La frase "hijos de Dios" que se encuentra en la Biblia ha desconcertado e intrigado a eruditos, teólogos y lectores laicos durante siglos. Este término aparece en varios contextos a lo largo de las Escrituras, pero quizás una de las instancias más enigmáticas se encuentra en Génesis 6:1-4:
"Cuando los seres humanos comenzaron a multiplicarse sobre la tierra y les nacieron hijas, los hijos de Dios vieron que las hijas de los humanos eran hermosas, y se casaron con cualquiera de ellas que eligieron. Entonces el SEÑOR dijo: 'Mi Espíritu no contenderá con los humanos para siempre, porque son mortales; sus días serán ciento veinte años.' Los Nephilim estaban en la tierra en aquellos días, y también después, cuando los hijos de Dios fueron a las hijas de los humanos y tuvieron hijos con ellas. Ellos fueron los héroes de la antigüedad, hombres de renombre." (Génesis 6:1-4, NVI)
Entender quiénes son estos "hijos de Dios" implica profundizar en el texto hebreo, examinar la narrativa bíblica más amplia y considerar varias interpretaciones que se han propuesto a lo largo de los siglos.
Una de las interpretaciones más antiguas y ampliamente aceptadas es que los "hijos de Dios" son ángeles caídos. Esta visión está respaldada por el Libro de Job, donde el término "hijos de Dios" claramente se refiere a seres angélicos:
"Un día los ángeles vinieron a presentarse ante el SEÑOR, y Satanás también vino con ellos." (Job 1:6, NVI)
En el texto hebreo, "hijos de Dios" (בְּנֵי הָאֱלֹהִים, benei ha'elohim) se entiende como seres divinos o ángeles. Esta interpretación está además respaldada por la literatura judía antigua, como el Libro de Enoc, que elabora sobre la historia de los ángeles caídos (los Vigilantes) que tomaron esposas humanas y engendraron a los Nephilim, una raza de gigantes.
El Nuevo Testamento también alude a esta interpretación. En 2 Pedro 2:4-5 y Judas 1:6-7, encontramos referencias a ángeles que pecaron y fueron arrojados a la oscuridad, esperando el juicio. Estos pasajes parecen hacer eco del relato de Génesis 6 y sugieren que los primeros cristianos entendían que los "hijos de Dios" eran ángeles caídos.
Otra interpretación prominente es que los "hijos de Dios" eran los descendientes de Set, el hijo justo de Adán, mientras que las "hijas de los humanos" eran los descendientes de Caín, quien fue marcado por el pecado. Esta visión postula que el matrimonio entre la línea piadosa de Set y la línea impía de Caín llevó a la corrupción moral y a la maldad generalizada, lo que provocó el juicio de Dios a través del diluvio.
Los defensores de esta interpretación señalan las genealogías en Génesis 4 y 5, que trazan las líneas de Caín y Set, respectivamente. Argumentan que la distinción entre los "hijos de Dios" y las "hijas de los humanos" es una forma de resaltar la mezcla de los fieles con los infieles. Esta visión enfatiza la importancia de mantener la pureza espiritual y evitar alianzas con aquellos que no comparten la fe de uno.
Una tercera interpretación sugiere que los "hijos de Dios" eran antiguos reyes o gobernantes que reclamaban estatus divino o eran considerados semi-divinos por sus súbditos. En muchas culturas del antiguo Cercano Oriente, los reyes a menudo eran considerados figuras divinas o semi-divinas. Esta visión postula que estos gobernantes tomaron múltiples esposas, lo que llevó al nacimiento de los Nephilim, que eran conocidos por su fuerza y heroísmo.
Esta interpretación se basa en el contexto cultural e histórico del antiguo Cercano Oriente, donde la realeza divina era un concepto común. También se alinea con el tema bíblico más amplio del orgullo humano y el abuso de poder, que a menudo lleva al juicio divino.
Cada una de estas interpretaciones tiene sus fortalezas y debilidades, y ninguna puede ser probada o refutada de manera definitiva. La interpretación angélica tiene un fuerte apoyo en la literatura judía antigua y ciertos pasajes del Nuevo Testamento, pero plantea preguntas teológicas sobre la naturaleza de los ángeles y su capacidad para procrear con humanos. La interpretación setita se alinea bien con la narrativa bíblica más amplia de mantener la pureza espiritual, pero requiere una lectura simbólica del texto. La interpretación de la realeza encaja en el contexto cultural del antiguo Cercano Oriente, pero carece de un apoyo bíblico explícito.
Independientemente de cuál interpretación se considere más convincente, la historia de los "hijos de Dios" en Génesis 6 sirve como un preludio al gran diluvio, destacando la creciente maldad y corrupción de la humanidad. Subraya la seriedad del pecado y las consecuencias de desviarse del orden establecido por Dios. Este pasaje también nos recuerda la naturaleza misteriosa y a menudo desconcertante del texto bíblico, invitándonos a luchar con su significado y buscar una comprensión más profunda.
Para los lectores modernos, el relato de los "hijos de Dios" y los Nephilim puede ser un recordatorio de la importancia del discernimiento espiritual y la necesidad de protegerse contra influencias que nos alejan de Dios. Ya sea que interpretemos a los "hijos de Dios" como ángeles caídos, los descendientes de Set o antiguos gobernantes, el mensaje subyacente es claro: la propensión de la humanidad al pecado y la rebelión tiene consecuencias de largo alcance, pero la gracia y el juicio de Dios están siempre presentes.
Los "hijos de Dios" mencionados en Génesis 6 siguen siendo uno de los grandes misterios de la Biblia, con varias interpretaciones que ofrecen diferentes perspectivas sobre este pasaje enigmático. Ya sea que se vean como ángeles caídos, la línea piadosa de Set o antiguos gobernantes, la historia sirve como un poderoso recordatorio de las consecuencias del pecado y la necesidad de fidelidad a los mandamientos de Dios. A medida que estudiamos y reflexionamos sobre estos textos antiguos, se nos invita a profundizar nuestra comprensión de la Palabra de Dios y su relevancia para nuestras vidas hoy en día.