¿Qué estaba haciendo Dios antes de crear la tierra?

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La pregunta de qué estaba haciendo Dios antes de crear la tierra es una profunda que ha intrigado a teólogos, eruditos y creyentes durante siglos. Para abordar esta pregunta, debemos profundizar en la naturaleza de Dios, el concepto del tiempo y el propósito de la creación. La respuesta requiere una exploración reflexiva de las escrituras, los principios teológicos y las ideas de los pensadores cristianos a lo largo de la historia.

En primer lugar, es esencial entender que Dios existe fuera del tiempo. El tiempo, tal como lo conocemos, es parte del orden creado. Génesis 1:1 dice: "En el principio, Dios creó los cielos y la tierra." Esto marca el comienzo del tiempo desde una perspectiva humana. Antes de este acto de creación, no había un "antes" en la forma en que entendemos las secuencias temporales. Dios es eterno, sin principio ni fin, como se afirma en el Salmo 90:2, "Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios."

La naturaleza intemporal de Dios significa que Él no está sujeto a la progresión lineal del pasado, presente y futuro. Este concepto a menudo es difícil de comprender para nosotros porque nuestra existencia está tan intrínsecamente ligada al tiempo. Sin embargo, para Dios, todos los momentos están presentes. Él es el "YO SOY", como reveló a Moisés en Éxodo 3:14, indicando su naturaleza eterna e inmutable.

Al considerar lo que Dios estaba haciendo antes de la creación, también debemos reflexionar sobre sus atributos. Dios es inherentemente relacional, como lo evidencia la doctrina de la Trinidad. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo existen en una comunión perfecta y amorosa. Juan 1:1-2 nos dice: "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio con Dios." Este pasaje destaca la preexistencia de Jesús (el Verbo) y su relación íntima con el Padre. El Espíritu Santo, también, se describe como presente y activo antes de la creación, como se ve en Génesis 1:2, donde "el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas."

La naturaleza trina de Dios implica que Él no estaba solo ni necesitaba la creación para encontrar satisfacción o compañía. En cambio, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo disfrutaban de una comunión y amor perfectos dentro de la Deidad. Esta relación eterna se expresa bellamente en la oración de Jesús en Juan 17:24, "Padre, quiero que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy, para que vean mi gloria, la gloria que me has dado porque me amaste desde antes de la creación del mundo."

El teólogo Agustín de Hipona abordó esta pregunta en su obra "Confesiones." Sugirió que antes de la creación, Dios no estaba inactivo, sino que siempre estaba activo dentro de sí mismo, en el acto eterno de conocer y amar. Agustín escribió: "Porque Tú no estabas inactivo, oh mi Dios, en ese tiempo lejano, antes de que hicieras el cielo y la tierra; sino que estabas contigo mismo, ya que Tú eres, y siempre fuiste, y siempre serás; ya que tus años no fallan, ni tus años vienen y van; sino que 'tus años están juntos todos a la vez,' porque son permanentes."

Otra perspectiva proviene de la Confesión de Fe de Westminster, que dice: "Dios desde toda la eternidad, por el más sabio y santo consejo de su propia voluntad, ordenó libre e inmutablemente todo lo que sucede." Esto implica que los propósitos y planes eternos de Dios estaban en su lugar incluso antes de la creación del mundo. Efesios 1:4 apoya esta visión, afirmando: "Porque nos escogió en él antes de la creación del mundo para que fuésemos santos y sin mancha delante de él."

El acto de la creación en sí mismo puede verse como una expresión del amor y la gloria de Dios. Apocalipsis 4:11 declara: "Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria y el honor y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas." La creación es un testimonio del poder creativo, la sabiduría y la bondad de Dios. Es un desbordamiento de su amor divino, un regalo para ser compartido con seres hechos a su imagen.

Además, el propósito de Dios en la creación incluye su deseo de relación con la humanidad. Hechos 17:26-27 revela: "De un solo hombre hizo todas las naciones, para que habitaran toda la tierra; y determinó los tiempos señalados y los límites de sus territorios. Dios hizo esto para que lo buscaran y, tal vez, al tantear, lo encontraran, aunque no está lejos de ninguno de nosotros." Este pasaje indica que la intención de Dios era que los humanos lo buscaran y lo conocieran, para entrar en la relación amorosa que existe dentro de la Trinidad.

En resumen, antes de la creación de la tierra, Dios existía en su naturaleza eterna e intemporal, perfectamente contento y activo dentro de la comunión amorosa de la Trinidad. No estaba inactivo, sino comprometido en los actos eternos de conocer, amar y planificar. La decisión de crear el mundo fue una expresión de su amor, sabiduría y deseo de relación con su creación. Aunque nuestras mentes finitas pueden luchar por comprender completamente los misterios de la existencia eterna de Dios, las escrituras y la reflexión teológica nos brindan vislumbres de su naturaleza divina y sus propósitos.

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