La Ascensión de Jesucristo, tal como se registra en el Nuevo Testamento, particularmente en los libros de Marcos (16:19), Lucas (24:50-53) y Hechos (1:9-11), no es meramente un evento milagroso sino un hito teológico profundo con implicaciones significativas para la fe y la doctrina cristianas. Este evento, en el que Jesús fue llevado al cielo en su cuerpo resucitado a la vista de sus discípulos, marca un momento crucial en la Cristología y tiene un impacto multifacético en la teología cristiana.
En primer lugar, la Ascensión significa la exaltación de Cristo. Esto no es meramente una reubicación espacial sino una transición a un nuevo modo de existencia. El ministerio terrenal de Jesús estuvo marcado por la humildad y el servicio, culminando en su crucifixión y resurrección. Sin embargo, la Ascensión marca su glorificación y exaltación a la diestra de Dios (Efesios 1:20-23). Esta posición exaltada es crítica ya que significa la culminación y aceptación de su obra terrenal de redención y reconciliación. Filipenses 2:9-11 lo encapsula bellamente, afirmando que Dios lo ha "exaltado hasta lo sumo y le ha dado un nombre que es sobre todo nombre".
Teológicamente, la Ascensión también refuerza el papel de Jesús como Mediador entre Dios y la humanidad. 1 Timoteo 2:5 afirma: "Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre". En su estado ascendido y glorificado, Jesús continúa su ministerio de intercesión en nombre de la humanidad (Hebreos 7:25). Este papel intercesor continuo es crucial ya que significa que los beneficios de su muerte sacrificial y resurrección se aplican continuamente a los creyentes, asegurando su salvación y santificación.
Además, Hebreos 4:14-16 retrata a Jesús como el gran Sumo Sacerdote que ha pasado por los cielos. La Ascensión, por lo tanto, confirma su sacerdocio, que a diferencia del sacerdocio levítico, es eterno y perfecto. Como nuestro Sumo Sacerdote, Jesús simpatiza con nuestras debilidades y nos concede la gracia para acercarnos al trono de Dios con valentía. Este ministerio sacerdotal es fundamental para la vida espiritual de los creyentes, proporcionando un acceso continuo a la gracia divina.
La Ascensión está directamente vinculada al Pentecostés y la venida del Espíritu Santo. El mismo Jesús vinculó estos eventos durante su ministerio terrenal. En Juan 16:7, les dijo a sus discípulos: "Pero yo os digo la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré". La Ascensión, por lo tanto, es un precursor del derramamiento del Espíritu Santo, quien empodera, guía y habita en los creyentes, permitiéndoles vivir la vida cristiana y continuar la misión de la Iglesia. La venida del Espíritu es un cumplimiento de la promesa de Jesús y un aspecto clave del Nuevo Pacto.
Teológicamente, la Ascensión de Jesús también apunta a la inauguración de su reino. Aunque su reinado fue inaugurado en la tierra a través de su ministerio, muerte y resurrección, la Ascensión marca el comienzo de su reinado celestial. Efesios 1:20-22 describe a Jesús como sentado muy por encima de todo principado y autoridad, con todas las cosas bajo sus pies, y designado como cabeza sobre todo para la iglesia. Este reinado no es solo una expectativa futura sino una realidad presente que tiene implicaciones para cómo viven los creyentes hoy, bajo el señorío de Cristo.
Finalmente, la Ascensión infunde esperanza escatológica. Hechos 1:11 promete que "Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, vendrá de la misma manera que le habéis visto ir al cielo". La Ascensión, por lo tanto, no se trata solo de la partida de Jesús sino también de su prometido regreso. Esta esperanza futura es vital para la ética y la cosmovisión cristianas, ya que orienta la vida y la misión del creyente en anticipación del regreso de su Señor. Proporciona un marco dentro del cual se asegura la restauración final de todas las cosas y la derrota definitiva del mal.
En conclusión, la Ascensión de Jesucristo es una piedra angular de la teología cristiana que habla profundamente sobre la naturaleza de Cristo, su obra y su reino. Destaca su exaltación, sus roles de mediador y sacerdote, la venida del Espíritu Santo, la inauguración de su reino y la esperanza de su regreso. Cada uno de estos aspectos ofrece profundas ideas sobre la obra continua y la presencia de Cristo en la vida de la Iglesia y de los creyentes individuales, moldeando la práctica cristiana, la adoración y la esperanza. Comprender y reflexionar sobre la Ascensión puede, por lo tanto, enriquecer la fe de uno y proporcionar una apreciación más profunda del poder del Evangelio y el alcance integral de la historia de la salvación.