A lo largo de la Biblia, encontramos varias narrativas y enseñanzas que abordan la compleja relación entre Dios, Satanás y la humanidad. Una de las preguntas más desconcertantes y a menudo debatidas es si Dios permite que Satanás tiente y dañe a los humanos. Para responder a esta pregunta, debemos profundizar en las Escrituras, considerar la naturaleza de Dios, el papel de Satanás y el propósito de la tentación y el sufrimiento en la vida cristiana.
El libro de Job es quizás el relato bíblico más directo e ilustrativo que aborda este tema. Job, un hombre justo, se convierte en el sujeto de una prueba cósmica. En Job 1:6-12, leemos sobre un consejo celestial donde Satanás se presenta ante Dios. Aquí, Satanás desafía la integridad de Job, sugiriendo que Job es fiel solo por las bendiciones y la protección que Dios le ha otorgado. Dios permite que Satanás pruebe la fe de Job permitiéndole infligir sufrimiento a Job, pero con ciertas limitaciones: “El Señor dijo a Satanás: ‘Muy bien, entonces, todo lo que tiene está en tu poder, pero no pongas un dedo sobre el hombre mismo.’” (Job 1:12, NVI). Más tarde, Dios permite que Satanás aflige físicamente a Job, pero le perdona la vida (Job 2:6).
Esta narrativa revela varios puntos teológicos importantes. Primero, muestra que Satanás opera dentro de los límites establecidos por Dios. Satanás no puede actuar independientemente de la voluntad soberana de Dios. Segundo, sugiere que Dios permite tales pruebas no por malicia, sino para cumplir un propósito mayor. En el caso de Job, el propósito era demostrar la profundidad de la fe y la integridad de Job. La historia de Job ejemplifica que el sufrimiento y la tentación pueden servir como un crisol para el crecimiento espiritual y una comprensión más profunda de Dios.
El Nuevo Testamento también proporciona información sobre esta cuestión. En los Evangelios, Jesús mismo enfrenta la tentación de Satanás. En Mateo 4:1-11, Jesús es llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Aquí, vemos que el Espíritu Santo lleva a Jesús a una situación donde enfrentará la tentación. Este relato subraya que la tentación puede ser parte del plan de Dios para la prueba y el crecimiento espiritual. La victoria de Jesús sobre la tentación sirve como un modelo para los creyentes, mostrando que la dependencia de las Escrituras y la obediencia a Dios pueden superar las artimañas de Satanás.
Además, el apóstol Pablo discute el concepto de guerra espiritual en sus cartas. En Efesios 6:12, Pablo escribe: “Porque nuestra lucha no es contra carne y sangre, sino contra los gobernantes, contra las autoridades, contra los poderes de este mundo oscuro y contra las fuerzas espirituales del mal en los reinos celestiales.” Este pasaje destaca que los cristianos están involucrados en una batalla espiritual contra fuerzas malignas, incluyendo a Satanás. Sin embargo, Pablo asegura a los creyentes que están equipados con la armadura espiritual de Dios para resistir estos ataques (Efesios 6:13-17).
Santiago 1:13-14 ofrece una claridad adicional sobre la naturaleza de la tentación: “Cuando alguien sea tentado, no diga: ‘Dios me está tentando.’ Porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni tienta a nadie; sino que cada uno es tentado cuando es arrastrado por su propio mal deseo y seducido.” Este pasaje deja claro que, aunque Dios permite la tentación, Él mismo no es la fuente de ella. La tentación surge de nuestra propia naturaleza pecaminosa y deseos, que Satanás explota.
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