Los querubines son una de las entidades espirituales más fascinantes y enigmáticas mencionadas en la Biblia. Su presencia se nota en varios pasajes clave, y desempeñan un papel significativo en el marco teológico y simbólico de las Escrituras. Para entender qué son los querubines según la Biblia, necesitamos profundizar en sus descripciones, roles y la importancia que tienen en la teología bíblica.
La primera mención de los querubines ocurre en el libro de Génesis. Después de que Adán y Eva fueron expulsados del Jardín del Edén, Dios colocó querubines para guardar el camino hacia el árbol de la vida. Génesis 3:24 dice: "Expulsó, pues, al hombre; y al oriente del jardín del Edén puso querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida" (ESV). Este pasaje introduce a los querubines como guardianes, protegiendo lo sagrado y asegurando que la humanidad, en su estado caído, no pudiera acceder al árbol de la vida.
En el libro de Éxodo, los querubines están intrincadamente asociados con el Arca de la Alianza. Dios instruyó a Moisés a construir el Arca con un propiciatorio en la parte superior, y dos querubines de oro debían ser hechos en los dos extremos del propiciatorio. Éxodo 25:18-20 describe esto: "Harás también dos querubines de oro; labrados a martillo los harás, en los dos extremos del propiciatorio. Harás un querubín en un extremo, y un querubín en el otro extremo; de una pieza con el propiciatorio harás los querubines en sus dos extremos. Los querubines extenderán sus alas por encima, cubriendo con sus alas el propiciatorio, y sus rostros uno frente al otro; hacia el propiciatorio estarán los rostros de los querubines" (ESV). Aquí, los querubines se representan como parte del mobiliario sagrado dentro del Lugar Santísimo, enfatizando su papel en la presencia divina y la adoración.
El profeta Ezequiel proporciona una de las descripciones más detalladas y vívidas de los querubines. En Ezequiel 1 y 10, describe su visión de estos seres celestiales. Ezequiel 1:5-11 dice: "Y del medio de ella salía la semejanza de cuatro seres vivientes. Y esta era su apariencia: tenían semejanza de hombre, pero cada uno tenía cuatro caras, y cada uno de ellos tenía cuatro alas. Sus piernas eran rectas, y las plantas de sus pies eran como la planta del pie de un becerro. Y brillaban como bronce bruñido. Bajo sus alas, en sus cuatro lados, tenían manos de hombre. Y los cuatro tenían sus caras y sus alas así: sus alas se tocaban una a otra. Cada uno de ellos iba derecho hacia adelante, sin volverse mientras iban. En cuanto a la semejanza de sus caras, cada uno tenía una cara de hombre. Los cuatro tenían la cara de un león en el lado derecho, la cara de un buey en el lado izquierdo, y la cara de un águila. Tales eran sus caras. Y sus alas estaban extendidas por encima. Cada criatura tenía dos alas, cada una de las cuales tocaba el ala de otra, mientras que dos cubrían sus cuerpos" (ESV). Esta compleja imaginería revela a los querubines como seres multifacéticos con una combinación de características humanas y animales, simbolizando varios aspectos de la creación y atributos divinos.
En Ezequiel 10, el profeta identifica explícitamente a estas criaturas como querubines: "Y los querubines levantaron sus alas y se elevaron de la tierra ante mis ojos mientras salían, con las ruedas junto a ellos. Y se detuvieron a la entrada de la puerta oriental de la casa del Señor, y la gloria del Dios de Israel estaba sobre ellos" (Ezequiel 10:19, ESV). Este pasaje enfatiza aún más su papel como portadores de la gloria y presencia de Dios.
El libro de Apocalipsis también menciona a los querubines, refiriéndose a ellos como "seres vivientes" alrededor del trono de Dios. Apocalipsis 4:6-8 describe: "Y delante del trono había, como un mar de vidrio, semejante al cristal. Y alrededor del trono, por cada lado del trono, había cuatro seres vivientes, llenos de ojos por delante y por detrás: el primer ser viviente era como un león, el segundo ser viviente como un buey, el tercer ser viviente tenía rostro como de hombre, y el cuarto ser viviente era como un águila en vuelo. Y los cuatro seres vivientes, cada uno de ellos con seis alas, estaban llenos de ojos alrededor y por dentro, y día y noche nunca cesan de decir: 'Santo, santo, santo, es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es y el que ha de venir'" (ESV). Estas criaturas, que recuerdan a los querubines en la visión de Ezequiel, se representan como adoradores de Dios, proclamando continuamente Su santidad.
Teológicamente, los querubines representan varias verdades profundas. En primer lugar, son símbolos de la santidad de Dios y la separación entre lo divino y lo profano. Su papel como guardianes en Génesis y su colocación en el Arca de la Alianza significan la sacralidad de la presencia de Dios y la necesidad de reverencia y pureza al acercarse a Él.
En segundo lugar, los querubines están asociados con la gloria y majestad de Dios. Su presencia en las visiones de Ezequiel y alrededor del trono en Apocalipsis subraya su función como portadores de la gloria de Dios. No son meramente decorativos o simbólicos, sino que son participantes activos en el ámbito divino, reflejando el esplendor y la maravilla de Dios.
En tercer lugar, los querubines encarnan la idea de protección y guía divina. En Génesis, protegen el camino hacia el árbol de la vida, y en Ezequiel, acompañan el movimiento de la gloria de Dios. Este aspecto protector puede verse como una garantía de la soberanía y cuidado de Dios sobre Su creación.
La imaginería de los querubines, con sus múltiples caras y alas, también transmite la totalidad y universalidad del dominio de Dios. Las caras de un hombre, león, buey y águila representan diferentes aspectos de la creación: la humanidad, los animales salvajes, los animales domesticados y las aves, indicando que el gobierno de Dios abarca toda la creación.
En la literatura cristiana, los querubines han sido objeto de mucha reflexión teológica y representación artística. Los Padres de la Iglesia, como Agustín y Gregorio el Grande, reflexionaron sobre su significado, a menudo interpretándolos alegóricamente para representar diversas virtudes o aspectos de la Iglesia. En el arte medieval, los querubines se representaban frecuentemente en manuscritos iluminados y decoraciones de iglesias, simbolizando el reino celestial y la presencia divina.
En la teología contemporánea, los querubines continúan siendo vistos como poderosos símbolos de la santidad, gloria y protección de Dios. Su naturaleza misteriosa e impresionante invita a los creyentes a reflexionar sobre la majestad de Dios y la reverencia que se le debe. Nos recuerdan que lo divino es tanto trascendente como inmanente, más allá de nuestra plena comprensión pero íntimamente involucrado en el mundo.
En conclusión, los querubines son seres complejos y multifacéticos en la narrativa bíblica. Sirven como guardianes de lo sagrado, portadores de la gloria de Dios y símbolos de protección y majestad divina. Sus vívidas descripciones en Génesis, Éxodo, Ezequiel y Apocalipsis proporcionan un rico tapiz de imágenes que subraya su importancia en el marco teológico y simbólico de las Escrituras. Al contemplar a los querubines, se nos invita a una apreciación más profunda de la santidad, la gloria y el misterio de la presencia divina de Dios.