¿Cuál es el significado bíblico de dominio?

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El concepto de dominio es un tema profundo y multifacético que recorre toda la Biblia, tocando la naturaleza de Dios, el papel de la humanidad en la creación y el desarrollo del plan redentor de Dios. Para entender el significado bíblico del dominio, debemos profundizar en las Escrituras y explorar sus implicaciones teológicas en profundidad, comenzando con la narrativa de la creación y extendiéndose a lo largo de todo el canon bíblico.

El término "dominio" aparece por primera vez en la Biblia en el contexto del relato de la creación en Génesis. En Génesis 1:26-28 (ESV), leemos:

Entonces dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra." Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: "Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sojuzgadla; y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todo ser viviente que se mueve sobre la tierra."

En estos versículos, el dominio se presenta como un aspecto clave del propósito e identidad de la humanidad. Creado a imagen de Dios, los seres humanos están dotados de la responsabilidad de ejercer dominio sobre la tierra y sus criaturas. Este dominio no es una licencia para la explotación o la tiranía; más bien, es una administración que refleja el propio gobierno soberano de Dios. Como portadores de la imagen de Dios, los humanos están llamados a gobernar la creación con sabiduría, cuidado y justicia, reflejando el carácter del Creador.

La palabra hebrea para dominio utilizada en Génesis 1:26-28 es "radah", que transmite la idea de gobernar, dirigir o tener autoridad sobre. Este concepto se elabora más en el Salmo 8:6-8 (ESV), donde el salmista reflexiona sobre la autoridad dada por Dios a la humanidad:

Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies: ovejas y bueyes, todo ello, y asimismo las bestias del campo, las aves de los cielos y los peces del mar; todo cuanto pasa por los senderos del mar.

Aquí, el dominio se describe como un don divino y una responsabilidad profunda. La humanidad está encargada del cuidado y la gestión de la creación de Dios, una tarea que requiere humildad, reverencia y un sentido de responsabilidad ante el Creador.

El significado bíblico del dominio se ilumina aún más al examinar la naturaleza del propio gobierno de Dios. A lo largo de las Escrituras, el dominio de Dios se caracteriza por la justicia, el amor y la justicia. Por ejemplo, en el Salmo 145:13 (ESV), leemos:

Tu reino es un reino eterno, y tu dominio perdura por todas las generaciones.

El dominio de Dios es eterno e inmutable, marcado por su compromiso inquebrantable con la justicia y la misericordia. En contraste con los gobernantes humanos que pueden abusar de su poder, el dominio de Dios siempre se ejerce para el bien de su creación. Este modelo divino de dominio sirve como estándar para el gobierno humano, llamándonos a reflejar el carácter de Dios en nuestra administración de la tierra.

El Nuevo Testamento también arroja luz sobre el concepto de dominio, particularmente a través de la persona y obra de Jesucristo. En Colosenses 1:15-20 (ESV), el apóstol Pablo describe la preeminencia y autoridad de Cristo sobre toda la creación:

Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y en él todas las cosas subsisten. Y él es la cabeza del cuerpo, que es la iglesia; él es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia. Porque en él complació al Padre que habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.

En este pasaje, el dominio de Cristo se presenta como tanto cósmico como redentor. Como Creador y Sustentador de todas las cosas, Jesús tiene autoridad suprema sobre el universo. Sin embargo, su dominio también se manifiesta en su obra de reconciliación, trayendo paz y restauración a un mundo roto a través de su muerte sacrificial en la cruz. Este aspecto redentor del dominio subraya la idea de que la verdadera autoridad se ejerce con el propósito de sanar y restaurar la creación a su armonía original.

Además, el Nuevo Testamento enfatiza el papel de los creyentes en la participación en el dominio de Cristo. En Romanos 5:17 (ESV), Pablo escribe:

Porque si por la transgresión de un solo hombre reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.

A través de la fe en Cristo, los creyentes son invitados a compartir en su reinado, experimentando el poder transformador de su gracia y justicia. Esta participación en el dominio de Cristo no se trata de ejercer poder para beneficio personal, sino de encarnar los valores del reino de Dios—justicia, misericordia y amor—en nuestras interacciones con el mundo.

El concepto de dominio también tiene dimensiones escatológicas, apuntando al cumplimiento final del plan de Dios para la creación. En Apocalipsis 22:5 (ESV), la visión final de los nuevos cielos y la nueva tierra incluye la promesa de que:

No habrá más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.

En la consumación del reino de Dios, la humanidad redimida compartirá en el reinado eterno de Dios, reflejando su gloria y participando en el orden armonioso de la nueva creación. Esta esperanza escatológica refuerza la idea de que el dominio se trata en última instancia de vivir en una relación correcta con Dios, con los demás y con el mundo creado.

Para resumir, el significado bíblico del dominio abarca varios temas clave:

  1. Administración y Responsabilidad: La humanidad está encargada del cuidado y la gestión de la creación, reflejando el propio gobierno sabio y justo de Dios.
  2. Reflejo del Carácter de Dios: El dominio debe ejercerse de manera que refleje la justicia, el amor y la justicia de Dios.
  3. Autoridad Redentora de Cristo: Jesús encarna la expresión última del dominio a través de su papel como Creador, Sustentador y Redentor, invitando a los creyentes a compartir en su reinado.
  4. Cumplimiento Escatológico: La realización última del dominio será en la nueva creación, donde la humanidad redimida reinará con Dios para siempre.

Entender el dominio en este sentido holístico y bíblico nos desafía a ver nuestro papel en el mundo a través del lente de los propósitos redentores de Dios. Nos llama a ejercer autoridad con humildad, a cuidar la creación con reverencia y a vivir en anticipación del día en que el reino de Dios se realizará plenamente. Al hacerlo, honramos al Creador y cumplimos nuestro llamado como portadores de su imagen, participando en el desarrollo de su glorioso plan para el universo.

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