Los conceptos teológicos de la predestinación y la elección están profundamente entrelazados y han sido objeto de intenso estudio y debate a lo largo de la historia cristiana. Comprender su relación requiere un examen cuidadoso de las Escrituras, las perspectivas históricas y las implicaciones teológicas. Como pastor cristiano no denominacional, abordo estas doctrinas con un enfoque en la narrativa general de la soberanía de Dios, la gracia y la responsabilidad humana, reconociendo que estos temas han sido entendidos de manera diferente en diversas tradiciones cristianas.
La predestinación, en su esencia, se refiere a la ordenación divina de todo lo que sucederá, particularmente en lo que respecta a la salvación de algunos y no de otros. Es la creencia de que Dios, en Su omnisciencia y omnipotencia, ha predeterminado el destino eterno de cada ser humano. Este concepto se deriva principalmente de pasajes como Efesios 1:4-5, que dice: "Porque nos escogió en Él antes de la creación del mundo para ser santos y sin mancha delante de Él. En amor, nos predestinó para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad."
La doctrina de la elección, por otro lado, está estrechamente relacionada pero es un poco más específica. La elección se refiere a la elección soberana de Dios de ciertos individuos o grupos para recibir Su gracia y salvación. Esto a menudo se ve como un subconjunto de la predestinación, enfocándose específicamente en aquellos a quienes Dios ha elegido salvar. Romanos 8:29-30 proporciona una visión de este proceso: "Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó para ser conformados a la imagen de su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; a los que justificó, también los glorificó."
La relación entre la predestinación y la elección puede entenderse de la siguiente manera: la predestinación es el plan divino más amplio que abarca todos los eventos y resultados, mientras que la elección es el aspecto específico de ese plan en lo que respecta a la salvación de los individuos. En este sentido, la elección es un componente de la predestinación, enfocándose en la selección de aquellos que recibirán la vida eterna a través de la fe en Jesucristo.
A lo largo de la historia de la iglesia, los teólogos han ofrecido diversas interpretaciones de estas doctrinas. En la iglesia primitiva, Agustín de Hipona fue un destacado defensor de la predestinación, enfatizando la soberanía de Dios y la necesidad de la gracia divina para la salvación. Sus puntos de vista sentaron las bases para teólogos posteriores como Juan Calvino, quien desarrolló aún más la doctrina de la predestinación dentro del marco de la teología reformada. La comprensión de Calvino de la predestinación incluía la idea de la "doble predestinación", donde Dios predestina a algunos para la salvación y a otros para la condenación, un concepto que ha generado considerable debate y controversia.
En contraste, Jacobo Arminio y sus seguidores, conocidos como arminianos, argumentaron por una comprensión más condicional de la elección. Ellos enfatizaron el libre albedrío humano y la idea de que la elección de Dios se basa en el conocimiento previo de quién elegiría creer en Cristo. Esta perspectiva sostiene que la obra predestinadora de Dios está en armonía con la respuesta humana, permitiendo una relación cooperativa entre la soberanía divina y la libertad humana.
La tensión entre la soberanía de Dios y la responsabilidad humana es un tema central en las discusiones sobre la predestinación y la elección. Mientras que las Escrituras afirman el control último de Dios sobre todas las cosas, también sostienen la importancia de la elección y la responsabilidad humanas. Por ejemplo, 2 Pedro 3:9 dice: "El Señor no tarda en cumplir su promesa, como algunos entienden la tardanza. Más bien, Él es paciente con ustedes, no queriendo que nadie perezca, sino que todos lleguen al arrepentimiento." Este versículo sugiere que el deseo de Dios es que todos sean salvos, pero reconoce que no todos responderán positivamente al evangelio.
Para reconciliar estas verdades aparentemente paradójicas, muchos teólogos han recurrido al concepto de "compatibilismo", que afirma que la soberanía divina y la libertad humana no son mutuamente excluyentes, sino que pueden coexistir de una manera que es en última instancia misteriosa y más allá de la plena comprensión humana. Esta visión permite una comprensión sólida tanto de la predestinación como de la elección, respetando la complejidad de la naturaleza de Dios y Su relación con la humanidad.
En términos prácticos, las doctrinas de la predestinación y la elección tienen implicaciones significativas para la vida y el ministerio cristiano. Recuerdan a los creyentes la profundidad de la gracia de Dios y la seguridad de la salvación para aquellos que están en Cristo. Saber que la salvación de uno está arraigada en el plan eterno de Dios puede traer un profundo consuelo y seguridad, como se expresa en Romanos 8:38-39: "Porque estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni poderes, ni altura ni profundidad, ni ninguna otra cosa en toda la creación, podrá separarnos del amor de Dios que es en Cristo Jesús nuestro Señor."
Al mismo tiempo, estas doctrinas no deben llevar a la complacencia o al fatalismo. En cambio, deben inspirar humildad, gratitud y un sentido de responsabilidad para vivir la fe con diligencia e integridad. Los creyentes están llamados a participar en la obra redentora de Dios compartiendo el evangelio y haciendo discípulos, confiando en que Dios usa sus esfuerzos de acuerdo con Sus propósitos soberanos.
Además, el misterio de la predestinación y la elección debe fomentar un espíritu de unidad y caridad dentro de la comunidad cristiana. Aunque existen diferencias en la interpretación, es esencial abordar estos temas con humildad y disposición para escuchar las perspectivas de los demás. Como escribe Pablo en Efesios 4:2-3: "Sean completamente humildes y amables; sean pacientes, soportándose unos a otros en amor. Hagan todo lo posible por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz."
En conclusión, la relación entre la predestinación y la doctrina de la elección es un aspecto profundo y multifacético de la teología cristiana. Invita a los creyentes a explorar las profundidades de la soberanía y la gracia de Dios, al tiempo que reconocen el misterio que rodea Sus propósitos divinos. Al mantener estas verdades en tensión y abrazar la complejidad de la narrativa bíblica, los cristianos pueden crecer en su comprensión del carácter de Dios y Su plan redentor para el mundo. En última instancia, estas doctrinas apuntan a la gloria de Dios y la esperanza de salvación en Jesucristo, alentando a los creyentes a vivir fiel y gozosamente en respuesta a Su llamado.