La Biblia proporciona una perspectiva profunda y multifacética sobre el regreso de los espíritus malignos, ofreciendo ideas que abarcan tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento. El concepto de los espíritus malignos, su influencia y su regreso se aborda con una seriedad que subraya la guerra espiritual inherente a la fe cristiana. Como pastor cristiano no denominacional, es esencial profundizar en las Escrituras para comprender este tema de manera integral.
Una de las referencias más directas al regreso de los espíritus malignos se encuentra en el Nuevo Testamento, específicamente en las enseñanzas de Jesús. En el Evangelio de Mateo, Jesús proporciona una parábola que ilustra la naturaleza de los espíritus malignos y su regreso:
"Cuando un espíritu impuro sale de una persona, pasa por lugares áridos buscando descanso y no lo encuentra. Entonces dice: 'Volveré a la casa de donde salí.' Cuando llega, encuentra la casa desocupada, barrida y en orden. Entonces va y toma consigo otros siete espíritus más malvados que él, y entran y viven allí. Y el estado final de esa persona es peor que el primero. Así será con esta generación malvada." (Mateo 12:43-45, NVI)
Este pasaje está lleno de significado y merece un examen cuidadoso. Jesús comienza describiendo un espíritu impuro que ha dejado a una persona. El espíritu vaga por lugares áridos, una metáfora de buscar descanso o un nuevo anfitrión, pero no encuentra ninguno. El espíritu entonces decide regresar a su antigua "casa"—la persona que había habitado anteriormente. Al regresar, encuentra la casa desocupada, limpia y ordenada. Este estado de desocupación es crucial; implica que, aunque la persona puede haber sido liberada del espíritu, no ha llenado el vacío con el Espíritu Santo o una vida espiritual renovada. Como resultado, el espíritu regresa con otros siete espíritus más malvados que él, llevando a una condición peor que antes.
De esta enseñanza surgen varios puntos clave. Primero, el regreso de los espíritus malignos a menudo está vinculado a una falta de vigilancia espiritual. Cuando una persona es liberada de un espíritu maligno, no es suficiente simplemente ser limpiado; deben llenar activamente su vida con el Espíritu Santo y cultivar una relación con Dios. La "casa" no debe permanecer vacía. Este principio se alinea con el tema bíblico más amplio de la guerra espiritual y la necesidad de vigilancia constante. El apóstol Pablo hace eco de este sentimiento en su carta a los Efesios:
"Por último, fortalézcanse con el gran poder del Señor. Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo. Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales." (Efesios 6:10-12, NVI)
La exhortación de Pablo a "ponerse toda la armadura de Dios" destaca los pasos proactivos que los creyentes deben tomar para protegerse contra el regreso de los espíritus malignos. Esta armadura incluye la verdad, la justicia, el evangelio de la paz, la fe, la salvación y la palabra de Dios (Efesios 6:13-17). Al equiparse con estas herramientas espirituales, los cristianos pueden resistir las artimañas del diablo y mantener su integridad espiritual.
El Antiguo Testamento también proporciona ideas sobre la naturaleza de los espíritus malignos y su influencia. En el libro de 1 Samuel, encontramos la historia del rey Saúl, quien es atormentado por un espíritu maligno enviado por Dios:
"El Espíritu del Señor se había apartado de Saúl, y un espíritu maligno de parte del Señor lo atormentaba." (1 Samuel 16:14, NVI)
Este pasaje plantea preguntas teológicas complejas sobre la soberanía de Dios y la presencia del mal. Sugiere que, en algunos casos, Dios permite o incluso envía espíritus malignos como una forma de juicio o para cumplir Sus propósitos. El tormento de Saúl por un espíritu maligno es una consecuencia directa de su desobediencia y rechazo de los mandamientos de Dios. Esta narrativa subraya la importancia de la obediencia y el peligro de alejarse de Dios.
En el Nuevo Testamento, el ministerio de Jesús está marcado por numerosos encuentros con espíritus malignos. La autoridad de Jesús sobre estos espíritus es evidente, y sus exorcismos demuestran su poder divino. Un ejemplo notable es la curación de un hombre poseído por un demonio en la región de los Gerasenos:
"Cuando vio a Jesús desde lejos, corrió y se postró delante de él. Gritó a voz en cuello: '¿Qué quieres conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡En el nombre de Dios, no me tortures!' Porque Jesús le había dicho: '¡Sal de este hombre, espíritu impuro!'" (Marcos 5:6-8, NVI)
En este encuentro, el demonio reconoce la autoridad de Jesús y suplica misericordia. Jesús ordena al espíritu que salga, demostrando su poder sobre las fuerzas de la oscuridad. Este relato, junto con muchos otros, ilustra que la misión de Jesús incluye liberar a las personas de la esclavitud de los espíritus malignos. Su autoridad es absoluta, y hasta los demonios reconocen su naturaleza divina.
La iglesia primitiva continuó el ministerio de liberación de Jesús. En el libro de los Hechos, vemos a los apóstoles expulsando espíritus malignos en el nombre de Jesús. Un ejemplo de esto involucra al apóstol Pablo en la ciudad de Filipos:
"Ella seguía a Pablo y a nosotros, gritando: 'Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, y les están anunciando el camino de la salvación.' Esto lo hizo durante muchos días. Finalmente, Pablo se molestó tanto que se volvió y le dijo al espíritu: 'En el nombre de Jesucristo te ordeno que salgas de ella.' En ese mismo momento el espíritu la dejó." (Hechos 16:17-18, NVI)
La exorcización del espíritu de la esclava por parte de Pablo destaca la autoridad continua del nombre de Jesús para confrontar y expulsar espíritus malignos. La iglesia primitiva entendió que el poder para combatir estas fuerzas espirituales derivaba de su relación con Cristo y la presencia del Espíritu Santo.
Además de estos relatos bíblicos, la literatura cristiana ofrece más ideas sobre la naturaleza y el regreso de los espíritus malignos. Una obra notable es "Cartas del diablo a su sobrino" de C.S. Lewis. En esta serie de cartas ficticias, un demonio mayor llamado Screwtape aconseja a su sobrino Wormwood sobre cómo tentar y corromper un alma humana. Aunque ficticia, la obra de Lewis proporciona una comprensión profunda de las formas sutiles e insidiosas en que los espíritus malignos pueden influir en las personas. Uno de los temas clave es la importancia de la vigilancia y el peligro de la complacencia en la vida cristiana.
El regreso de los espíritus malignos, tal como se describe en la Biblia, sirve como un recordatorio sobrio de la batalla espiritual continua que enfrentan los creyentes. Enfatiza la necesidad de una fe robusta y activa, una que se nutra continuamente a través de la oración, las Escrituras y la presencia del Espíritu Santo. La parábola del espíritu que regresa en Mateo 12:43-45 sirve como una advertencia de que la limpieza espiritual no es suficiente; debe ir acompañada de una transformación y llenado de la vida con la presencia de Dios.
En última instancia, la Biblia asegura a los creyentes que no están solos en esta batalla. La victoria de Jesús sobre el pecado y la muerte se extiende a su triunfo sobre las fuerzas de la oscuridad. Como escribe el apóstol Juan:
"Ustedes, queridos hijos, son de Dios y los han vencido, porque el que está en ustedes es más grande que el que está en el mundo." (1 Juan 4:4, NVI)
Esta seguridad proporciona esperanza y confianza a los cristianos mientras navegan los desafíos de la guerra espiritual. Al permanecer firmes en su fe y confiar en el poder del Espíritu Santo, los creyentes pueden resistir el regreso de los espíritus malignos y vivir en la libertad y victoria que Cristo ha asegurado.