El concepto de "temer al Señor" es uno de los temas más profundos y multifacéticos de la Biblia. Para entender lo que significa temer al Señor, debemos adentrarnos en la riqueza del lenguaje, el contexto y la teología bíblicos. La frase aparece numerosas veces a lo largo de las Escrituras y lleva una profundidad que abarca reverencia, asombro, obediencia y adoración.
En primer lugar, es esencial aclarar que el temor del Señor no es similar al miedo que podríamos experimentar ante el peligro o el daño. No es un temor paralizante, sino más bien un profundo respeto y asombro por la majestad, la santidad y la autoridad de Dios. Proverbios 9:10 dice: "El temor del Señor es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santo es la inteligencia." Este versículo destaca que temer al Señor es fundamental para adquirir verdadera sabiduría y entendimiento. Es el punto de partida para una vida alineada con la voluntad y los propósitos de Dios.
La palabra hebrea para temor utilizada en el Antiguo Testamento es "yirah", que puede denotar miedo, reverencia o asombro. Esta palabra captura la esencia de lo que significa acercarse a Dios con un corazón que reconoce Su grandeza y nuestras propias limitaciones humanas. En Deuteronomio 10:12-13, Moisés instruye a los israelitas: "Y ahora, Israel, ¿qué pide de ti el Señor tu Dios sino que temas al Señor tu Dios, que andes en todos sus caminos, que lo ames, que sirvas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, y que guardes los mandamientos y los estatutos del Señor que yo te mando hoy, para que tengas prosperidad?" Aquí, temer al Señor está relacionado con andar en obediencia, amar a Dios, servirle de todo corazón y guardar Sus mandamientos.
Este temor reverente también está intrínsecamente ligado al reconocimiento de la santidad y la justicia de Dios. Isaías 6 proporciona una vívida descripción del encuentro del profeta Isaías con la santidad de Dios. Cuando Isaías ve al Señor sentado en un trono, alto y exaltado, y los serafines clamando: "Santo, santo, santo es el Señor Todopoderoso; toda la tierra está llena de su gloria," se siente abrumado por un sentido de su propia pecaminosidad e indignidad. La respuesta de Isaías, "¡Ay de mí!...¡Estoy perdido! Porque soy hombre de labios impuros, y habito en medio de un pueblo de labios impuros, y mis ojos han visto al Rey, el Señor Todopoderoso," refleja el temor del Señor que surge de un encuentro con Su absoluta santidad (Isaías 6:5).
En el Nuevo Testamento, el temor del Señor sigue siendo un aspecto vital de la vida cristiana. La palabra griega "phobos" se usa a menudo, y puede significar miedo, terror o reverencia. Hechos 9:31 describe a la iglesia primitiva viviendo "en el temor del Señor y en la consolación del Espíritu Santo." Esta frase indica que los primeros cristianos vivían con un profundo sentido de reverencia por Dios, acompañado por la presencia consoladora del Espíritu Santo. Sugiere una vida cristiana equilibrada donde la reverencia por Dios y la experiencia de Su gracia van de la mano.
Jesús mismo enseñó sobre el temor del Señor. En Mateo 10:28, dijo: "No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno." Aquí, Jesús enfatiza que el temor de Dios debe superar cualquier temor a los seres humanos o a las circunstancias terrenales. Es un recordatorio de que Dios tiene la autoridad última sobre nuestro destino eterno, y esto debería infundir un temor reverente y respetuoso en nuestros corazones.
Además, el temor del Señor está estrechamente ligado al concepto de adoración. La adoración en la Biblia a menudo se describe como una respuesta al reconocimiento de la grandeza y la majestad de Dios. El Salmo 96:9 declara: "Adorad al Señor en la hermosura de la santidad; temblad delante de él, toda la tierra." Este temblor no es un terror que nos aleja de Dios, sino un asombro reverente que nos acerca a Él en adoración y adoración.
El temor del Señor también tiene implicaciones prácticas para nuestra vida diaria. Influye en nuestras decisiones morales y éticas, guiándonos a vivir de una manera que honre a Dios. Proverbios 8:13 dice: "El temor del Señor es aborrecer el mal; aborrezco la soberbia y la arrogancia, el mal camino y la boca perversa." Cuando tememos al Señor, desarrollamos un odio por el pecado y un deseo de vivir en justicia. Este temor nos motiva a alejarnos del mal y a buscar vivir de una manera que refleje el carácter de Dios.
Además, el temor del Señor trae un sentido de responsabilidad. Eclesiastés 12:13-14 concluye con una declaración poderosa: "El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa oculta, sea buena o sea mala." Este pasaje nos recuerda que nuestras acciones son finalmente responsables ante Dios, quien juzgará todas las obras. El temor del Señor, por lo tanto, nos anima a vivir con integridad y a tomar decisiones que le agraden.
El temor del Señor también ofrece protección y seguridad. El Salmo 34:7 dice: "El ángel del Señor acampa alrededor de los que le temen, y los defiende." Este versículo nos asegura que la protección de Dios está sobre aquellos que le temen. Es una promesa reconfortante de que Dios cuida y libra a aquellos que le reverencian.
En la literatura cristiana, muchos teólogos y escritores han explorado el concepto de temer al Señor. A.W. Tozer, en su libro "El conocimiento del Santo," escribe sobre la importancia de tener una visión adecuada de Dios. Afirma que una visión baja de Dios lleva a un sentido disminuido de reverencia y asombro. Tozer enfatiza que entender los atributos de Dios—Su santidad, justicia, omnipotencia y amor—debería llevarnos a un temor profundo y reverente.
De manera similar, C.S. Lewis, en "El problema del dolor," discute el temor de Dios en el contexto de Su presencia y majestad abrumadoras. Lewis describe el temor del Señor como una respuesta a la realización de la grandeza infinita de Dios y nuestra propia naturaleza finita. Este temor no se trata de estar asustado, sino de estar asombrado por la grandeza de Dios.
En conclusión, temer al Señor según la Biblia es vivir en un estado de asombro reverente y respeto por la santidad, la majestad y la autoridad de Dios. Es la base de la sabiduría y el entendimiento, guiándonos a vivir en obediencia, amor y adoración. El temor del Señor moldea nuestras decisiones morales, infunde un sentido de responsabilidad y trae protección y seguridad. Es un aspecto profundo y transformador de la vida cristiana que nos acerca a Dios y nos lleva a vivir de una manera que le honre.