¿Por qué Dios envió a Jesús al mundo?

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La pregunta de por qué Dios envió a Jesús al mundo es una que ha sido reflexionada por teólogos, eruditos y creyentes durante siglos. En su esencia, esta pregunta toca la esencia misma de la doctrina cristiana y el corazón del mensaje del Evangelio. Comprender las razones detrás de la decisión de Dios de enviar a Su Hijo al mundo requiere que profundicemos en la naturaleza de Dios, la condición de la humanidad y la narrativa general de la Biblia.

La Biblia nos dice que Dios es amor (1 Juan 4:8). Este atributo fundamental del carácter de Dios es crucial para entender Sus acciones hacia la humanidad. Desde el principio, Dios creó a los humanos por amor, deseando una relación con ellos. Sin embargo, esta relación fue empañada por el pecado cuando Adán y Eva eligieron desobedecer a Dios en el Jardín del Edén (Génesis 3). Este acto de desobediencia trajo el pecado y la muerte al mundo, rompiendo la relación íntima entre Dios y la humanidad.

La naturaleza omnipresente del pecado afectó todos los aspectos de la existencia humana. El apóstol Pablo escribe: "por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:23). El pecado creó un abismo entre un Dios santo y una humanidad pecadora, una brecha que los humanos no podían cerrar por sí mismos. La santidad de Dios exige justicia, y la pena por el pecado es la muerte (Romanos 6:23). Sin embargo, el amor de Dios por la humanidad lo impulsó a proporcionar un camino para la reconciliación.

El plan de redención de Dios es un tema central a lo largo de la Biblia. Desde la promesa de un Salvador en Génesis 3:15 hasta las profecías del Mesías venidero en el Antiguo Testamento, vemos un hilo consistente del plan redentor de Dios desarrollándose. Los profetas hablaron de un Redentor venidero que restauraría la relación rota entre Dios y Su pueblo. Isaías, por ejemplo, profetizó sobre un siervo sufriente que llevaría los pecados de muchos (Isaías 53).

En la plenitud del tiempo, Dios envió a Su Hijo, Jesucristo, al mundo (Gálatas 4:4-5). Jesús, siendo completamente Dios y completamente hombre, estaba singularmente calificado para llevar a cabo la obra de la salvación. Su encarnación—Dios tomando carne humana—fue un acto profundo de humildad y amor. Como dice el Evangelio de Juan, "El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros" (Juan 1:14). Jesús entró en la experiencia humana, viviendo una vida sin pecado y revelando el carácter y el amor de Dios.

Una de las principales razones por las que Dios envió a Jesús al mundo fue para revelar Su naturaleza y voluntad a la humanidad. Jesús es descrito como la "imagen del Dios invisible" (Colosenses 1:15) y la "representación exacta de su ser" (Hebreos 1:3). A través de Sus enseñanzas, milagros e interacciones, Jesús demostró el amor, la gracia, la misericordia y la justicia de Dios. Reveló el corazón del Padre y proporcionó un modelo para una vida justa.

Sin embargo, el propósito último de la misión de Jesús fue proporcionar un medio de salvación para la humanidad. El mismo Jesús declaró: "Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido" (Lucas 19:10). Esta salvación se logró a través de Su muerte sacrificial en la cruz y Su posterior resurrección. Jesús tomó sobre Sí mismo los pecados del mundo, llevando el castigo que la humanidad merecía. Como escribe Pablo: "Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él" (2 Corintios 5:21).

La crucifixión de Jesús fue el momento crucial en el plan redentor de Dios. Fue en la cruz donde Jesús declaró: "Consumado es" (Juan 19:30), significando la finalización de Su obra de expiación. A través de Su muerte, Jesús satisfizo las demandas de la justicia de Dios mientras demostraba simultáneamente Su amor ilimitado. La cruz es donde la justicia y la misericordia de Dios se encuentran.

La resurrección de Jesús es igualmente crucial para entender por qué Dios lo envió al mundo. La resurrección validó las afirmaciones de Jesús y demostró Su victoria sobre el pecado y la muerte. Pablo enfatiza la importancia de la resurrección en 1 Corintios 15:17, afirmando: "Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados." La resurrección asegura a los creyentes su esperanza futura y vida eterna.

Además, la misión de Jesús no solo se trataba de la salvación individual, sino también de inaugurar el Reino de Dios. A lo largo de Su ministerio, Jesús proclamó: "El reino de Dios se ha acercado. ¡Arrepentíos y creed en el evangelio!" (Marcos 1:15). El Reino de Dios representa el gobierno y el reinado de Dios, trayendo restauración y renovación a toda la creación. La vida, muerte y resurrección de Jesús marcaron el comienzo de este Reino, que se realizará plenamente cuando Él regrese.

Además de proporcionar salvación y revelar la naturaleza de Dios, la venida de Jesús también cumplió las profecías y los pactos del Antiguo Testamento. Desde el pacto abrahámico hasta el pacto davídico, las promesas de Dios apuntaban a un Redentor futuro que bendeciría a todas las naciones y establecería un reino eterno. Jesús es el cumplimiento de estas promesas, como frecuentemente destaca el Evangelio de Mateo (por ejemplo, Mateo 1:22-23, 2:15).

Además, la venida de Jesús estableció un nuevo pacto entre Dios y la humanidad. Este nuevo pacto, profetizado en Jeremías 31:31-34, prometía el perdón de los pecados y un corazón transformado. Jesús inauguró este pacto a través de Su sangre, derramada en la cruz (Lucas 22:20). Bajo este nuevo pacto, los creyentes reciben el Espíritu Santo, quien los capacita para vivir de acuerdo con la voluntad de Dios y los transforma a la semejanza de Cristo.

El envío de Jesús también tiene profundas implicaciones para la Iglesia. Jesús comisionó a Sus seguidores para continuar Su misión, haciendo discípulos de todas las naciones y difundiendo el mensaje de salvación (Mateo 28:18-20). La Iglesia está llamada a ser el cuerpo de Cristo, representándolo en el mundo y llevando a cabo Su obra de reconciliación y restauración.

En resumen, Dios envió a Jesús al mundo por múltiples razones entrelazadas. Principalmente, fue una expresión de Su inmenso amor y deseo de una relación restaurada con la humanidad. Jesús vino para revelar la naturaleza de Dios, proporcionar un medio de salvación, cumplir las profecías del Antiguo Testamento, establecer un nuevo pacto, inaugurar el Reino de Dios y comisionar a Sus seguidores para continuar Su misión. Cada uno de estos aspectos contribuye al propósito profundo y multifacético de la encarnación, muerte y resurrección de Jesús.

En última instancia, el envío de Jesús es la mayor demostración del amor y la gracia de Dios. Como tan bellamente encapsula Juan 3:16: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." Este versículo, a menudo referido como el Evangelio en pocas palabras, destaca el corazón del plan redentor de Dios y las increíbles longitudes a las que Él fue para traer salvación a un mundo roto y perdido.

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