¿Por qué es importante el discipulado según la Biblia?

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El discipulado es un tema central en la Biblia, y su importancia está profundamente arraigada en las enseñanzas de Jesucristo y en la narrativa general de las Escrituras. Entender por qué el discipulado es importante requiere un examen minucioso de los textos bíblicos, la vida y el ministerio de Jesús, y las prácticas de la iglesia primitiva. Como pastor cristiano no denominacional, me gustaría explorar este concepto profundo profundizando en las Escrituras y en otra literatura cristiana para proporcionar una respuesta completa.

En su esencia, el discipulado se trata de seguir a Jesucristo, aprender de Él y llegar a ser más como Él en todos los aspectos de nuestras vidas. La palabra "discípulo" en sí proviene de la palabra latina "discipulus", que significa "aprendiz" o "estudiante". En el Nuevo Testamento, se usa la palabra griega "mathetes", que de manera similar significa un aprendiz o seguidor. El discipulado, por lo tanto, no es meramente un ejercicio intelectual, sino un viaje transformador que involucra a toda la persona: mente, corazón y acciones.

Una de las razones más convincentes de la importancia del discipulado se encuentra en la Gran Comisión, registrada en Mateo 28:18-20. Aquí, Jesús ordena a sus seguidores:

"Toda autoridad en el cielo y en la tierra me ha sido dada. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado. Y seguramente estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo." (NVI)

Este pasaje destaca varios aspectos clave del discipulado. Primero, es un mandato de Jesús, lo que indica que no es opcional para los creyentes. Hacer discípulos es un aspecto fundamental de la misión cristiana. La autoridad de Jesús respalda este mandato, enfatizando que es divinamente ordenado. El alcance de la comisión es global, abarcando todas las naciones y pueblos, lo que subraya la relevancia universal del discipulado.

El proceso de hacer discípulos implica bautizar y enseñar. El bautismo significa la iniciación en la comunidad de creyentes y la identificación con la muerte y resurrección de Cristo. La enseñanza implica instruir a los nuevos creyentes en los caminos de Jesús, ayudándoles a entender y obedecer sus mandamientos. Este enfoque integral asegura que el discipulado no sea superficial, sino profundamente arraigado en las enseñanzas y el ejemplo de Jesús.

La importancia del discipulado se subraya aún más por el propio ministerio de Jesús. A lo largo de los Evangelios, vemos a Jesús llamando a individuos a seguirlo, formando un grupo cercano de discípulos que viajaron con Él, aprendieron de sus enseñanzas y presenciaron sus milagros. Por ejemplo, en Marcos 1:17, Jesús llama a Simón y Andrés, diciendo: "Vengan, síganme, y los haré pescadores de hombres." Este llamado a seguir es una invitación a una relación transformadora con Jesús.

Jesús invirtió un tiempo y esfuerzo significativos en enseñar a sus discípulos, a menudo explicando parábolas y verdades espirituales más profundas en privado (Marcos 4:34). Él modeló una vida de servicio, humildad y obediencia al Padre, estableciendo un ejemplo para que sus discípulos lo emularan. En Juan 13:15, después de lavar los pies de los discípulos, Jesús dice: "Les he puesto el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes." Este acto de servicio encapsula la esencia del discipulado: imitar a Cristo en actitud y acción.

La iglesia primitiva continuó este énfasis en el discipulado. En el libro de los Hechos, vemos a los apóstoles dedicándose a la enseñanza, la comunión, el partimiento del pan y la oración (Hechos 2:42). El apóstol Pablo, en particular, ejemplificó la importancia del discipulado a través de sus cartas y viajes misioneros. Él mentoreó a individuos como Timoteo, Tito y otros, instruyéndolos en la fe y animándolos a enseñar a otros. En 2 Timoteo 2:2, Pablo escribe: "Y lo que me has oído decir en presencia de muchos testigos, encomiéndalo a personas dignas de confianza que también estén capacitadas para enseñar a otros."

El discipulado no se trata solo del crecimiento individual; se trata de multiplicación. A medida que los discípulos crecen en su fe y comprensión, están llamados a discipular a otros, creando un efecto dominó que extiende el alcance del Evangelio. Esta multiplicación es evidente en el rápido crecimiento de la iglesia primitiva, ya que continuamente se añadían nuevos creyentes a su número (Hechos 2:47).

Además, el discipulado es esencial para la madurez espiritual. El apóstol Pablo, en su carta a los Efesios, enfatiza el objetivo del discipulado como alcanzar "la medida de la plenitud de Cristo" (Efesios 4:13). Esto implica crecer en conocimiento, carácter y servicio, llegando a ser más como Cristo en todos los aspectos de la vida. El discipulado ayuda a los creyentes a desarrollar una relación profunda y constante con Dios, fundamentada en su Palabra y empoderada por el Espíritu Santo.

La literatura cristiana también arroja luz sobre la importancia del discipulado. Por ejemplo, Dietrich Bonhoeffer, en su obra clásica "El costo del discipulado", argumenta que el verdadero discipulado requiere gracia costosa, una gracia que demanda una respuesta de compromiso total y obediencia a Cristo. Las ideas de Bonhoeffer desafían a los creyentes a tomar el discipulado en serio, reconociendo que implica sacrificio y disposición para seguir a Jesús incluso frente a las dificultades.

Dallas Willard, en su libro "La conspiración divina", enfatiza el poder transformador del discipulado. Él argumenta que el discipulado se trata de entrar en una vida de aprendizaje con Jesús, aprendiendo a vivir en la realidad del reino de Dios. La perspectiva de Willard destaca la naturaleza holística del discipulado, abarcando todas las áreas de la vida y conduciendo a una transformación genuina.

El discipulado también es crucial para construir una comunidad cristiana fuerte y vibrante. A medida que los creyentes crecen en su fe y madurez, están mejor equipados para servirse unos a otros, utilizando sus dones para el bien común (1 Corintios 12:7). El discipulado fomenta un sentido de responsabilidad y ánimo mutuo, ayudando a los creyentes a perseverar en su fe y superar desafíos. El escritor de Hebreos exhorta a los creyentes a "considerar cómo podemos estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras" (Hebreos 10:24), un mandato que se cumple a través de relaciones de discipulado intencionales.

Además, el discipulado equipa a los creyentes para interactuar eficazmente con el mundo. Jesús llama a sus seguidores a ser "sal y luz" (Mateo 5:13-16), influyendo en la sociedad con los valores del reino de Dios. El discipulado prepara a los creyentes para navegar las complejidades del mundo, proporcionando un marco bíblico para abordar cuestiones morales, éticas y sociales. Empodera a los creyentes para compartir el Evangelio con otros, cumpliendo la Gran Comisión y avanzando el reino de Dios en la tierra.

En resumen, el discipulado es de suma importancia según la Biblia porque es un mandato directo de Jesús, modela su propio ministerio, es esencial para la madurez espiritual, fomenta la comunidad y equipa a los creyentes para interactuar con el mundo. El discipulado se trata de seguir a Jesús, aprender de Él y llegar a ser más como Él. Es un viaje transformador que involucra a toda la persona y tiene implicaciones de gran alcance para el individuo, la iglesia y el mundo. Como creyentes, estamos llamados a tomar el discipulado en serio, comprometiéndonos a crecer en nuestra fe y a ayudar a otros a hacer lo mismo.

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