¿Cuál es la definición bíblica de un 'santo'?

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El concepto de santidad es un tema profundo e intrincado dentro de la teología cristiana, y es importante explorarlo con profundidad y claridad. El término 'santo' lleva consigo una rica historia de interpretación y aplicación dentro de la tradición cristiana. Comprender la definición bíblica de un santo requiere que nos sumerjamos en las Escrituras y examinemos cómo se usa el término y qué significa en el contexto del plan redentor de Dios para la humanidad.

En el Nuevo Testamento, la palabra griega que a menudo se traduce como 'santo' es 'hagios', que significa 'santo' o 'apartado'. Este término se usa para referirse a individuos que han sido santificados, o apartados, por Dios para Sus propósitos. Es importante notar que el término 'santo' no se usa para describir una clase especial de cristianos que han alcanzado un nivel superior de santidad o logro espiritual. Más bien, se usa para describir a todos los creyentes que están en Cristo, independientemente de su madurez espiritual o logros.

Uno de los ejemplos más claros de este uso se encuentra en las cartas de Pablo a las primeras comunidades cristianas. Por ejemplo, en su carta a los Romanos, Pablo se dirige a los creyentes como 'llamados a ser santos' (Romanos 1:7, ESV). De manera similar, en 1 Corintios 1:2, Pablo escribe: 'A la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos junto con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro' (ESV). Aquí, Pablo se dirige a todos los miembros de la iglesia, indicando que la santidad es un estado otorgado a todos los que están en Cristo.

El concepto de santidad está profundamente arraigado en la idea de ser apartado para Dios. Esto se ve también en el Antiguo Testamento, donde el pueblo de Israel es referido como una 'nación santa' (Éxodo 19:6, ESV). La santidad del pueblo de Dios no se basa en sus propios méritos, sino en su relación con Dios y Su llamado sobre sus vidas. Este tema se traslada al Nuevo Testamento, donde los creyentes en Cristo son considerados santos debido a su unión con Él.

Efesios 1:4-5 proporciona una base teológica para entender esto: 'Porque nos escogió en él antes de la creación del mundo para ser santos y sin mancha delante de él. En amor nos predestinó para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, según el buen propósito de su voluntad' (NIV). La santidad de los creyentes es parte del plan eterno de Dios y se realiza a través de su adopción como Sus hijos por medio de Jesucristo.

Además, el concepto de santidad abarca tanto la realidad presente como la esperanza futura de los creyentes. En el presente, los santos son aquellos que han sido justificados por la fe y están siendo santificados por el Espíritu Santo. Este proceso continuo de santificación implica crecer en santidad y volverse más como Cristo. Hebreos 10:14 captura bien esta dinámica: 'Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los que están siendo santificados' (NIV). Aquí, el autor habla de la obra completada de Cristo en la cruz que ha perfeccionado a los creyentes, mientras también reconoce el proceso continuo de ser hechos santos.

El aspecto futuro de la santidad es la glorificación de los creyentes cuando Cristo regrese. En ese momento, los creyentes serán completamente conformados a la imagen de Cristo y compartirán Su gloria. Filipenses 3:20-21 habla de esta esperanza: 'Pero nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo, el cual transformará el cuerpo de nuestra humillación, para que sea semejante al cuerpo de su gloria, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas' (NIV). Esta transformación futura es la culminación del proceso de santificación y la realización última de lo que significa ser un santo.

Además del aspecto individual de la santidad, también hay una dimensión comunitaria. El Nuevo Testamento se refiere frecuentemente al cuerpo colectivo de creyentes como 'santos'. Por ejemplo, en Efesios 2:19-22, Pablo escribe: 'Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo. En él todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor. En él también vosotros sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu' (NIV). Este pasaje destaca la identidad corporativa de los creyentes como el templo santo de Dios, enfatizando que la santidad no es solo un estado individual, sino también una realidad comunitaria.

El aspecto comunitario de la santidad se subraya aún más por el énfasis del Nuevo Testamento en la edificación y el estímulo mutuos entre los creyentes. Hebreos 10:24-25 exhorta a los creyentes a 'considerar cómo podemos estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y tanto más cuanto veis que aquel día se acerca' (NIV). La comunidad de santos está llamada a apoyarse y edificarse mutuamente mientras esperan el regreso de Cristo.

En resumen, la definición bíblica de un santo abarca varios elementos clave. Los santos son aquellos que han sido apartados por Dios, santificados a través de su unión con Cristo y llamados a vivir vidas santas. Este estado no se basa en méritos individuales, sino en la gracia y el llamado de Dios. La santidad implica tanto una realidad presente de ser justificados y santificados, como una esperanza futura de glorificación. Además, la santidad tiene una dimensión comunitaria, ya que los creyentes son colectivamente llamados a ser el pueblo santo de Dios, apoyándose y animándose mutuamente en su camino de fe.

Entender la santidad de esta manera ayuda a disipar los malentendidos de que es un estado reservado para unos pocos selectos que han alcanzado una santidad extraordinaria. En cambio, es un llamado y una identidad que pertenece a todos los que están en Cristo. Esta comprensión también enfatiza la importancia de vivir este llamado en comunidad con otros creyentes, mientras juntos nos esforzamos por crecer en santidad y reflejar el carácter de Cristo al mundo.

A la luz de esto, es importante que los creyentes abracen su identidad como santos y vivan de una manera digna de su llamado. Efesios 4:1-3 exhorta: 'Yo, pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, procurando mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz' (NIV). Vivir como santos implica encarnar las virtudes de humildad, mansedumbre, paciencia y amor, y esforzarse por la unidad dentro del cuerpo de Cristo.

Al reflexionar sobre la definición bíblica de un santo, seamos alentados por la profunda verdad de que estamos llamados a ser el pueblo santo de Dios, apartados para Sus propósitos y empoderados por Su Espíritu para vivir vidas que traigan gloria a Su nombre.

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