¿Por qué se describe a Jesús como sentado a la derecha de Dios?

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La imagen de Jesús sentado a la derecha de Dios es uno de los símbolos más poderosos y evocadores en la teología cristiana. Encapsula una gama de verdades profundas sobre la identidad de Jesús, su relación con Dios el Padre y su papel en el cosmos. Para comprender completamente por qué se describe a Jesús de esta manera, debemos profundizar en los contextos bíblicos, teológicos e históricos que le dan a esta imagen su rico significado.

La frase "sentado a la derecha de Dios" es ante todo una frase bíblica. Aparece en varios pasajes clave del Nuevo Testamento. Por ejemplo, en Marcos 16:19, está escrito: "Entonces, después de que el Señor les habló, fue recibido en el cielo y se sentó a la derecha de Dios." De manera similar, en Hechos 7:55-56, durante el martirio de Esteban, él ve una visión de Jesús "de pie a la derecha de Dios." El apóstol Pablo también se refiere a esta imagen en sus epístolas, como en Efesios 1:20, donde habla del poder de Dios "que ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a su derecha en los lugares celestiales."

Para entender el significado de esta imagen, primero debemos considerar el contexto cultural e histórico de la frase. En las culturas del antiguo Cercano Oriente, sentarse a la derecha de un rey era una posición de gran honor y autoridad. La mano derecha se consideraba el lugar de mayor privilegio, solo superado por el propio rey. Este trasfondo cultural nos ayuda a entender que los autores del Nuevo Testamento estaban transmitiendo un mensaje sobre el estatus exaltado y la autoridad de Jesús.

Teológicamente, la frase "sentado a la derecha de Dios" comunica varias verdades clave sobre Jesús. En primer lugar, significa su autoridad divina y su realeza. Al estar sentado a la derecha de Dios, Jesús es representado como compartiendo el gobierno y la autoridad de Dios sobre el universo. Esto es un cumplimiento de la profecía mesiánica encontrada en el Salmo 110:1, donde está escrito: "El SEÑOR dijo a mi Señor: 'Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.'" Este versículo se cita frecuentemente en el Nuevo Testamento para enfatizar el estatus exaltado de Jesús (por ejemplo, Mateo 22:44, Hebreos 1:13).

En segundo lugar, la imagen de Jesús a la derecha de Dios subraya su papel como nuestro sumo sacerdote e intercesor. En el Antiguo Testamento, el sumo sacerdote entraba en el Lugar Santísimo una vez al año para ofrecer sacrificios por los pecados del pueblo. En el Nuevo Testamento, Jesús es retratado como el sumo sacerdote definitivo que, después de ofrecerse a sí mismo como el sacrificio perfecto, ascendió al cielo para interceder por nosotros. Hebreos 8:1-2 dice: "Tenemos tal sumo sacerdote, que se sentó a la derecha del trono de la Majestad en los cielos, y que sirve en el santuario, el verdadero tabernáculo establecido por el Señor, no por un mero ser humano." Esto subraya la naturaleza continua de la obra sacerdotal de Jesús, ya que él intercede continuamente por nosotros ante el Padre (Romanos 8:34).

Además, la ascensión y entronización de Jesús a la derecha de Dios marcan la finalización de su misión terrenal y el comienzo de su reinado celestial. Significa que su obra de redención está terminada, como declaró en la cruz: "Está terminado" (Juan 19:30). Al sentarse, Jesús indica que su obra sacrificial está completa y es totalmente suficiente para nuestra salvación. Esto se enfatiza aún más en Hebreos 10:12-14, que dice: "Pero cuando este sacerdote hubo ofrecido para siempre un solo sacrificio por los pecados, se sentó a la derecha de Dios, y desde ese momento espera que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies. Porque con un solo sacrificio ha hecho perfectos para siempre a los que están siendo santificados."

La imagen de Jesús a la derecha de Dios también tiene implicaciones escatológicas. Apunta hacia el momento en que Jesús regresará para juzgar a los vivos y a los muertos y para establecer plenamente el reino de Dios en la tierra. Esto se captura en el Credo de los Apóstoles, que dice: "Ascendió al cielo, y está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso; desde allí vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos." La entronización de Jesús es, por lo tanto, tanto una realidad presente como una esperanza futura, mientras esperamos la consumación de su reino.

Además de su significado bíblico y teológico, la imagen de Jesús a la derecha de Dios tiene profundas implicaciones para la vida y la adoración cristianas. Nos recuerda la centralidad de Jesús en nuestra fe y la seguridad de su presencia continua e intercesión. Nos llama a reconocer su señorío y a vivir en obediencia a sus mandamientos. Además, nos ofrece esperanza y aliento, sabiendo que nuestro Salvador reina con toda autoridad y que está trabajando activamente en nuestro favor.

En la literatura cristiana, este tema ha sido explorado y celebrado de diversas maneras. Por ejemplo, en su obra clásica "Mero Cristianismo," C.S. Lewis reflexiona sobre el significado de la ascensión y entronización de Jesús, enfatizando el poder transformador del reinado de Cristo en la vida de los creyentes. De manera similar, en "Las Instituciones de la Religión Cristiana," Juan Calvino discute la ascensión como un evento crucial que nos asegura la obra continua de Cristo como nuestro mediador y abogado.

En conclusión, la descripción de Jesús sentado a la derecha de Dios es una imagen rica y multifacética que comunica su autoridad divina, su papel como nuestro sumo sacerdote, la finalización de su obra redentora y la esperanza de su regreso futuro. Es un recordatorio poderoso del estatus exaltado de Jesús y su presencia continua e intercesión en nuestras vidas. Al reflexionar sobre esta profunda verdad, que profundice nuestra fe, inspire nuestra adoración y fortalezca nuestra esperanza en el glorioso reinado de nuestro Señor resucitado.

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