La Biblia es un rico tapiz de promesas y seguridades, revelando la naturaleza infinita del poder de Dios y la profundidad de Su amor por la humanidad. Una de las afirmaciones más profundas de la capacidad de Dios para superar nuestras expectativas se encuentra en el Nuevo Testamento, en la carta del apóstol Pablo a los Efesios. En Efesios 3:20-21, Pablo escribe: "A aquel que es capaz de hacer mucho más de lo que pedimos o imaginamos, según su poder que actúa en nosotros, a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos. ¡Amén!" Este pasaje es una doxología, un breve himno de alabanzas a Dios, y encapsula una poderosa verdad sobre la naturaleza de Dios y Su relación con nosotros.
En este pasaje, Pablo enfatiza el poder ilimitado de Dios. La frase "mucho más de lo que pedimos o imaginamos" sugiere que las capacidades de Dios superan con creces la comprensión o expectativa humana. Esto no es meramente una declaración sobre la omnipotencia de Dios, sino también un testimonio de Su disposición a actuar en nombre de aquellos que lo aman. El poder del que habla Pablo no es una fuerza abstracta, sino que se describe como "actuando en nosotros", indicando una experiencia personal y transformadora para los creyentes.
El contexto de este versículo es crucial para comprender su impacto total. En los versículos anteriores, Pablo ora para que los efesios sean fortalecidos con poder a través del Espíritu en su ser interior, para que Cristo habite en sus corazones por la fe. Ora para que ellos, arraigados y cimentados en amor, tengan poder junto con todo el pueblo santo del Señor para comprender cuán ancho, largo, alto y profundo es el amor de Cristo, y para conocer este amor que sobrepasa el conocimiento, para que sean llenos de toda la plenitud de Dios (Efesios 3:16-19). Esta oración destaca la interconexión del poder de Dios, el amor y el crecimiento espiritual del creyente.
Este pasaje en Efesios no es un testimonio aislado de la capacidad de Dios para superar nuestras imaginaciones. A lo largo de las Escrituras, hay numerosos casos donde las acciones de Dios desafían la lógica y expectativa humana. Por ejemplo, en el Antiguo Testamento, la historia de Abraham y Sara es una narrativa profunda de la capacidad de Dios para cumplir promesas de maneras más allá de la comprensión humana. A pesar de su avanzada edad y la esterilidad de Sara, Dios prometió a Abraham que sería el padre de muchas naciones. En Génesis 21:1-2, vemos el cumplimiento de esta promesa con el nacimiento de Isaac, demostrando que los planes de Dios a menudo trascienden las limitaciones humanas.
Otro ejemplo se puede encontrar en la historia de José, cuyo viaje de ser vendido como esclavo por sus hermanos a convertirse en el segundo hombre más poderoso de Egipto es un testimonio del cuidado providencial de Dios y su capacidad para sacar bien de circunstancias aparentemente desesperadas. El mismo José reconoce esto en Génesis 50:20, diciendo a sus hermanos: "Ustedes intentaron hacerme daño, pero Dios lo intentó para bien, para lograr lo que ahora se está haciendo, la salvación de muchas vidas."
En el Nuevo Testamento, la vida y el ministerio de Jesucristo están llenos de ejemplos de Dios haciendo más de lo que cualquiera podría imaginar. La encarnación misma, Dios haciéndose carne y habitando entre nosotros, es un acto incomparable de amor y humildad divinos. Los milagros de Jesús, como alimentar a los cinco mil, caminar sobre el agua y resucitar a Lázaro de entre los muertos, son demostraciones tangibles del poder de Dios para intervenir en el orden natural.
Además, la resurrección de Jesús es la máxima expresión de la capacidad de Dios para superar las expectativas humanas. La resurrección no solo afirmó la divinidad de Jesús, sino que también proporcionó una base para la esperanza cristiana de vida eterna. Pablo expresa elocuentemente esta esperanza en 1 Corintios 2:9, citando a Isaías: "Sin embargo, como está escrito: 'Lo que ningún ojo ha visto, lo que ningún oído ha oído, y lo que ninguna mente humana ha concebido', son las cosas que Dios ha preparado para los que lo aman."
Al reflexionar sobre estas narrativas y promesas bíblicas, se hace evidente que la capacidad de Dios para hacer más de lo que podemos pedir o imaginar está arraigada en Su carácter y Su relación de pacto con la humanidad. La omnipotencia de Dios no es una fuerza distante o desapegada, sino que está íntimamente conectada con Su amor, misericordia y fidelidad. Como cristianos, estamos invitados a participar en este poder divino a través de la fe y la morada del Espíritu Santo.
Teólogos y escritores cristianos han reflexionado durante mucho tiempo sobre las implicaciones del poder ilimitado de Dios. C.S. Lewis, en su obra clásica "Mero Cristianismo", discute el poder transformador de Cristo en la vida del creyente, ilustrando cómo Dios puede tomar personas ordinarias y, a través de Su gracia, lograr cosas extraordinarias. Lewis enfatiza que la obra de Dios en nosotros a menudo supera nuestros propios planes y deseos, alineando nuestras voluntades con Su propósito divino.
De manera similar, A.W. Tozer, en "El Conocimiento del Santo", reflexiona sobre los atributos de Dios, incluida Su omnipotencia y omnisciencia. Tozer argumenta que una comprensión adecuada de la naturaleza de Dios conduce a una confianza y dependencia más profundas en Él, sabiendo que Él es capaz de hacer mucho más de lo que podemos imaginar.
En términos prácticos, la creencia de que Dios puede hacer más de lo que imaginamos anima a los cristianos a abordar la vida con un sentido de esperanza y expectativa. Llama a una fe que no está limitada por las circunstancias o el razonamiento humano, sino que está anclada en la seguridad del poder soberano y la bondad de Dios. Esta perspectiva invita a los creyentes a orar con audacia, a soñar en grande y a confiar en que Dios está trabajando activamente en sus vidas, incluso cuando el camino a seguir parece incierto.
Además, el reconocimiento del poder ilimitado de Dios debería inspirar una postura de humildad y adoración. Como concluye Pablo su doxología en Efesios 3:21, "a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos. ¡Amén!" El propósito último de los actos poderosos de Dios es Su gloria, y como receptores de Su gracia, estamos llamados a vivir vidas que reflejen Su gloria al mundo.
En resumen, la Biblia nos asegura la capacidad de Dios para hacer más de lo que podemos pedir o imaginar, como se expresa vívidamente en Efesios 3:20-21. Esta verdad está tejida a lo largo de las Escrituras, ilustrada en las vidas de figuras bíblicas y las enseñanzas de Jesús. Es un recordatorio de la omnipotencia de Dios, Su participación íntima en nuestras vidas y Su deseo de trabajar a través de nosotros para Su gloria. Al abrazar esta verdad, que seamos alentados a confiar en los planes de Dios, sabiendo que Él está dispuesto y es capaz de lograr mucho más allá de nuestras mayores imaginaciones.