y tres noches" no implica necesariamente tres períodos completos de 24 horas. Este método de conteo es evidente en otros pasajes bíblicos también. Por ejemplo, en Ester 4:16 y 5:1, Ester ayuna durante "tres días, noche o día", sin embargo, se acerca al rey en el tercer día.
Aplicando este entendimiento a la línea de tiempo de la muerte y resurrección de Jesús, comenzamos con la crucifixión de Jesús, que los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas indican que ocurrió el día antes del sábado, conocido como el Día de Preparación (Mateo 27:62, Marcos 15:42, Lucas 23:54). Esto se entiende tradicionalmente como el viernes. Jesús fue colocado en la tumba antes de la puesta del sol de ese día, marcando el comienzo del primer día.
El segundo día, según el conteo judío, comenzaría al atardecer del viernes y continuaría hasta el atardecer del sábado, el sábado. El tercer día comenzaría entonces al atardecer del sábado y continuaría hasta el atardecer del domingo. Según los relatos evangélicos, Jesús resucitó de entre los muertos temprano en el primer día de la semana, que es la mañana del domingo (Mateo 28:1, Marcos 16:2, Lucas 24:1, Juan 20:1). Así, mientras Jesús estuvo en la tumba parte del viernes, todo el sábado y parte del domingo, este período se entiende como el cumplimiento de la expresión "tres días y tres noches" al considerar el método de conteo inclusivo de la tradición judía.
Esta interpretación se ve respaldada por los propios relatos evangélicos. En Lucas 24:21, los discípulos en el camino a Emaús expresan su decepción, diciendo: "Hoy es el tercer día desde que sucedieron estas cosas", refiriéndose a la crucifixión de Jesús. Esto indica que consideraban el domingo como el tercer día desde el viernes.
Teológicamente, la resurrección de Jesús es la piedra angular de la fe cristiana. No es meramente un evento que encaja en una línea de tiempo cronológica, sino que tiene un profundo significado espiritual. La resurrección significa la victoria de Jesús sobre el pecado y la muerte, afirmando su naturaleza divina y la verdad de sus enseñanzas. El apóstol Pablo enfatiza esto en 1 Corintios 15:14, afirmando: "Y si Cristo no ha resucitado, nuestra predicación es inútil y también lo es vuestra fe". La resurrección es un testimonio de la esperanza de vida eterna prometida a los creyentes, como Jesús mismo declaró: "Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera" (Juan 11:25).
Además, la resurrección es un cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento y de las propias predicciones de Jesús sobre su muerte y resurrección. En pasajes como el Salmo 16:10 e Isaías 53, se predicen el sufrimiento, la muerte y la posterior vindicación del Mesías. Jesús, durante su ministerio, habló repetidamente de su muerte y resurrección inminentes (Marcos 8:31, 9:31, 10:34), preparando a sus discípulos para la realidad de lo que estaba por venir.
La frase "tres días y tres noches" sirve así no solo como un marcador cronológico, sino también como una afirmación simbólica de la misión mesiánica de Jesús. Se alinea con la tipología de Jonás, como el propio Jesús señaló, trazando un paralelo entre la liberación de Jonás del pez y el triunfo de Jesús sobre la tumba. Esta tipología destaca la continuidad del plan redentor de Dios a lo largo de las Escrituras.
Además, los relatos de la resurrección de Jesús están corroborados por múltiples testigos, lo que añade credibilidad a sus relatos. Cada Evangelio proporciona una perspectiva única, pero todos convergen en la verdad central de la tumba vacía y el Cristo resucitado. Las mujeres que primero descubrieron la tumba vacía, las apariciones de Jesús a los discípulos y la transformación en las vidas de aquellos que encontraron al Señor resucitado, todos testifican la realidad de la resurrección.
En conclusión, la frase "tres días y tres noches" en el contexto de la muerte y resurrección de Jesús se alinea con la comprensión judía del tiempo y es consistente con los relatos evangélicos. Encapsula el profundo misterio y la majestad de la resurrección, un evento pivotal que se encuentra en el corazón de la fe cristiana. A través de su muerte y resurrección, Jesús no solo cumplió antiguas profecías, sino que también inauguró un nuevo pacto, ofreciendo salvación y vida eterna a todos los que creen en Él. La resurrección sigue siendo una fuente de esperanza y seguridad, un testimonio del poder de Dios y la promesa de vida más allá de la muerte.