La doctrina que busca explicar la coexistencia de la omnisciencia de Dios y el libre albedrío humano a menudo se refiere como "compatibilismo" dentro de la teología cristiana. El compatibilismo es la creencia de que la presciencia divina y la libertad humana no son mutuamente excluyentes y pueden, de hecho, coexistir armoniosamente. Esta doctrina intenta reconciliar dos verdades aparentemente contradictorias: que Dios es omnisciente, sabiendo todo lo que sucederá, y que los humanos poseen un libre albedrío genuino, tomando decisiones reales que no están predeterminadas.
Para entender el compatibilismo, primero debemos profundizar en la naturaleza de la omnisciencia de Dios y el libre albedrío humano. La omnisciencia de Dios significa que Él posee un conocimiento completo y perfecto de todas las cosas, pasadas, presentes y futuras. Esto se afirma en numerosos pasajes bíblicos. Por ejemplo, el Salmo 139:4 dice: "Aun antes de que haya palabra en mi lengua, he aquí, oh Señor, tú la sabes toda." De manera similar, Isaías 46:10 declara: "Yo anuncio el fin desde el principio, desde tiempos antiguos, lo que está por venir. Yo digo: ‘Mi propósito se cumplirá, y haré todo lo que me plazca.’"
Por otro lado, el libre albedrío humano es la capacidad de los individuos para tomar decisiones que no están coaccionadas o predeterminadas por fuerzas externas, incluida la presciencia divina. La Biblia también apoya el concepto de libre albedrío. En Deuteronomio 30:19, Moisés exhorta a los israelitas: "Hoy pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ustedes de que he puesto ante ustedes la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elijan, pues, la vida, para que ustedes y sus descendientes vivan." Este versículo implica que los humanos tienen la capacidad genuina de tomar decisiones.
La tensión entre estos dos conceptos ha sido un tema de debate teológico durante siglos. ¿Cómo puede Dios saber todo lo que sucederá, incluidas nuestras decisiones futuras, y sin embargo esas decisiones seguir siendo genuinamente libres? El compatibilismo ofrece un enfoque matizado a esta pregunta.
Una forma de entender el compatibilismo es considerar la naturaleza del tiempo y la relación de Dios con él. Desde una perspectiva humana, el tiempo es lineal; lo experimentamos momento a momento. Sin embargo, Dios, siendo eterno, existe fuera del tiempo. Él ve el pasado, el presente y el futuro simultáneamente. Esto no significa que Dios cause que cada evento suceda, sino más bien que Él sabe lo que sucederá porque está fuera del tiempo y puede ver toda la historia a la vez. Esta perspectiva está respaldada por 2 Pedro 3:8, que dice: "Pero no pasen por alto este hecho, amados, que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día."
Otro aspecto a considerar es la distinción entre la presciencia y la predestinación de Dios. La presciencia significa que Dios sabe lo que sucederá, pero no necesariamente significa que Él cause que suceda. La predestinación, por otro lado, implica la voluntad soberana de Dios en determinar ciertos eventos o resultados. Romanos 8:29-30 toca esta distinción: "Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; a los que justificó, también los glorificó." Este pasaje indica que la presciencia y la predestinación de Dios son parte de su plan divino, pero no niega la responsabilidad humana o el libre albedrío.
El teólogo Norman Geisler proporciona una analogía útil en su libro "Elegido pero libre." Compara la presciencia de Dios con un meteorólogo que predice una tormenta. El conocimiento del meteorólogo sobre la tormenta no causa que la tormenta suceda; simplemente indica una conciencia de eventos futuros. De manera similar, la presciencia de Dios sobre nuestras decisiones no causa que esas decisiones ocurran. Todavía las tomamos libremente.
Además, la Biblia contiene numerosos ejemplos de libre albedrío humano operando dentro del marco del plan soberano de Dios. La historia de José y sus hermanos en Génesis 50:20 es un ejemplo destacado. Los hermanos de José lo vendieron como esclavo, un acto de su propio libre albedrío. Sin embargo, José les dice más tarde: "Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios lo encaminó para bien, para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente." Aquí, el libre albedrío humano y el plan soberano de Dios se intersectan de una manera que cumple el propósito último de Dios.
El apóstol Pablo también aborda esta tensión en Filipenses 2:12-13: "Por tanto, amados míos, como siempre han obedecido, no solo en mi presencia, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocúpense en su salvación con temor y temblor, porque Dios es quien obra en ustedes tanto el querer como el hacer, para cumplir su buena voluntad." Pablo reconoce que los creyentes deben trabajar activamente en su salvación, lo que implica libre albedrío, mientras también afirma que es Dios quien obra en ellos para lograr sus propósitos.
Además de la evidencia bíblica, el compatibilismo encuentra apoyo en el pensamiento filosófico cristiano. Agustín de Hipona, uno de los primeros Padres de la Iglesia, argumentó que la gracia de Dios y el libre albedrío humano no son incompatibles. En su obra "Sobre el libre albedrío," Agustín sostuvo que el libre albedrío humano es un don de Dios y opera dentro del contexto de la voluntad soberana de Dios. Escribió: "La voluntad es verdaderamente libre cuando no es esclava de vicios y pecados."
De manera similar, Tomás de Aquino, en su "Suma Teológica," postuló que la presciencia de Dios no impone necesidad a las acciones humanas. Explicó que Dios conoce los futuros contingentes, incluidas las decisiones humanas, pero este conocimiento no niega la libertad de esas decisiones. Aquino afirmó: "El conocimiento de Dios, entonces, es la causa de las cosas. Pero esto no significa que las cosas estén obligadas a existir, porque el conocimiento de Dios no es de tal tipo que imponga necesidad a las cosas."
C.S. Lewis, un pensador cristiano más contemporáneo, también abordó este tema en su libro "Mero Cristianismo." Lewis argumentó que la omnisciencia de Dios no interfiere con el libre albedrío humano. Comparó el conocimiento de Dios con un autor que conoce toda la trama de su novela pero permite que sus personajes actúen libremente dentro de la historia. Lewis escribió: "Puedes reconciliar la presciencia de Dios y el libre albedrío del hombre si recuerdas que Dios está fuera del tiempo y que todos los días son 'Ahora' para Él."
En resumen, la doctrina del compatibilismo proporciona un marco para entender cómo la omnisciencia de Dios y el libre albedrío humano pueden coexistir. Al reconocer que Dios existe fuera del tiempo y que su presciencia no implica predeterminación, podemos apreciar la relación armoniosa entre la soberanía divina y la responsabilidad humana. Esta perspectiva está respaldada por las Escrituras, afirmada por la tradición teológica y enriquecida por la reflexión filosófica. Nos permite mantener en tensión las verdades profundas de la omnisciencia de Dios y el libre albedrío humano, llevándonos a una apreciación más profunda del misterio y la majestad de la naturaleza de Dios.