La cuestión de si Jesús estableció la Iglesia Católica es tanto profunda como compleja, tocando temas teológicos, históricos y eclesiológicos profundos. Para abordar esta cuestión desde la perspectiva de un pastor cristiano no denominacional, primero debemos entender el contexto más amplio de lo que constituye "la Iglesia" y luego examinar el desarrollo histórico de lo que hoy se conoce como la Iglesia Católica Romana.
En el Nuevo Testamento, el término "iglesia" (griego: ἐκκλησία, ekklesia) se usa de diversas maneras, pero fundamentalmente se refiere a la asamblea o reunión de creyentes en Jesucristo. El mismo Jesús habla de la iglesia en Mateo 16:18, donde le dice a Pedro: "Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella." Esta declaración es fundamental y ha sido interpretada de múltiples maneras. Algunos entienden que "esta roca" se refiere a Pedro mismo (sugiriendo un papel fundamental para Pedro), mientras que otros lo interpretan como la confesión de fe de Pedro en Jesús como el Mesías.
El apóstol Pablo elabora más sobre la naturaleza de la iglesia en sus epístolas. Por ejemplo, en Efesios 1:22-23, Pablo describe la iglesia como el "cuerpo de Cristo", con Cristo mismo como la cabeza. Esta metáfora enfatiza la unidad y diversidad dentro de la iglesia, destacando que todos los creyentes son parte de un solo cuerpo, cada uno con diferentes roles y funciones (1 Corintios 12:12-27).
La iglesia cristiana primitiva era un cuerpo unificado de creyentes que seguían las enseñanzas de Jesús y los apóstoles. Sin embargo, a medida que el cristianismo se extendió por todo el Imperio Romano y más allá, diferentes comunidades comenzaron a desarrollar prácticas y énfasis teológicos distintos. El término "católico" (del griego καθολικός, katholikos, que significa "universal") se usó ya en el siglo II para describir la naturaleza universal de la iglesia cristiana, como se ve en los escritos de Ignacio de Antioquía.
Para el siglo IV, el cristianismo se había convertido en la religión dominante del Imperio Romano, y la iglesia comenzó a adoptar una estructura más formalizada. El Primer Concilio de Nicea en 325 d.C. fue un hito significativo en este proceso, estableciendo doctrinas y prácticas fundamentales. Sin embargo, es esencial entender que el término "Iglesia Católica" durante este período se refería al cuerpo universal de creyentes, no a una denominación específica como la entendemos hoy.
La Iglesia Católica Romana, como una entidad distinta, comenzó a tomar forma a lo largo de varios siglos. Los desarrollos clave incluyen el establecimiento del papado, la centralización de la autoridad eclesiástica en Roma y el desarrollo de doctrinas y prácticas específicas que la distinguieron de otras comunidades cristianas. Para el momento del Gran Cisma en 1054 d.C., que dividió formalmente la Iglesia Ortodoxa Oriental y la Iglesia Católica Romana Occidental, la Iglesia Católica Romana había desarrollado una identidad distinta.
Entonces, ¿Jesús estableció la Iglesia Católica? Desde una perspectiva no denominacional, es más preciso decir que Jesús estableció la iglesia universal, un cuerpo de creyentes unidos por la fe en Él. Esta iglesia universal abarca a todos los que siguen a Jesús, independientemente de la afiliación denominacional. La Iglesia Católica Romana, como una expresión de esta iglesia universal, se desarrolló con el tiempo a través de procesos históricos y teológicos.
Escrituralmente, el establecimiento de la iglesia por parte de Jesús es evidente en Sus enseñanzas y la comisión de Sus apóstoles. En Mateo 28:18-20, a menudo referido como la Gran Comisión, Jesús ordena a Sus discípulos "ir y hacer discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a obedecer todo lo que os he mandado." Este mandato subraya la misión de la iglesia de difundir el evangelio y hacer discípulos.
Teológicamente, el concepto de la iglesia como el cuerpo de Cristo sugiere que todos los creyentes son parte de un solo organismo espiritual. Esta idea se refuerza en pasajes como Colosenses 1:18, donde Pablo escribe: "Y él es la cabeza del cuerpo, que es la iglesia; él es el principio y el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la supremacía." La iglesia, por lo tanto, no se limita a una sola denominación o institución, sino que es una realidad espiritual que abarca a todos los que están en Cristo.
Uno de los aspectos hermosos de la iglesia es su unidad en la diversidad. Aunque hay muchas denominaciones y tradiciones dentro del cristianismo, todos los que profesan fe en Jesucristo son parte de la iglesia universal. Esta unidad es un reflejo de la unidad dentro de la Trinidad, como Jesús oró en Juan 17:21: "para que todos sean uno, Padre, así como tú estás en mí y yo en ti. Que ellos también estén en nosotros para que el mundo crea que tú me has enviado."
En resumen, Jesús sí estableció la iglesia, un cuerpo universal de creyentes unidos por la fe en Él. La Iglesia Católica Romana, como una expresión específica de esta iglesia universal, se desarrolló con el tiempo a través de procesos históricos y teológicos. Desde una perspectiva no denominacional, es esencial reconocer el contexto más amplio de la iglesia como el cuerpo de Cristo, que abarca a todos los que siguen a Jesús, independientemente de la afiliación denominacional. Esta comprensión permite tanto la apreciación del desarrollo histórico de las diferentes tradiciones cristianas como el compromiso con la unidad de todos los creyentes en Cristo.