¿Qué dice la Biblia sobre hacer discípulos?

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Hacer discípulos es un principio central de la fe cristiana y está profundamente arraigado en las enseñanzas de Jesucristo. El concepto de discipulado no es solo un mandamiento, sino también un proceso transformador que implica enseñar, nutrir y guiar a las personas para que se conviertan en seguidores de Cristo. La Biblia proporciona un marco integral para comprender el papel de hacer discípulos, principalmente a través de la Gran Comisión, las prácticas de la iglesia primitiva y las enseñanzas de los apóstoles.

El mandamiento más explícito con respecto a hacer discípulos se encuentra en la Gran Comisión, registrada en el Evangelio de Mateo. Jesús, después de su resurrección, se apareció a sus discípulos y les dio esta directiva:

"Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo." (Mateo 28:19-20, ESV)

Este pasaje encapsula la esencia del discipulado. Implica salir a todas las naciones, bautizar a los creyentes y enseñarles a obedecer los mandamientos de Cristo. La Gran Comisión enfatiza que el discipulado no es una actividad pasiva, sino un proceso activo y continuo.

El libro de los Hechos proporciona una vívida representación de cómo la iglesia primitiva abrazó este mandato. Los apóstoles, empoderados por el Espíritu Santo, comenzaron a predicar el Evangelio y a hacer discípulos. Uno de los momentos más significativos es el sermón de Pedro en el día de Pentecostés, donde unas tres mil personas fueron bautizadas y añadidas a la iglesia (Hechos 2:41). Este evento marcó el comienzo de una comunidad dedicada a la enseñanza de los apóstoles, la comunión, el partimiento del pan y las oraciones (Hechos 2:42).

El proceso de hacer discípulos implica varios componentes clave:

  1. Predicar y Enseñar el Evangelio: Los apóstoles predicaban consistentemente el mensaje de la muerte y resurrección de Cristo. Pablo, en su carta a los Romanos, subraya la importancia de la predicación para que surja la fe:

"¿Cómo, pues, invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?" (Romanos 10:14, NIV)

  1. Bautismo: El bautismo es un paso significativo en el proceso de discipulado, ya que simboliza la identificación del creyente con la muerte, sepultura y resurrección de Cristo. Es una expresión externa de una fe interna y un compromiso de seguir a Jesús.

  2. Enseñar Obediencia: El discipulado implica enseñar a los nuevos creyentes a observar todo lo que Jesús mandó. Esto incluye no solo entender sus enseñanzas, sino también aplicarlas en la vida diaria. Jesús enfatizó la importancia de la obediencia en su parábola de los constructores sabio y necio (Mateo 7:24-27).

  3. Comunidad y Comunión: La iglesia primitiva demostró la importancia de la comunidad en el proceso de discipulado. Los creyentes se reunían regularmente para la comunión, el partimiento del pan y la oración. Este aspecto comunitario proporcionaba apoyo, responsabilidad y aliento para el crecimiento en la fe.

  4. Mentoría y Ejemplo: Pablo a menudo hablaba de la importancia de seguir su ejemplo mientras él seguía a Cristo (1 Corintios 11:1). El discipulado implica mentorear y modelar un comportamiento semejante a Cristo. Esta inversión personal en el crecimiento espiritual de otros es crucial para un discipulado efectivo.

El papel de los apóstoles en hacer discípulos fue fundamental para la iglesia primitiva y continúa siendo un modelo para la práctica cristiana contemporánea. Su compromiso con la predicación, la enseñanza y la vivencia del Evangelio sentó las bases para la expansión del cristianismo en todo el mundo.

Además del Nuevo Testamento, la literatura cristiana también proporciona valiosas ideas sobre el discipulado. Dietrich Bonhoeffer, en su obra seminal "El Costo del Discipulado", enfatiza la naturaleza sacrificial de seguir a Cristo. Famosamente afirmó: "Cuando Cristo llama a un hombre, le ordena venir y morir." La perspectiva de Bonhoeffer destaca que el verdadero discipulado requiere una disposición a renunciar a las ambiciones personales y abrazar el llamado a vivir para Cristo.

Dallas Willard, en "La Gran Omisión", critica el descuido del discipulado por parte de la iglesia contemporánea. Argumenta que la iglesia a menudo se enfoca en hacer conversos en lugar de discípulos. Willard llama a un retorno al discipulado intencional y relacional, donde los creyentes son nutridos en su fe y equipados para discipular a otros.

Además, el concepto de hacer discípulos no se limita al Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento también proporciona principios que sustentan el discipulado. Por ejemplo, Deuteronomio 6:4-9, conocido como el Shemá, instruye a los israelitas a amar al Señor con todo su corazón, alma y fuerzas y a enseñar estos mandamientos diligentemente a sus hijos. Este pasaje subraya la importancia de transmitir la fe a través de la enseñanza intencional y la vivencia de los mandamientos de Dios.

El papel de hacer discípulos se extiende más allá de los esfuerzos individuales a la misión colectiva de la iglesia. La iglesia, como el cuerpo de Cristo, está llamada a ser una comunidad que hace discípulos. Efesios 4:11-13 habla de los diversos roles dentro de la iglesia, como apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros, dados para equipar a los santos para la obra del ministerio y para edificar el cuerpo de Cristo. Este esfuerzo colectivo asegura que la iglesia crezca en madurez y unidad, reflejando la plenitud de Cristo.

Además, hacer discípulos no se limita a una ubicación geográfica específica. La Gran Comisión llama a hacer discípulos de todas las naciones, enfatizando la naturaleza global de este mandato. El libro de Apocalipsis proporciona un vistazo del cumplimiento último de esta misión, donde personas de toda tribu, lengua y nación adoran ante el trono de Dios (Apocalipsis 7:9).

En términos prácticos, hacer discípulos hoy en día implica diversas estrategias y enfoques. Incluye la enseñanza formal a través de sermones, estudios bíblicos y programas educativos. También implica entornos informales como grupos pequeños, mentoría uno a uno e interacciones cotidianas. El objetivo es crear un ambiente donde los creyentes puedan crecer en su fe, desarrollar sus dones y ser equipados para discipular a otros.

En conclusión, la Biblia proporciona una visión integral y convincente para hacer discípulos. Es un mandamiento arraigado en la Gran Comisión, ejemplificado por la iglesia primitiva y reforzado por la literatura cristiana. Hacer discípulos implica predicar el Evangelio, bautizar a los creyentes, enseñar obediencia, fomentar la comunidad y mentorear a otros. Es una misión colectiva de la iglesia, que se extiende a todas las naciones y requiere esfuerzos intencionales y relacionales. Como seguidores de Cristo, estamos llamados a abrazar este mandato, invirtiendo en el crecimiento espiritual de otros y avanzando el Reino de Dios.

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