La cuestión de si el diablo conoce las Escrituras es una pregunta convincente que toca la naturaleza de Satanás, su conocimiento y sus tácticas en el ámbito de la guerra espiritual. Para responder adecuadamente a esta pregunta, necesitamos profundizar en los textos bíblicos, las ideas teológicas y la comprensión del papel y las capacidades de Satanás según la doctrina cristiana.
Para empezar, la propia Biblia proporciona pruebas claras de que Satanás está familiarizado con las Escrituras. Uno de los ejemplos más llamativos de esto se encuentra en los Evangelios, durante la tentación de Jesús en el desierto. En Mateo 4:1-11 y Lucas 4:1-13, leemos cómo Satanás tienta a Jesús citando las Escrituras. Específicamente, en Mateo 4:5-6, Satanás lleva a Jesús a la cima del templo y dice: "Si eres el Hijo de Dios, tírate abajo. Porque está escrito: 'Él mandará a sus ángeles acerca de ti, y te levantarán en sus manos, para que no tropieces con piedra alguna.'" Aquí, Satanás está citando el Salmo 91:11-12, demostrando no solo su conocimiento de las Escrituras, sino también su disposición a usarlas para sus propios fines.
Este incidente revela varios aspectos importantes del conocimiento de Satanás y sus métodos. Primero, muestra que Satanás está bien versado en las Escrituras. No tiene simplemente un entendimiento superficial; puede citar pasajes específicos con precisión. Esta profundidad de conocimiento sugiere que Satanás es consciente del poder y la autoridad de la Palabra de Dios y busca manipularla para lograr sus fines.
En segundo lugar, el uso de las Escrituras por parte de Satanás en la tentación de Jesús destaca su naturaleza astuta y engañosa. Toma un pasaje que habla de la protección de Dios e intenta torcerlo para provocar a Jesús a poner a prueba a Dios. Esta táctica es un ejemplo clásico de cómo opera Satanás: toma algo verdadero y lo distorsiona para desviar a las personas. Es un recordatorio de que conocer las Escrituras no es suficiente; uno también debe entenderlas correctamente y aplicarlas fielmente.
Otro ejemplo bíblico que subraya el conocimiento de Satanás de las Escrituras se encuentra en el relato de la caída de la humanidad en Génesis 3. Cuando Satanás, en forma de serpiente, tienta a Eva, comienza cuestionando el mandato de Dios: "¿Realmente dijo Dios: 'No coman de ningún árbol del jardín'?" (Génesis 3:1). Aquí, Satanás no está citando las Escrituras directamente, pero claramente está al tanto del mandato de Dios a Adán y Eva. Usa este conocimiento para sembrar duda y confusión, llevando al primer acto de desobediencia contra Dios.
Teológicamente, la idea de que Satanás conoce las Escrituras se alinea con la comprensión de su naturaleza y su papel en el mundo. Según la doctrina cristiana, Satanás es un ángel caído, originalmente creado por Dios y dotado de inteligencia y conocimiento. Como ser angelical, habría tenido acceso a la revelación divina y las verdades de Dios. Su rebelión contra Dios no le despojó de su conocimiento, pero sí corrompió su uso. En lugar de usar su conocimiento para el bien, Satanás ahora lo usa para oponerse a Dios y engañar a la humanidad.
En su obra clásica "Cartas del diablo a su sobrino", C.S. Lewis explora la naturaleza del engaño demoníaco y las formas en que entidades espirituales como Satanás buscan socavar la fe. A través de la correspondencia ficticia entre un demonio mayor, Escrutopo, y su sobrino, Orugario, Lewis ilustra cómo los demonios usan su comprensión de la naturaleza humana y la verdad divina para desviar a las personas de Dios. Aunque "Cartas del diablo a su sobrino" es una obra de ficción, está basada en principios bíblicos y ofrece valiosas ideas sobre las estrategias de la guerra espiritual.
El conocimiento de las Escrituras por parte de Satanás también tiene implicaciones prácticas para los cristianos hoy en día. Sirve como advertencia de que la mera posesión de conocimiento bíblico no es suficiente para protegerse contra el engaño. Uno también debe cultivar el discernimiento y una relación profunda y personal con Dios para entender y aplicar correctamente Su Palabra. El apóstol Pablo, en su carta a Timoteo, enfatiza la importancia de manejar correctamente la palabra de verdad (2 Timoteo 2:15). Esto implica no solo conocer las Escrituras, sino también interpretarlas correctamente y vivirlas fielmente.
Además, el hecho de que Satanás conozca las Escrituras debería animar a los creyentes a ser diligentes en su estudio de la Biblia. Cuanto más familiarizados estemos con la Palabra de Dios, mejor equipados estaremos para reconocer y resistir los intentos del enemigo de torcer y distorsionarla. El salmista declara: "En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti" (Salmo 119:11). Este versículo destaca el poder protector de las Escrituras cuando se internalizan y se atesoran.
En Efesios 6:10-18, Pablo describe la armadura de Dios, que incluye "la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios" (Efesios 6:17). Esta imagen subraya el poder ofensivo y defensivo de las Escrituras en la guerra espiritual. Así como Jesús usó las Escrituras para contrarrestar las tentaciones de Satanás en el desierto, los creyentes están llamados a empuñar la Palabra de Dios para mantenerse firmes contra las artimañas del diablo.
También vale la pena señalar que el conocimiento de las Escrituras por parte de Satanás no equivale a una reverencia por ellas ni a una sumisión a su autoridad. Santiago 2:19 nos recuerda que incluso los demonios creen en Dios, y tiemblan. La familiaridad de Satanás con las Escrituras es intelectual y táctica, no nacida de un deseo de honrar o obedecer a Dios. Esta distinción es crucial porque destaca la diferencia entre conocer acerca de Dios y conocer a Dios personalmente. El verdadero conocimiento de Dios lleva a la adoración, la obediencia y la transformación, mientras que el conocimiento de Satanás lleva a la manipulación y la rebelión.
En conclusión, la evidencia bíblica y teológica apoya firmemente la idea de que el diablo sí conoce las Escrituras. Su conocimiento se demuestra en sus interacciones con Jesús, su tentación de la humanidad y sus continuos esfuerzos por engañar y oponerse al pueblo de Dios. Para los cristianos, esta realidad subraya la importancia de profundizar en su comprensión de la Biblia, cultivar el discernimiento y depender del Espíritu Santo para interpretar y aplicar correctamente la Palabra de Dios. Al hacerlo, los creyentes pueden mantenerse firmes en su fe y resistir los intentos del enemigo de desviarlos.